En la cafetería he estado evitando a Killen, quien todos los jodidos días me pregunta lo que me sucede, la única explicación que le he dado es que tengo problemas familiares y él se ha tragado el cuento completito, por suerte nunca le conté nada acerca de mí.
Son las dos de la tarde, hora en que Killen deja su turno y se acerca para despedirse de mí con un tímido beso en la mejilla, mi respuesta es fría e indiferente y Luca me mira desde el otro extremo de la barra con desaprobación. Intento ignorar también a Luca pero una vez que nos quedamos solos se acerca a mí y se cruza de brazos.
—Sabes que en mí tienes a un amigo, linda, pero realmente creo que si no te digo lo que pienso me va a explotar dentro y quiero que tengamos Luca para rato. ¿Qué es lo que está sucediendo con Killen?
—No está sucediendo nada, Luca.
—¡Por favor! Puedo notar tu tensión cuando se acerca a tí.
—¡Está bien, está bien! Lo besé una vez y creo que ahora piensa que tenemos una relación, eso es todo, ¿de acuerdo?
—¡Pero, niña! ¿Qué demonios crees que estás haciendo? Le das "alas" y luego "calabazas", lo mismo con Benjamin, te casas con él, te lo calientas y luego lo dejas, ¿qué demonios está mal contigo?
—¡Que no fui yo quien dejó a Ben! ¿no te ha quedado claro? Fue él quien agarró sus cosas y se largó de casa.
—¡Claro que fuiste tú quien lo dejó! —Luca calla por un segundo— Lo dejaste atrás desde un principio, desde que decidiste que él era el culpable de la muerte de tu padre y del infortunio de toda tu familia...
—¡Basta, Luca! Te estoy muy agradecida por todo lo que has hecho por mí pero no necesito que eches sal en las heridas, ¡porque duele! ¡Carajo! —me quito el mandil y lo arrojo a la mesa de la trastienda. Luego salgo de ahí.
Me siento en una banca del parque y no veo pasar las horas, ya está oscuro cuando consigo tomar valor para levantarme y volver al apartamento de Luca.
—Lo siento —le digo apenas atravieso la puerta—, no sé qué sucede conmigo, ni siquiera yo me soporto.
—Que tal vez estés en tus días, niña —responde sin dejar de batir algo dentro de un bol.
Entonces me doy cuenta de que estamos ya en marzo y que la menstruación no ha hecho su triunfal aparición. Comienzo a hacer cuentas mentales y entonces bajo corriendo las escaleras mientras le grito a Luca que voy a la farmacia.
Cuando vuelvo, estoy temblando, tomo la prueba de embarazo casera y entro al baño. Orino sobre la cinta absorbente sin poder tener el control de mi propio cuerpo. Luca está afuera y cada dos segundos me pregunta si estoy bien, estoy a punto de pedirle que me deje en paz pero luego me doy cuenta de que está ahí para mí, intentando apoyarme. Debo de dejar de ser tan egoísta, mi padre no debió consentirme tanto. Me prometo a mí misma que si tengo un hijo, lo reprenderé tanto como sea necesario para que no sea como yo.
Después de algunos minutos, que a mí me parecen siglos, el resultado de la prueba aparece. Cierro los ojos y abro la puerta del baño, no estoy segura de que quiera verlo. Le entrego la prueba a Luca y le pido que lo vea por mí.
—¿Una línea estás embarazada y dos no? Porque creo que no lo estás.
—No, Luca, dos líneas es sí y una no.
—Entonces felicidades, querida, vas a tener un hijo.
Abro los ojos y tomo la prueba, la miro durante un par de segundos sin siquiera intentar parpadear. La prueba cae de mis manos cuando constato que lo que dice Luca es verdad. Lo abrazo fuerte y me echo a llorar.
—Tranquila, querida, podrás hacerle la prueba de ADN en cuanto nazca para que sepas quien es el padre...
Mi llanto va en aumento, no sé qué es peor, si estar embarazada o que Luca crea que no sé de quién es el hijo que espero. Creo que debo intentar explicarle que jamás me acosté con Killen pero mi garganta no está lista para emitir sonido alguno. Corro hacia mi habitación y me arrojo sobre la cama, no quiero que Luca vea el caos en que me he convertido.