27. Anulación.

—¿Puedes explicarme qué está sucediendo? —pregunta Lay preocupada.

Lay estaba conversando con Paulo y sus amigos y no se enteró de mi conversación con Luca.

—Vamos a partir la torta, ¿de acuerdo? Después te diré lo que quieras saber —respondo desganada.

—¡Pero es que estoy preocupada! ¡Mírate, estás palidísima!

Lay tiene razón, si no lo digo ahora mismo, voy a explotar.

—Ben va a casarse.

La quijada de Lay parece estar a punto de caer y después de un par de segundos recupera la compostura. Dirige sus pasos largos a la cocina y vuelve con un cuchillo que posteriormente me extiende.

—Siempre he sido muy cobarde, Lay, si me suicido alguna vez no creo que un cuchillo sea mi primera opción. Detesto el dolor.

—Es para la tarta, tonta.

—¡Ah! —respondo al descuido, la noticia de la boda de Ben me ha dejado sorprendida y confusa.

Comienzo a partir la tarta, mientras Lay persigue a Bern quien con pasitos torpes  se echó a correr en cuanto encendimos la vela pero en cuanto aparecen los pequeños presentes, mi hijo vuelve corriendo.

—Mira, Bernard, ¡son todos tus regalos! —le digo distraída.

—¿Mami?

—Sí, hijo, ese es de mí para tí, ¿quieres abrirlo?

Lo coloco sobre mis piernas pero luego se mueve inquieto para que lo baje, después de acuesta sobre la alfombra y se echa a dormir.

—Creo que los abriremos mañana, cariño —le digo al tiempo que lo levanto para llevarlo a la cama.

Lay me ayuda a cambiarlo mientras yo recojo y limpio la mesa y cocina. Algunos minutos después, Lay le dice a Paulo que se adelante a casa y que ella lo alcanzará en unos minutos. Tengo suerte de que mi amiga viva muy cerca, hace seis meses que se mudaron a una pequeña casa y yo pude quedarme con su anterior departamento. Mi amiga me sirve una copa de vino y posteriormente vacía el resto de la botella en la suya.

—Ahora sí, soy toda oídos —dice.

—Ben va a casarse, eso es lo que Luca dijo —respondo resoplando.

—¿Casarse? ¿Y con quien si se puede saber?

—Con Blue, Blue Wilson. Estoy segura de que la recuerdas, pelirroja, refinada y muy, muy arrojada… Si sabes a lo que me refiero. Ben fue siempre su objetivo, Lay.

—¿Pero casarse? ¿Tan pronto te superó?

—¡Por favor, Lay! Ben no iba a quedarse a esperar a que yo volviese.

—¿Pero casarse? —repite.

Me voy sobre ella y le doy una gran palmada sobre la espalda.

—¡Oye! —grita— ¿Qué demonios crees que estás haciendo?

—Pensé que te había dado una chiripiorca, porque repetiste dos veces la misma pregunta.

—¡Rayos, Arah!

Lay se soba la espalda.

—Eso dolió… Y volviendo al tema, ¿cómo demonios sabe Luca que Ben va a casarse?

—Pusieron el anuncio en una revista del jet set, ya sabes…

—¿Y qué decía el anuncio?

—Que su familia se honraba en anunciar su compromiso y boda, y bla, bla, bla…

—Nada de bla, bla, bla, Ary, quiero detalles, ¿qué más decía la nota?

—¿Puedes creer que el desgraciado eligió el mismo día de nuestra boda para casarse con esa fulana? —me arrojo sobre el sillón totalmente devastada.

—¡Vamos, Arah! Qué más decía…

—En la iglesia de San Patricio... La misma iglesia en donde fue nuestra boda. ¿En qué demonios estaba yo pensando el día que acepté casarme con él?

—¡Ahí lo tienes, Ary! Ben no puede volver a casarse por la iglesia porque ya lo hizo contigo. Eso no está permitido.

—¡Por favor, Lay! Los Johnson tienen todo el dinero del mundo, lo más seguro es que hayan anulado nuestro matrimonio.

—Solo el Vaticano puede anular un matrimonio, y únicamente por tres causas: el matrimonio no se consumó, se comprueba que a uno de los dos se le “fue la olla”, o porque alguno de los dos es menor de edad y no existe el consentimiento de los padres,  y ambas sabemos que ninguno de esos casos es el suyo, así que… Ben va a cometer un gravísimo error y somos nosotras quienes iremos a evitarlo.

—¡¿Qué?! —chillo.

—Ya me oíste. Impediremos esa boda.

—¿Te has vuelto loca?

—Jamás en mi vida había estado tan cuerda.