Cuando salgo a media tarde de la cafeterìa, siento que camino sobre nubes de algodón, solo puedo pensar en Killen y lo dulce que es. Sé que fui muy atrevida pero juro que es la primera vez que hago algo asi. El tío mola un montòn y no iba a desperdiciar la oportunidad, además solo fue un maldito beso y eso no le hace daño a nadie, ¿o sì?
Estoy caminando por la acera cuando Ben pasa en su auto a mi lado y se detiene, justo en el momento en que entra un mensaje en mi celular:
“Ya te extraño” leo en la pantalla, el remitente por supuesto es Kill. Sonrìo para mis adentros y subo al auto. Saludo a mi maridito, quien piensa que mi esplendorosa sonrisa se debe a la sorpresa que me dio al ir a buscarme, sorpresa tremenda la que iba a llevarse él de haber pasado màs temprano.
Mientras estoy en la cocina, tarareo una vieja canción francesa y Ben se aferra a mì desde atrás. El contacto de sus manos alrededor de mis hombros me tensa un poco, no porque me desagrade el gesto, sino todo lo contrario. Me sorprende lo cómoda que me siento y entonces, irremediablemente, pienso en aquellas historias de intensos triángulos amorosos en los que la protagonista sostiene una importante relación pero aparece alguien y la chica no logra darle calabazas al segundo en discordia con cualquier excusa estúpida que ningún lector comprende, ¡y es justo ahora que comprendo que acabo de caer en el mismo maldito cliché! ¿Qué demonios sucede conmigo? Desde que contraje nupcias siento que mi vida cae como en una espiral sin fondo. ¿De verdad estoy tan necesitada de afecto?
Sirvo la comida y me siento con Ben a comer, él habla acerca de un par de nuevas franquicias que un norteamericano quiere abrir en la ciudad de Nueva York y es entonces que recuerdo que estoy casada con él únicamente para recuperar las viejas recetas de mi padre, que las necesito para poder abrir mi propio negocio y poder volver a ser yo: la chica sencilla y sin complicaciones que era antes…
—Ben —le digo interrumpiendo.
—¿Si? —responde haciendo a un lado el tenedor que estaba a punto de llevarse a la boca.
—Estaba pensando… Ya te había dicho que quería volver a la escuela para terminar el diplomado y creo que es un buen momento, ¿sabes?
—De hecho —responde al tiempo que bebe un poco del vino tinto de su copa—, estaba pensando en que tú podrías hacerte cargo de esta negociación e incluso dedicarte a capacitar a los cocineros de la nueva franquicia. ¿No crees que es una excelente oportunidad para que comiences a integrarte a los negocios familiares?
Me quedo estupefacta, pensé que Ben quería que fuese la esposa que se queda en casa a hacerse cargo de las labores del hogar y a cuidar a los hijos.
—No entiendo, entonces tener un hijo ahora no sería lo ideal —lo miro atentamente buscando en sus ojos la chispa de la trampa que se esconde detrás de su maravillosa propuesta.
—Creo que tener un hijo nunca ha impedido a nadie realizarse laboralmente hablando. Existen las niñeras, Arah.
—Nunca pensé que fueses de los que cree que una niñera puede suplir el amor y atención de una madre.
—Quizá nunca me preguntaste que es otra cosa —afirma muy seguro—. Crecí al cuidado de una madre que tuvo que hacer a un lado todas sus aspiraciones para cuidar a su familia, eso no la hizo feliz, al contrario.
Ahora entiendo a la bruja de mi suegra, al final de cuentas tiene una excusa para ser como es.
En fin, que la propuesta que Ben acaba de hacerme es muy atractiva y casi imposible de rechazar, así que termino diciéndole que sí pero pongo los puntos sobre las íes y le digo que tengo un par de condiciones:
No voy a dejar mi trabajo en la cafetería (ello significa dejar atrás a Killen y eso es algo que, de momento, no me interesa).
Voy a hacer las cosas a mi manera, sin seguir órdenes suyas ni de nadie más.
Que Ben lo acepte todo me demuestra su confianza y le otorga mi respeto.
Lo despido en la puerta cuando dan las cinco porque debe volver a la oficina y yo debo aprovechar el tiempo para realizar mis labores de hogar.