Máliz era una pequeña niña especial de 8 años. Cuerpo delgado, cabello corto esponjado. Estudiante de una escuela nivel promedio de magia en la cual no le iba muy bien, le costaba entender las clases y no podía hacer hechizos por ser especial pero ésto no le llegaba a importar, debido a que por su actitud rara pero agradable pudo hacer un buen puñado de compañeros. Todo iba bien, era amiga de todos, sin embargo no de una persona o bueno más bien de un niño
Este era un chico asocial de su misma edad con cabello largo, desbaratado pero lizo lo cual a su forma de ver siempre le había interesado por ese detalle, no por qué se viera bien o algo así, sino simplemente porque le gustaba ese tipo de cabello en general.
Un día como cualquier otro Máliz fue a la escuela de magia, pero espera, ¿Qué hacia ella en esa clase de instituto?, ¿no que no podía hacer poder mágicos? Bueno eso es porque nuestra protagonista es de una familia rica y sus padres pudieron convencer a los directores de su inscripción a cambio de dinero y eso fue debido a que su hija siempre se ilusiono por ser maga. Ya adentro del colegio sus padres tenían la esperanza de que ahí conocerían a alguien que se contactara con ellos para que le cediera sus poderes mágicos a la niña, claro a cambio de una gran suma de dinero, pero esto sonaba raro en todo sentido, le dijeron que no podía hablar de eso con los profesores y que lo mantuviera en secreto y se contactara con ellos (padres) si alguien se lo ofertaba. Podría haber sido un tema digno de duda y desconfianza pero por su escasa edad lo dejo pasar. En aquella época únicamente le importaba el cómo podría hacerse amiga de aquel chico, lo pensaba y pensaba, mas no tomó en cuenta el camino y chocó con alguien.
—aich —expresó ella, volteó para ver quién era y notó que era el chico de cabello largo, quién se encontraba mirando al suelo viendo las hojas mojadas pertenecientes a su cuaderno empapadas por un charco. —lo siento por eso, ehh, ¿Pasó algo? —dijo al ver que no se movía.
—mi tarea... —dijo con la cabeza abajo.
—eh?, tranquilo, ¡perdón perdón! —Dijo mientras recogía las hojas—. Aún se pueden arreglar, ¿ves?
Le mostró las hojas empapadas al muchacho y se las dio en su mano.
—No, ya está roto —le dijo y comenzó a rasgar las hojas mojadas dejando caer los pedacitos al suelo—como esa flor que acabo de pisar —dijo volviendo la vista a dicha planta.
—¡En verdad lo siento no era mi intensión!, ¿s-sabes?, podrías copiar de mis deberes— dijo y le muestra su mochila.
Máliz no era una persona que solía tartamudear en lo absoluto pero en esa situación se encontraba apenada y hablando muy rápidamente.
—Tranquila de todas formas es una simple tarea, no me evaluaran por eso —Expresó hablando pausadamente
—ya veo... ¿me perdonas? —Preguntó la muchacha
—vaya, eres como los demás —le dijo con una pequeña sonrisa—Analiza un poco lo que acabo de decir.
— ¿anali qué? — Dijo con la mayor ingenuidad del mundo.
—jajajajaja, nada... —se rió y la miró, Máliz no entendía mucho, por lo que inclinó la cabeza—oye, ¿Qué opinas de las flores? — Le preguntó
— ¿Las flores?, son muy bonitas, Además hay un sendero en el camino para rumbo a mi casa que siempre me llena de felicidad, y a ti?, ¿Qué piensas de las flores?
—son feas
— ¿¡Qué!? — Gritó como si fuera el peor pecado del mundo — ¿cómo no te pueden gustar las flores?
—No lo sé simplemente no me gustan, son frágiles
—Qué raro eres...además ¿cómo tienes ese cabello? — aprovechó para preguntar
— ¿mi pelo? —preguntó y observó su espalda—No lo sé simplemente creció así y ya.
— ¿Enserio ni un consejo?
—No, discúlpame.
—mmm bueno... —dijo ya terminando de hablar, no tenía ideas para conversar pero para su suerte sonó el timbre poco después— Es hora de irnos, vamos al salón — informó y los dos fueron al aula sentándose en asientos alejados
Mientras Máliz estaba sentada vio que tocaba clase de historia así que decidió ignorarla y dejar pasar el tiempo, no le interesaba en lo absoluto, es decir, no tenía nada que ver con magia directamente y para ella, sólo eran charlas de cómo ancianos que vivieron hace cientos de años fundaron el estado. El tiempo paso y luego de un rato no estaba prestando atención, bueno, siendo sinceros no estaba despierta, en mitad de clase.
—Clase —dijo la profesora—así que la fuente de vida de un ser capaz de usar magia es la misma, es decir, la magia, alguna pregunta, ¡MÁLIZ! —Gritó la profesora desde su lugar causando que la chica se despertara con un hilo de saliva en su boca