Dijo; Niño trabaja para que cobres, el niño le dijo al padre;
busca riqueza y así nunca dejarás de ser tan pobre.
Que calma, ahora que no cargo con la angustia de saber si estabas orgulloso, pues la decepción siempre fue el miedo de un jóven que quiso ser mejor, y que por no ser juzgado en tus ojos, lo dejó en manos del temor.
Ya no siento tal desesperación, ese agobio, pues comparto la certeza que encontré más de lo que cualquier otra persona buscó. Y yo, yo que nunca he buscado más que alivio, en el vívido atardecer de unos ojos trágicos que olvidaron el cariño. ¿Pude hacerlo mejor?
No creo que haya otra manera de hallarme en tu sangre, pues no tengo recuerdo de verme en tu abrazo un niño alegre.
Y cómo olvidar los sentimientos en la piel, los golpes en el alma, pues un rato me alejé de ti, para sentir la calma, para morir con tu apellido y darte las gracias, pues aprendí que quién vive desesperadamente no disfruta y muere solo con riquezas sin valor, el oro no tiene alma.