Maldito orgullo

1. Tu amor a cambio de nada

El sargento Mayor del ejército de Estados Unidos, me mira como si estuviera examinando a un criminal recién capturado, con los brazos cruzados en medio de la sala que solo es ocupada por los dos. insonorizada de punta a punta.

—¿Esta segura de su decisión? Talvez no está segura General Everett. Debería meditarla un poco más, es algo sorpresivo su baja.

—Estoy más que segura Sargento. He visto suficiente de este mundo cruel y despiadado, y me di cuenta que quiero algo diferente.

—Lo mismo dijo cuando vino aquí hace no más de cuatro años.

—Tenía apenas veinte años y venía de la organización zeta, esto a comparación de aquello es un paseo por el campo. ¿Alguna vez fue parte de los zetas? Comandante. Oh a visto lo que pueden llegar hacer.

—Nunca. Escuche sin fin de historias, pero nunca lo he vivido de primera mano.

—Y espero nunca lo haga, el paseo por la organización no fue placentero, pero sin duda me hizo abrir los ojos a la realidad. Así que Sargento, creo que será la última vez que lo vea, fue un honor estar bajo su mando.

Me pongo firme con la mano en la frente para hacerle el saludo correspondiente, el sargento hace lo mismo y cuando termina el se acerca a mí y me da un abrazo, siendo el, un hombre de casi setenta años, con más de media vida pasada en el ejército, fue lo más parecido a un padre para mí de lo que yo pensé.

—Caeli —me detiene el sargento antes de salir— Espero una invitación. Te deseo felicidad. No muchos salen de aquí con la misma convicción que tú aún conservas.

—Gracias.

Camino hacia donde me espera un auto que me llevará al aeropuerto, meto mis maletas en la parte trasera. Me subo y empezamos andar, ese enorme portón se abre de par en par dándome una última vista de lo que fue una gran parte de mi corta vida.

Donde me rompí y me armé. Donde caí y me levanté, donde casi muero un sin fin de veces, pero dónde dejé de tener miedo y empecé a retar a la vida.

BASTIAN

Ezra nos sirve una copa de whisky a los tres, mientras ocupamos algunos asientos de la sala de juntas que recién termina de ser usada por los inversionistas.

—¿Hay alguna noticia nueva? Creo que no nos tienes tan al tanto de todo, Bastian -Habla Romeo que es el primero en acabar su copa.

—No hay mucho que yo sepa y ustedes no, llegará en una semana desde Estados Unidos.

—¿Por qué el vuelo dura tanto? —como siempre de impaciente Romeo.

—Tendría que hacer algunas escalas, venir de América a Alemania no es cosa de dos horas. Además, está siendo escoltada por la milicia.

—Lo que es tener un gran rango en el ejército. —suspira enamorado Romeo.

—Es seguro que irás por ella al aeropuerto ¿No? —Ahora el de la curiosidad es mi primo Ezra.

—No, ha estado lejos de su casa y familia por varios años sin verlos, debería dejarles ese tiempo a ellos.

—Eso es muy bueno de tu parte Bastian.

—Es lo mínimo que puedo hacer Romeo. Pero está mierda aún no me agrada.

—Pero contribuiste a que pasará. —sentencia Ezra con la mirada filosa— Por donde lo veas, esto tendrá muchos beneficios para muchas personas incluido ustedes dos.

—¡Vamos Ezra! No lo hagas sentir culpable de algo que no es tan malo. El matrimonio siempre trae cosas buenas, puede que no se amén y sea un convenio. Pero nada es imposible.

—Se realista Romeo, Bastian en su vida a tenido una pareja sentimental por estar ahogado de trabajo, esa chica es un ex-alto mando en la milicia que viene de ver lo más grotesco que tú te puedas imaginar. Son perfectos desconocidos ¿Y crees que todo saldrá bien? No jodas.

—El amor lo puede todo. —refunfuña Romeo y Ezra mejor lo deja porque sabe que no cambiará nada.

CAELI

Cuando tomo mis maletas después del vuelo, me dirijo a las puertas del aeropuerto. Era claro que mi familia no vendría a recibirme —La oveja negra regresa a casa—, me despido de los soldados que me escoltaron hasta acá.

Empujó mis dos maletas hasta la parada del taxi, donde por suerte uno se para. Dios, ya me había acostumbrado a moverme de diferente forma en la base.

—¿A cuál dirección señorita?

—Deme un momento por favor.

Busco en mi celular la dirección de ese chico, estaba claro que a mi casa era el último lugar al que quería ir, y tenía dinero para un hotel, pero antes quería resolver asuntos urgentes.

—A está dirección señor —le enseñe en mi celular— perdón no sé cómo pronunciarla.

—No se preocupe enseguida llegamos.

Arrancamos por las carreteras, tanto tiempo sin ver Alemania y me parecía que ya hasta los autos volaban. Entramos a una zona más segura, le pido al señor que me deje frente a un inmenso portón negro y le pago.

Tocó la cajita del timbre y uno de seguridad sale de su caseta para abrirme.

—Buenas tardes señorita ¿Se le ofrece algo?

—Si, estaba buscando al Señor Bastian Rusher.

—El señor no se encuentra en este momento en la casa grande, el sale temprano al trabajo algunos días.

—Ya veo, no debí venir sin aviso previo.

—¿El señor la esperaba?

—Algo así, pero se supone que vendría tiempo después no ahora.

—Puede darme su nombre, le avisaré al señor, no le prometo que vendrá enseguida, pero sin duda no lo tomará por sorpresa total.

—Gracias, Mi nombre es Caeli Everett.

El guardia muy gentil me hizo pasar a la casa mientras él llamaba al tal Bastian que en mi vida había visto en persona.

BASTIAN

Ruedo los ojos cuando la secretaría me da un mensaje cuando claramente ordene que no me molestarán el día de hoy.

—Bianca, expresamente te pedí que no me molestarán hoy mientras trabajo.

—Lo siento señor, pero es algo sobre su casa.

—¿Sucedió algo?

—Su guardia dice que una señorita llamada Caeli Everett está ahí. ¿Quiere que le diga algo?




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