Estaba exhausto, todo el día había tenido que estar en reuniones de socios, discutiendo los próximos proyectos de la empresa. No había visto a Caeli desde ayer por la noche. Me moría ganas por estar con ella.
Me acomodo la camisa del traje y abro la puerta que esta delante de mí, al asomarme una sonrisa gentil es lo primero que me recibe.
—¿Qué haces aquí?
—Vaya, cualquiera diría que no te hace feliz verme.
Se carcajea y me acerco a la orilla de la camilla. Toma mi mano y juega con ella entre sus dedos.
—No te había visto, ¿dónde estabas?
—Estuve toda la mañana en la empresa.
—¿Sucedió algo?
—No, solo tenía que encargarme del trabajo que tenía pendiente y dejar todo en orden para que los empleados sigan sus labores aún si no estoy por unos días.
—¿Tomarás vacaciones? —Se sienta sobre si y me hace tomar asiento a su lado— apenas habías cerrado el negocio con los inversionistas de Washington.
—Claro, los hermanos Souls. Pero hablé con ellos y no tuvieron problema con que Ezra y Romeo fueran los encargados en la alianza. También te mandan sus deseos para que te recuperes.
—Gracias... Supongo. Pero, me suena a que esto no es por simples vacaciones.
—No eres fácil de engañar. —niega con la cabeza y acaricio su mentón— yo seré el encargado de cuidarte ¿Sí? No necesito a tu madre metida en nuestra casa. No después de que prefirió dejarte morir a ayudarte con su médula.
—El doctor te lo digo ¿Cierto?
—Aquí la verdadera pregunta debería ser porque no me lo dijiste tú. Abríamos encontrado una solución más rápida, es una enfermedad dolorosa por momentos. No me imagino tener que lidiar con eso y encima en silencio.
—Olvidemos todo lo malo que paso estás semanas. Ya estoy mejor, ¿Ya puedo volver a casa?
—¿Bromas? Tienes que quedarte más tiempo, estuviste en una operación delicada. No es una simple gripe.
—Pero ya quiero irme a casa, dormir en mi cama, entre mis mantas calentitas y ver el bosque desde la ventana.
—Lo siento. Pero el doctor aún no te ha dado el alta. Si de algo te hace sentir mejor, vendré todos los días y me qu daré desde que despiertes hasta que te duermas de nuevo.
—Gracias, pero supongo que eso sería muy cansado para ti. Estar en un hospital todo el tiempo, deberías estar en casa más tiempo. Te sentirás más cómodo.
En el fondo quisiera decirte que es el lugar al que menos quiero regresar si tú no estás, nunca pensé que la soledad sería algo que me asustara tanto como para buscar estar a tu lado a cada minuto.
—Nada de eso, cuidarte es un privilegio.
Por primera vez disfrute de una larga espera. Venir todos los días a desayunar a su lado, aunque fuera comida sin sabor del hospital, sentarme a leer a conversar o simplemente disfrutar del suave silencio.
Ver cómo los enfermeros tomaban sus signos y sus revisiones diarias, escuchar al doctor decir que iba mejorando, ver cómo su débil cuerpo de nuevo se ponía hermoso. Sus ojos recuperaban su brillo de inquietud y dinamismo.
Ver su piel sanar de todas las inyecciones, los sueros y aparatos. Ver cómo poco a poco dependía menos de tantas máquinas para respirar y monitorearse. Disfruté cada maldito segundo que estuve metido en ese hospital acompañándola en su recuperación. Sintiendo que en esos momentos solo la tenía para mí.
Tal vez me decepcionó que pronto regresaríamos a esa enorme casa donde cada quien seguiría con su rutina de nuevo, alejados más horas de la que me gustaría, sabiéndola en el mismo lugar pero lejos de mí. Aunque no podía negarle sanar por completo y salir de este lugar que ya la tenía aburrida por la monotonía.
1 mes después
CAELI
Agitó mis pies en el aire, mientras me encuentro sentada a la orilla de la cama de hospital esperando que Bastian vuelva de la recepción después de firmar los papeles para poder irme a casa.
Ya había pasado mucho tiempo aquí, ya quería regresar a mi lugar conocido, comer comida chatarra y ver películas en el sillón toda la tarde Reviso la hora en mi teléfono y van a dar las dos de la tarde. La puerta se abre y me deja a Bastian entrando con papeles en la mano.
—Todo listo, podemos irnos. El doctor me dio algunas indicaciones para que sigas en casa.
—Está bien, ¡Andando! Ya quiero volver. —Me apresuro a llegar a la puerta, aunque Bastian me detiene.
—Sin correr, creo que la casa no va a desaparecer porque nos tardemos un poco más en llegar.
—Tú no entiendes el sentimiento, fuiste miles de veces a la casa en estas semanas, es obvio que no la extrañas.
Se hace a un lado y me invita a salir de la habitación, caminamos a un lado estúpidamente lento hasta el ascensor y hasta el piso cero donde está el estacionamiento. Con las llaves hace sonar el auto y me abre la puerta del copiloto para que entre.
Me abrochó el cinturón y luego entra él, cuando todo está listo nos ponemos en marcha, él camino se me hace corto hasta cada, cuando la seguridad nos da paso a la casa muchos de ellos me felicitan por volver y desean mi absoluta recuperación. Aunque según yo, ya no sentía ningún malestar. Podría correr una maratón y no me dolería ni el orgullo por quedar en último lugar.
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Editado: 08.06.2025