Mama’s Boy

Capítulo 1: La serie y la revelación

La tarde caía sobre San Francisco con un cielo gris pesado, como si el mundo supiera lo que estaba a punto de pasar. Alejandro se recostó en su cama, con los auriculares puestos, viendo el último episodio de una serie que nunca olvidaría. Era una historia sobre un chico que, al contarle a su madre su orientación sexual, encontraba aceptación y amor. El final lo dejó con una mezcla de lágrimas y una esperanza que no sabía que tenía guardada.

Se quedó mirando la pantalla en silencio, el corazón latiendo más rápido. “Si él puede… tal vez yo también pueda”, pensó, apretando la manta entre sus manos. Había pasado años ocultando quién era, fingiendo ser alguien que no existía para no provocar los gritos de su madre, los reproches de su padre.

Esa noche, después de cenar, Alejandro se armó de valor. La casa estaba tranquila, el eco de la televisión apagada llenando el salón. Caminó hacia la cocina donde Pearl estaba organizando los platos, tratando de parecer casual, aunque cada paso le temblaba.

—Mamá… —comenzó, con la voz temblorosa—… tengo algo que decirte.

Pearl levantó la vista, con esa sonrisa que Alejandro recordaba como tibia y familiar. Pero algo en sus ojos lo hizo dudar.

—¿Qué pasa, Alejandro? —preguntó, mientras secaba un plato con un trapo.

El nudo en su garganta se hizo más fuerte. Inspiró profundo y, en un hilo de voz, lo dijo:

—Soy… soy gay.

Un silencio helado llenó la cocina. Pearl dejó caer el plato y Alejandro vio, por primera vez, que la mujer que lo había criado no parecía la madre de la serie que él había visto. Sus ojos se endurecieron, su rostro se tensó.

—¿Qué dijiste? —su voz era un filo de cuchillo, fría y cortante.

—Mamá… soy gay… —repitió, apenas audible.

Los gritos vinieron después. Palabras que quemaban más que el fuego, insultos que Alejandro no podía entender. Su corazón se rompía en mil pedazos mientras su madre lo acusaba de pecado, de vergüenza, de decepción. Intentó explicar, llorando, que no había elección en quién amaba, que solo quería que lo aceptara. Pero cada palabra parecía rebotar en un muro de odio.

Al final, se retiró a su habitación, con el llanto pegado a la piel, sintiendo que el mundo entero se había vuelto frío y hostil. La serie que había visto lo había preparado para la aceptación, no para el rechazo. Pero algo dentro de él, aunque herido, todavía se negaba a desaparecer.

Porque, aunque Pearl no podía verlo, Alejandro sabía una cosa: ser él mismo no era un crimen.



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En el texto hay: realismo, lgbt, drama psicológico

Editado: 13.11.2025

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