Después de dejar a Killen en su casa, me las arreglo para ayudar a Luca a subir las escaleras. Abro la puerta y lo dejo recostado sobre el sofá, ya no me quedan fuerzas para llevarlo a su habitación. Después de eso, me coloco frente a la ventana y observo la ciudad. La luna está llena y luce hermosa, hacía mucho tiempo que no me tomaba el tiempo de observar lo maravillosa que es la naturaleza, estaba sumida en los sucesos banales de la vida. Acaricio mi abdomen y le digo en voz muy quedita a mi futuro hijo que estaremos bien, que será el tiempo quien se encargue de acomodar las cosas en nuestra vida.
Siento muchos deseos de escuchar la voz de Ben y entonces hago algo estúpido, tomo el teléfono fijo de Luca y le marco al celular. Cuelgo inmediatamente porque me arrepiento casi enseguida pero al segundo siguiente vuelvo a marcar. ¿Qué estará haciendo? ¿Se habrá dado cuenta que hace días dejé nuestra casa?
—¿Bueno? —responde al otro lado de la línea.
Yo guardo silencio, necesito escucharlo una vez más.
—¿Bueno? —repite ésta vez un poco más ansioso—. ¿Arah? ¿Eres tú?
Mi corazón late a mil por hora, él intuye que soy yo quién está al otro lado lo que me da la seguridad de que también está pensando en mí. Quiero abrir la boca, decirle que estoy arrepentida de todo lo que hice pero cómo la mayoría de veces, el pánico me domina y cuelgo. ¡Lo echo tanto de menos! Extraño sus manos tibias recorriendo mi cuerpo con premura y su aliento fresco sobre mi cuello. Me voy a la cama sintiéndome inquieta. Quizá si me animase a ir a verlo aún podríamos arreglar las cosas pero ¿qué voy a decirle? “La cagué” no es una buena opción, ¿habrá alguna forma más bonita de decirlo? ¿“Lo tiré todo a la mierda” funcionaría? No, creo que no. Será mejor dejar que las cosas sigan su curso.
Al siguiente día, cumplo lo que prometo, le pido a Killen que se siente y le sirvo un café bien cargado, creo que lo necesita después de los tragos de anoche.
—¿Cómo te sientes? —pregunto interesada.
—De la mierda pero sobreviviré —responde sonriendo.
—Sé que lo harás porque eres un chico maravilloso.
—Pero… —sonríe levemente y noto el par de hoyuelos que adornan sus mejillas.
—Pero no eres Ben —sé que ser honesta a veces puede herir a las personas pero creo que es mejor eso a darle falsas esperanzas.
Killen coloca su mano sobre la mía y vuelve a sonreír.
—Te deseo lo mejor del mundo, Arah. Creo que tú también eres maravillosa pero deja de esconderte detrás de toda esa frialdal fingida. Eres mucho más que eso.
—Lo sé.
—No, Arah, no lo sabes.
—Sí lo sé, Kill.
—Estoy seguro de que no.
Entonces me aferro a su mano con la que tengo libre y me echo a llorar. Killen se levanta y se sienta a mi lado, me da el abrazo más fuerte y conmovedor que me haya dado alguien antes y es entonces que vuelvo a sentirme segura. No debo dejar de moverme, la vida es un continuo movimiento que ningún sentimiento de angustia debe detener porque entonces se corre el riesgo de quedarse estático para siempre y estar estático equivale a estar muerto en vida.