¡maldito cliché!

26. De un solo trago.

Finalmente he logrado asentarme después de meses muy difíciles. Partir de lo que llamamos “hogar” que es el lugar donde pasamos la niñez, adolescencia y la mayor parte de nuestra vida, suena fácil pero no lo es en realidad. No solo abandonas tu rutina diaria, sino a tus amigos, los lugares que amabas o te traían recuerdos e incluso tus sueños… Aquellos que tejiste durante décadas y que aprisionabas en tu mano para que no escaparan de ella. Todo eso se ha quedado atrás, inclusive me olvidé de mi firme convicción de jamás permitir que un hombre me partiera en dos pedazos, sin embargo eso es lo que soy ahora, un alma rota que vaga por Roma, mientras mi corazón lo hace en la ciudad que me vio nacer.

He estado trabajando en un pequeño y bastante humilde restaurante llamado Pinsere, ni siquiera soy la cocinera principal, soy tan solo una ayudante de chef, sí, la que cuece la pasta, corta las verduras y echa el aceite de oliva en el sartén cuando alguien me lo ordena. Soy, lo que podemos llamar un fracaso. Sin embargo, soy un fracaso que lucha con ahínco para sacar a su hijo adelante. Bernard, mi hijo, nació hace un año y precisamente hoy es su cumpleaños.  Lay me ayudó a organizar una pequeña fiesta con nuestro pequeño círculo de amigos, tan solo una torta, un par de copas de vino y nada más. Sé que echaré mucho de menos a Luca e inclusive a Kill pero no hay nada que pueda hacer. Ésta es la vida que elegí y la que estoy destinada a sobrellevar.

Hasta el momento no he vuelto a salir con nadie a pesar de que he recibido un par de invitaciones de compañeros del trabajo, prefiero dedicarme al cien a mi pequeño hijo, que por cierto, es la viva imagen de su padre.

 

Entrada la noche nos reunimos con Lay, Paulo y un par de amigos no muy cercanos pero que al menos llenan el espacio de mi pequeño apartamento. Hemos puesto la comida al centro para que cada quien se sirva. El pequeño Bernard está sobre mis piernas y no deja de moverse, está muy ilusionado con su pastel y no deja de señalar la vela que hemos colocado al centro. Mi celular suena y con mucho cuidado lo tomo, es un mensaje de Luca.

Luca: ¡Felicidades al pequeño Bern!

Yo: ¡Muchas gracias, Luca! Me alegra que no te hayas olvidado.

Luca: ¿Cómo rayos voy a olvidarme de mi pequeño ahijado? ¡Porque yo seré el padrino cuando al fin decidas bautizarlo!

Yo: Estoy esperando a que sea mayor para él elija libremente la religión que desea profesar. No quiero imponer nada.

Luca: Y haces bien, querida. Killen está aquí conmigo.

Yo: ¡Salúdamelo mucho, por favor! ¡Los extraño horrores!

La comunicación se corta y mi celular suena, es Luca de nuevo pero esta vez en videollamada. Le doy a la tecla de aceptar.

—¡Hola! ¡Están guapísimos! —les digo.

Ahora Luca tiene un poco de canas en lo que otrora fuese un cabello castaño oscuro esplendoroso pero que le va muy bien. Se ve como un perfecto hombre maduro.

—¡No puedo creer que hayas envejecido tanto!

—¿Verdad que luzco más interesante?

—¡Y por mucho! Y tú, Killen, en verdad te ves muy bien.

Un Killen, con su mismo rostro aniñado pero con el cabello un poco más largo me sonríe a través de la cámara y me saluda con la mano.

—¡Te echamos de menos!

Bern se inquieta un poco más sobre mis piernas y entonces pongo el celular frente a sus ojos para que pueda interactuar con mis amigos.

—¡Hola! —le saludan Luca y Killen.

Bern balbucea un “ciao” apenas perceptible.

—¡Ya habla!

—¡Debes enseñarle a hablar en español o no va a entendernos nada cuando vuelvan! Porque vas a volver, ¿verdad? —exclama Luca.

—No lo sé, Luca —respondo con tono triste.

—¡Pero si te va del asco ahí! En cambio aquí me tienes a mí —Luca mira brevemente a Killen—, y a éste pequeño pelafustán.

Killen se queja un poco y yo río.

—Es enserio, Arah, debes volver, aquí han pasado cosas que demandan tu urgente presencia.

—No sé a qué te refieres, Luca.

Entonces lo veo bajar la mirada para tomar una revista, la cual coloca en la pantalla frente a mí:

“La familia Johnson se complace en hacerle partícipe del compromiso entre su amado hijo, Benjamin y la señorita Blue Wilson, quienes contraerán nupcias en la iglesia de San Patricio el día 14 de Febrero del año próximo. Enviamos una calurosa felicitación por su enlace con anticipación y les deseamos que las estrellas iluminen su camino”.

Mi rostro se ensombrece al ver la foto de Ben junto a una pizpireta Blue, que luce años luz más feliz que el pobre de mi ex-marido. El celular cae de mi mano y la comunicación con mis amigos se corta. Es Lay la primera en darse cuenta de que estoy al borde del colapso y corre para sujetar al pequeño Bern mientras yo bebo la copa que tengo frente a mí de un solo trago.



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Editado: 07.09.2018

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