Capítulo 19: La desesperación

El frío y la lluvia habían calado hasta los huesos de Alejandro. Sus pies estaban adoloridos, sus manos entumecidas, y el hambre le retorcía el estómago con punzadas constantes. Cada paso por las calles parecía más pesado que el anterior, y la soledad lo envolvía como un manto implacable.

Se apoyó contra un muro, respirando con dificultad. La ciudad parecía indiferente a su sufrimiento, y por primera vez desde que había escapado, Alejandro sintió que el mundo lo había olvidado. Sus pensamientos se mezclaban entre el miedo y la tristeza, preguntándose si alguna vez encontraría un lugar donde pudiera ser aceptado.

Recordó a sus hermanos, las palabras de Isaac, y un hilo de fuerza apareció entre la desesperación. Aun así, el cuerpo le pedía detenerse, descansar… y Alejandro sabía que no podía permitirse ese lujo. La noche venía, y con ella, la amenaza de un frío aún más intenso.

Intentó caminar, buscar un refugio mejor, algo que lo protegiera de la lluvia y del viento. Cada paso era un recordatorio de que la libertad también puede ser cruel, que la vida en la calle no perdona, y que la seguridad que había perdido en su hogar era difícil de recuperar.

Se sentó en el suelo, abrazando su mochila y sus rodillas. La desesperación lo envolvía, pero en algún lugar dentro de él, una chispa de resistencia todavía brillaba, recordándole que había logrado algo imposible: salir del centro y mantener su identidad intacta.

Esa noche, mientras la lluvia seguía golpeando la ciudad, Alejandro comprendió que su camino sería solitario y peligroso, y que cada elección que hiciera tendría un precio. Pero también sabía que, aunque fuera difícil y doloroso, no podía dejar de luchar por ser él mismo, aunque el mundo entero se mostrara en su contra.