Malos hábitos #1 [en proceso]

Prólogo

Albert y Sam no eran los mejores, y eso era algo que todos en Black River sabían. 

Sam podía ser dulce y amigable a los ojos de todos, pero la verdad, es que era alguien completamente diferente, ella estaba vacía, al igual que Albert.

La hojas revoloteaban al ritmo del viento. Mientras la ruleta de emociones empezaba, los malos hábitos no se iban. Y cuando una esperanza florecía, otra se marchitaba al compás de sus buenos momentos.

La chica conocía ese olor, no era la primera vez que su acompañante se drogaba. Según él, no era drogarse, era "medicarse", y la misma mierda de siempre. En un notable suspiro, no pudo evitar pensar si Albert la podía ver como una amiga y no como su difunta ex novia, de pensar en que solo volvió para hacerla sentir como un reemplazo, hacía que su corazón diera puntadas dolorosas, no sentía amor hacia el chico, pero ella haría todo por Albert, ¿porqué quien era ella para juzgarlo? 

Samantha suspiro triste, a lo que Albert no dudo en mirarla confundido.

―¿No habías dicho que estabas bien?― El chico pregunto en un tono confuso ― Digo, si no te sientes bien, lo mejor sería que te vayas...―Agrego.

―Uh...―Samantha inclino su cabeza hacia atrás  ― Estoy bien, solo que, bueno...― La chica dudo un poco. A lo cual Albert solo resoplo con fuerza.

―Déjalo ―Dijo ―. Sabes que hablan mal de nosotros ¿no? ―Pregunto mientras volteaba la cabeza dirección a la chica.

―No―Contesto Sam, a su vez que inflaba sus mejillas.

―Bueno, ahora ya lo sabes―Albert soltó mirándole con diversión ―, solo no llores cuando digan cosas horrendas de ti ―advirtió. 

―No me interesa lo que digan, Albert―Aclaro irritada ―, demás que solo son porquerías sacadas de contexto, son un asco. Al diablo con ellos, ¡que se pudran! ― bufo, molesta de todo.

Molesta de ella misma, por ser mentirosa. 

Ambos disfrutaron el pequeño silencio que quedo unos momentos, para después ambos echarse hacia atrás y mirar el cielo estrellado.

―Gracias por quedarte a mí lado, Sam―el pelo castaño agradeció en un susurro audible.

 Sam lo miro, y quizá, solo quizá, supo que Albert todavía tenía una esperanza. Ella era su esperanza.

―Te quiero, Albert ―. Sam esbozó una sonrisa, y a su vez agarro la mano contraria, así entrelazando sus dedos en un tacto frívolo y vacío.

Después de todo, ambos tienen malos hábitos. 

 



#11462 en Otros

En el texto hay: palabras mal sonantes, drama adolecente

Editado: 12.09.2021

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