Algunos vecinos comenzaron a notar la ausencia de Alejandro. Comentaban que no lo habían visto salir ni regresar, y empezaron a preguntarle a Pearl si todo estaba bien. La presión social se sumaba al dolor y a la culpa de los padres.
—¿Ya volvió su hijo? —preguntó una vecina mientras Pearl recogía la ropa tendida.
—No… todavía no —respondió Pearl, con la voz temblorosa.
August pasó por el patio y asintió con la cabeza, evitando la mirada de la mujer. Las preguntas lo hacían sentir aún más responsable, y cada palabra de los vecinos recordaba la ausencia de Alejandro y el vacío que había dejado.