Maldito orgullo

7. No queda más tiempo

El doctor trae los exámenes y comienza a revisarlos frente a mí, lo miro tan concentrado que eso me asusta. Los deja por un lado y me mira, siento el frío en mi cuerpo.

—¿Es grave?

—Caeli la situación volvió a empeorar, por ahora no hay mucho que hacer, pero en un futuro se pondrá peor.

—¿Y la cirugía?

—No hemos encontrado a alguien con el que seas compatible para el trasplante de médula ósea. Y el marcapaso está sirviendo para avivar tu corazón, pero no será así siempre.

—¿Cuánto tiempo más?

—Todo el que decidas tener, sé que decirte que es algo de voluntad no es muy lógico pero solo tú puedes hacer funcionar tu cuerpo. Resiste.

—No lo entiendes, he estado resistiendo todo este tiempo y no me ha servido de nada. Ya me cansé.

—¿Qué hay de tu esposo? Él es alguien influyente, podrá hacer algo.

—Pero no quiero. Sabe lo del marcapaso, pero no de la leucemia. ¿Por qué alguien que no lleva mi sangre me ayudaría? Cuando mi propia madre no quiere dar la suya. Ella se elige antes que a mí.

—Te estás dejando vencer.

—Tal vez así me sienta más libre... Gracias por todo Doctor.

Subo a mi auto y manejo hasta la casa, por todo el camino no dejaba de pensar que aún quería hacer muchas cosas pero que el tiempo no es algo que pueda detener. Que tampoco quiero la lástima de nadie, que quiero sentirme yo misma siempre. Sin cadenas.

Bastian es bueno, lose. Pero eso mismo creía de mi madre y no fue cierto. Tal vez la ambición la cegó, soy consciente que el abandono de mi papá le dolió, pero yo no tenía la maldita culpa y sin embargo pague la cuenta de todos.

Talvez lo único bueno de que ella se volviera a casar y me mandará al extranjero es que pude hacer más de lo que me dejaba, me hice una vida. Encontré personas y disfruté salvar vidas y servirle al país, y no siempre todo fue amor. También hubo muerte y mucho dolor mental, pero eso también es parte de vivir.

Recién ahora pienso de nuevo en el porqué de mi salida del ejército. Fue por esto, porque puedo tener el corazón para querer salvar a más personas pero que no sirve de mucho si no funciona.

Además, cause muchas muertes y eran por trabajo, pero una muerte es una muerte y nada puede cambiarlo. Si es por un bien o un mal, aquí está mi karma, tienen razón cuando dicen que nadie se salva de eso.

Estacionó frente a la casa y bajo mis cosas del auto, camino hasta la puerta y desde adentro todo parece solitario. Cuando me fui era muy temprano y Bastian seguía dormido.

—Bastian, estoy de vuelta.

Cierro la puerta a mi espalda y no recibo respuesta, según sabía Bastian estaría hoy trabajando desde casa. Camino por el recibidor, subí a la segunda planta y efectivamente... Él no está.

Dejo mis cosas en una mesa que está por el pasillo, camino recto el pasillo hasta llegar al otro extremo.

La oficina de Bastian.

Este al igual que el bosque era una zona prohibida para mí. Y talvez para todos, porque solo Bastian entraba y salía de aquí, la puerta estaba abierta y eso me dio un gran hormigueo de curiosidad en la piel.

Camino de un lado a otro, poniendo sobre la mesa lo bueno y malo que sería entrar sin permiso, pero ¿A quién pedirle permiso? Además, es una oficina, no es la Baticueva misma.

Tomo el pomo de la puerta, me lo pregunto una última vez ¿Deberíamos? Vamos Caeli serán máximo cinco minutos, saldremos y nadie se enterará si tú no dices nada. Respiro profundo como preparándome para la guerra y abro la puerta más duro de lo ameritado.

A primera vista era una oficina grande, talvez del tamaño de muestra habitación. Pero no es sorpresa, porque tener una casa estúpidamente grande donde solo viven dos personas y que al final cada habitación sea del tamaño de un pitufo ¿Tonto cierto?

Doy pasos para acercarme al escritorio de madera que es lo que más destaca del cuarto, en el hay muchos papeles regados, una gran computadora. Libreros adornan lo demás, también lámparas que contrastan, una silla que da aire al jefe.

Ojeo el escritorio sin querer tocar nada, porque esos papeles podrían ser importantes. Presiono una tecla de la computadora, pero tiene contraseña, al no ver nada que sacie mi curiosidad, tomo la foto enmarcada que hay a un lado del librero en una repisa.

Era una foto nuestra, de un viaje que hicimos hace tres meses atrás. Fuimos a México. Recuerdo que esta foto nos la tomo una persona que pasaba por allí, cuando visitamos la playa.

La parte trasera del marco se siente floja, trato de apretarla para que quede bien pero no sede, la abro para ver qué es lo que impide que cierre bien y de ella escapa un papel doblado que cae a mis pies.

Me inclino para tomarla y la despliego, es la letra de Bastian. No iba a leerla, pero la primera palabra que había ahí, era mi nombre.

Era una carta dirigida a mí.

Las manos me empezaron a temblar, talvez iba a leer algo que no me gustará o algo que podría cambiar mucho o simplemente algo que no importaría jamás.

Caeli:

Se que no soy la mejor persona que has conocido, sé que este matrimonio no fue algo de amor o que se diera naturalmente, sé que no me amas o me miras de otra forma que no sea como una persona que solo convive contigo, pero yo sí siento algo por ti.

No podría ponerle un nombre ahora mismo, pero sé que es algo fuerte y que quiero descubrir a tu lado...

No pude seguir leyéndola porque la puerta se abre y miro a Bastian entrar, se detiene al solo verme. Guardo el retrato y la carta detrás de mi espalda. Él camina unos pasos en mi dirección.

—¿Qué haces aquí?

—La puerta estaba abierta, lo siento sé que no debo estar aquí.

Camine de prisa para salir de ahí, pero al pasar a su lado el tomo mi brazo y con fuerza hizo que sacará lo que llevaba escondido para tomarlo en sus manos.

—Quien demonios te ha dicho que puedes tomar mis cosas. —Era una de las pocas veces que lo miraba enojado conmigo.




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