Mamihlapinatapai

Prólogo

 

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Hubiese sido un día perfecto sino fuese por la maldita carta que había llegado a sus manos, era una carta del líder del clan Klein para ella, joder ¿Su padre no podía entender que lo que ella quería era dejar la manada? Oh vamos, era una simple omega, no la necesitaban para las relaciones políticas, a su padre le bastaba y sobraba con Nuriel, su hermano mayor, bueno, puede que este exagerando un poco, ella es consciente de lo necesaria que era militarmente para su manada, antes conocida como el clan de la Luz, sin embargo, ella mucho antes dejo bien en claro que no le interesaba ser parte de una manada que la menospreciaba por ser una omega. Sin embargo el jefe del clan seguía allí, fastidie y fastidie con lo de tomar las riendas del clan, su hermano mayor era un alfa, un muy buen hermano del cual aún guardaba bellos recuerdos, luchar por el liderazgo de la manada contra él sería prácticamente absurdo —aunque las posibilidades de ganar eran neutras— pensó la pelirroja, ambos eran buenos en la lucha física, pero bastaba con que Elayne usase sus poderes para dejarlo totalmente derrotado, no por nada era una de las dos “leyendas” de su clan. Ignoró el pedazo papel y siguió con lo suyo. Intentando enfocar sus ideas en la limpieza que se encontraba haciendo a su departamento.

¿De donde salia tanta basura?

¿Esto era una casa o un chiquero?

Definitivamente limpiar no era lo suyo

Y digamos que no era tan sencillo cuando sentía que la carta la observaba y juzgaba “Dios, esto es una estupidez” pensó, una carta no tenía ni ojos para verla. Vamos, Elayna amaba su vida universitaria, suplicó y luchó con garras  para lograr su tan ansiada libertad, Nuriel nunca la creyó capaz de hacerlo porque según él “era una niñita de papá”, a pesar de eso vivir como un lobo nunca fue una prioridad para ella, prefería su lado humano, aquel en el que no era débil ante nadie, sus progenitores fueron lo suficientemente estrictos y cariñosos con ellos como para enseñarles todas las técnicas de defensa y ataque que conocía, por si fuera poco era una experta en el manejo de Armas, aunque sus padres opinaran que el uso de ellas no era apropiado para el orgullo de un cambia formas como ella. A veces, pocas veces en realidad tenía sus momentos y decidía echarse a correr una vuelta por los alrededores de los bosques de la ciudad, buscando la sincronía espiritual que sabía debía tener con su lobo, siempre teniendo en cuenta que ningún humano merodease la zona.

Decidida a ignorar el contenido de la carta por al menos unas horas más. Decidió prender el reproductor de música y perderse en la misma. Ignorando a la pelinegra que entraba al departamento.




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