¡maldito cliché!

19. Nadie sabe lo que tiene...

Luca me ha preparado un té de tila con valeriana y algunas otras hierbas que, me explica, sirven para tranquilizarte, adormecer tu pánico o lo que sea. No me importa si también le puso marihuana, creo que no me caería nada mal ver en cámara lenta mi vida.  Ponerle play, stop, rewind o fwd a voluntad…

¿Cómo demonios voy a ir ahora con Ben a contarle lo del “chamaco” que se aproxima? No va a creerme, es probable que piense que es una manera de presionarlo para que vuelva conmigo. ¡Por todos los cielos! ¿Cuándo invertimos los papeles?

Luca sigue intentando consolarme pero lo cierto es que no sé que voy a hacer.

—¿Qué vas a hacer? —pregunta por centésima ocasión.

—Voy a marcharme a Roma.

—¡Por todos los dioses, Arah! ¡Eso es demasiado cliché! —asegura.

Y aunque quiero decirle que tiene razón, que toda mi jodida vida es un maldito cliché, callo, callo porque no hay más nada qué decir. Ben jamás se enterará de que llevo en el vientre a un hijo suyo. A un hijo nacido de un amor disfrazado de rencor que contra todo pronóstico salió a flote cuando ya estaba prácticamente en el fondo del océano, porque el amor siempre emerge, tarde o temprano y cuando menos te lo esperas…

 

Esa misma noche, mientras Luca me arropa con ternura se ofrece para ser el padre de mi hijo, piensa que quizá podamos acomodar las cosas para hacerle creer que somos una pareja y ser unos verdaderos padres, amorosos y comprometidos con su educación. Me siento profundamente conmovida pero no puedo aceptar, sería como robar la vida de Luca, estrujarla entre las manos y lanzarla después al vacío. Soy yo, únicamente, quien debe afrontar las consecuencias de mis decisiones,  de mis descabelladas acciones y es justo eso lo que voy a hacer. Le pido la oportunidad de trabajar turno completo para poder juntar un poco de dinero y poder marcharme a empezar de nuevo. Por supuesto que Luca dice que sí, él va a apoyarme en lo que necesite.

—Pero sabes que si te vas sin decirle nada a Ben, él no va a ir a buscarte, ¿verdad? —pregunta mientras sostiene la manija de la puerta con la mano derecha.

—Pensé que no sabías quién era el padre —susurro mientras me acurruco en la cama.

—Hace mucho que amas a Ben, Arah, y creo que es justamente por eso que intentas odiarlo con todas tus fuerzas...

—¿Porque aún creo que fueron los Johnson quienes provocaron la muerte de mi padre? —pregunto de manera retórica.

—Porque en el fondo sabes que no fue así y porque temes no ser merecedora de un amor que ha traspasado el espacio y el tiempo.

—¡Estás hablando como si Ben fuera el héroe de una maldita película de acción que al final vuelve para salvar a la damisela en peligro! —me doy la vuelta para no verlo.

Me siento muy enfadada, ¿Ben les está pagando a todos para que le hagan quedar bien frente a mí? Es eso o de plano soy la única ciega aquí que no ve lo “maravilloso” que es Ben Johnson.

Después de un rato, parece que Luca se ha cansado de que su fase de “gurú del amor” no dé resultado y se da la media vuelta.

—Eres una terca, Arah, los años pasan y recuerda que “nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido”. Espero que no te suceda, cariño, porque la vida es lo único a lo que no le puedes echar reversa…

Ya lo sé, Luca, no tenías porqué recordarlo.

 



#44491 en Novela romántica
#7135 en Chick lit
#29259 en Otros
#4327 en Humor

En el texto hay: risas aseguradas, humor romance pasión, romance y humor

Editado: 07.09.2018

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.