¡maldito cliché!

13 Perfume y alcohol.

Estoy sentada en la terraza con una copa de vino, lo cual se me ha vuelto costumbre, pensando acerca de la boda de Lay y estoy tan sumida en mis pensamientos que ni siquiera me he percatado de que Ben no vino a comer el día de hoy, hasta que lo escucho abriendo la puerta del garage para estacionar la camioneta.

Mi maridito atraviesa la cocina y abre la puerta corrediza que separa la sala de la terraza.

—Hola, Ary, ya llegué —saluda y se sienta a mi lado, resoplando.

—¿Un mal día? —le pregunto.

—Algo hay de eso —responde agotado..

—Mi dia tampoco fue fácil —aclaro.

—Espero que nada que no pueda arreglarse con un buen baño de tina —afirma.

—No lo sé, Ben, yo…

—¿Qué sucede? —pregunta pasando su brazo alrededor de mi hombro.

—Supongo  que para tí no es un secreto todas las cosas que deseaba para mí… para mi vida.

—No, lo hablamos un par de veces antes de que decidieramos casarnos.

—Detesto cuando dices “decidieramos”, tú lo decidiste Ben y yo no tuve opción.

—¿Qué demonios es lo que quieres, Arah? —responde levantando la voz.

Por primera vez lo veo perder la paciencia, no sé si sea algo bueno pero me agrada constatar que es capaz de externar sus emociones, llegué a pensar que no las poseía.

—¿Quieres que terminemos de una buena vez con ésta farsa? Porque estoy llegando a un punto en que ya no sé si sea capaz de soportar.

—¿Soportar qué? He hecho absolutamente todo para ser una buena esposa y no me digas que no lo notas. He cedido ante todo, incluso perdiendo mi identidad.

—Y yo estoy poniendo en tus manos parte del negocio, así que tampoco es como que estés perdiendo el tiempo.

—¿Parte del negocio? ¿Por dos franquicias? ¿Eso es todo lo que me merezco? ¡Yo estoy intentando darte un hijo que ni siquiera entraba en mis planes! Así que no sé si la balanza está a mi favor o al tuyo.

—¡Venga ya, Arah! No estoy de humor para reclamos, así que mejor me iré a aclarar un poco la mente.

—¡Pues anda ya! Esfúmate o ¡lo que sea!

Estoy muy enfadada por nuestro atisbo de riña pero lo que más me molesta es imaginar a mi amiga haciendo realidad sus sueños mientras que los míos se estrellan uno contra otro sobre un frío piso de concreto.

 

Ben llega pasadas las tres, huele a alcohol y a perfume caro, algo me dice que estuvo con alguien y francamente no sé qué pensar, lo único que sé es que mis mejillas se empapan con lágrimas que no sé de dónde demonios salen.


 



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En el texto hay: risas aseguradas, humor romance pasión, romance y humor

Editado: 07.09.2018

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