¡maldito cliché!

15. Como hartar a un hombre en diez días.

Ben ha hecho las maletas y se ha marchado con lo más básico aunque tampoco es como que hubiese mudado todas sus cosas, aún quedan muchas de ellas  en casa de su madre, casi como si hubiese temido que ésto fuera a suceder. Me siento bastante confundida, por una parte me siento culpable y por la otra, bastante aliviada. Fue un buen gesto que se ofreciera a dejarme la casa y a pasarme una mensualidad pero no voy a aceptarlo, jamás he sido abusiva. Decido que me quedaré hasta que encuentre un cuarto en alguna posada para poder comenzar de nuevo.

Aunque veo éste final como un gran manchón negro en mi historia de vida, es probable que solo sea un nuevo inicio y es así cómo debo tomarlo.

 

Me voy a la cama temprano; sin la presión de Ben para “crear niños” puedo acostarme en ella a mis anchas y dormir como un bebé… Sin embargo eso no sucede, no dejo de dar vueltas, mi mente no tiene descanso pensando en qué demonios voy a hacer. Lay me ha pedido que vaya a su boda en Roma pero tampoco es que tenga llenos de plata los bolsillos, tampoco tengo ahorros ya que lo que ganaba en la cafetería de Luca se me iba en pagar mi colegiatura en el colegio de Gastronomía y en subsistir. Por supuesto que tengo un par de meses sin ir al colegio, principalmente por que mi tiempo fue absorbido por todos los trámites para la boda.

Por la mañana las cosas no parecen ser diferentes. Me levanto para ir al baño y constato, frente al espejo, los estragos de dos noches en vela. Grandes círculos oscuros rodean mis ojos y no recuerdo haberme visto tan fatigada antes. Me quedo ahí mirándome sin apenas pestañear. ¿Qué demonios estoy haciendo? ¡Nunca he dependido de un hombre y no comenzaré ahora!

¡Dios! No he parado de quejarme y apenas llevo una noche sola... Estoy a punto de echarme a llorar y no reconozco a la chica que me mira a través del espejo, estoy paralizada por el miedo a enfrentar una vida llena de soledad. Casi puedo verme de 50 años, acostándome con cualquiera para aliviar la melancolía, luego convertida en ruinas y sin haber amado. Sola.

Rompo en llanto y cojo el móvil, le marco a Lay quien me contesta aún aletargada.

—¡Pude verme, Lay! ¡Era yo la del espejo, pero ya tenía 50, muchas arrugas y a mi lado no había nadie, solo veinte tipos con los que me había acostado y para los cuales yo no significaba nada!

—Hey, hey… Espera —me dice con su voz tranquila y reconfortante—, ¿de qué rayos estás hablando? ¿Tuviste una pesadilla?

—¡No! ¡Te estoy diciendo que lo ví!

—¿Estás drogada? —pregunta interesada.

—Ben me dejó —declaro derrotada.

—Bueno, eso es lo que querías, ¿no? Pusiste en marcha tu plan perfecto de “cómo hartar a un hombre en 10 días” o los que hayan sido, no llevo la maldita cuenta de lo que duró tu matrimonio con Ben.

—¡Necesito tu apoyo, Lay, no que me digas que soy una pésima versión de una maldita película!

Lay resopla, siempre ha dicho lo que piensa y sabe que al final de cuentas terminaré comprendiendo que lo que dice es verdad, siempre ha sido así y no tiene por qué cambiar ahora.

—¿Estás en condiciones de venir a verme? Estoy preparando la maleta.

—No puedo creer que vayas a irte así, que vayas a dejarlo todo por Paulo… Siempre dijimos que ningún hombre iba a coartar nuestra libertad…

—No es cualquier hombre, Arah, es Paulo y estoy totalmente enamorada de él, amar a alguien no coarta tu libertad siempre y cuando sea el hombre correcto.

—¿Y cómo sabes que es el correcto? ¿Cómo puedes tener esa certeza?

—No es algo que pueda decidir tu cabeza, Ary, es algo que decide tu corazón… Quizá nunca te has enamorado y esa es la razón de que no sepas identificar el sentimiento pero tarde o temprano sucederá porque no creo que un ser humano pueda marcharse de este mundo sin haber experimentado el amor, en cualquiera de sus formas. Vamos, Ary, toma un taxi y ven a verme, creo que necesitas una terapia completa.

—Si estás con Paulo no quiero interrumpir… Además casi no lo conozco y no me siento en confianza, ¿entiendes?

—Y no sucederá nada si le pido que nos deje un momento a solas, puede bajar al bar un rato, no pasa nada.

—Creo que Paulo es maravilloso.

—Y yo creo que ya se te fue la olla y comienzo a temer que Ben sea el culpable de ello…

Ay, no… ¿Otra nueva teoría de Lay?

 



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Editado: 07.09.2018

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