Mamá & Mafioso

Prólogo

La vida de Marian Montevende nunca había sido fácil. Entre las facturas que se acumulaban como torres inestables, los turnos interminables en el supermercado y los malabares para que a Dani y a Valeria no les faltara nada (o al menos, lo imprescindible), el estrés era su compañero de vida. Pero si algo había aprendido era a reírse entre dientes de la adversidad. Después de todo, ¿qué era un corte de luz a fin de mes comparado con la mirada de Dani cuando hackeaba el Wi-Fi del vecino para sus "experimentos", o los monólogos dramáticos de Valeria sobre su "carrera" como influencer, a pesar de que sus únicos seguidores eran su abuela y tres bots?

Sin embargo, esa tarde lluviosa de martes, el universo decidió que sus problemas cotidianos eran poca cosa. Porque en el mismo instante en que Marian discutía con el cajero automático que se había tragado su tarjeta —¡No es mi pin, es que la tecla 4 está pegada!—, dos hombres con trajes caros pero mal ajustados, y un aire de torpeza que delataba su ineptitud incluso para el crimen, observaban desde un sedán negro.

—Esa es, ¿no? Rubia, ojos claros... La descripción coincide, murmuró uno, ajustándose unas gafas de sol que ni el cielo gris justificaba.

—Sí, sí, es la prometida del jefe. La que se viene a Italia, asintió el otro, aunque dudando. Porque la mujer que tenían delante llevaba zapatillas desgastadas, un chubasquero con estampado de dálmatas comprado en rebajas, claramente y hablaba sola mientras golpeaba la máquina. Nada que ver con la sofisticada amante que imaginaban. Pero las órdenes eran las órdenes.

Y así, en el momento en que Marian por fin recuperaba su tarjeta —¡Ja! Toma eso, tecnología—, un paño empapado en cloroformo —comprado en oferta, por cierto— le cortó el aliento. Lo último que alcanzó a oír fueron los gritos de Dani —¡Eh, eso es un delito informático... y también real!— y el chillido de Valeria —¡NO ME TOQUÉIS EL PELO, ESTO ES KERATINA SIN SULFATOS!— antes de que la oscuridad se los tragara a los tres.

Error número uno: Luciano Lombardi, il Diavolo di Napoli, había ordenado secuestrar a su prometida, la fría y calculadora Bianca Moretti.

Error número dos: Sus secuaces, en un giro tragicómico del destino, habían raptado a una madre soltera, su hijo hacker que ya estaba mentalmente revisando códigos de seguridad para escapar y su hija dramática que, entre lágrimas, pensaba en los stories que podría subir si sobrevivía.

Y así, entre maletas equivocadas, mafiosos con poca vista y una familia que era todo menos lo que esperaban, comenzaba el caos más hilarante y peligroso de sus vidas. Porque si algo era peor que meterte con la mafia italiana... era meterte sin querer con Marian y sus hijos.




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