Manantial de amor

Consentimiento

El sacerdote nos pidió mencionar mutuamente las preguntas del consentimiento. 

—Yo, Ji-Min Park te acepto a ti Angélica Escandón como mi esposa y prometo serte fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad y amarte y respetarte todos los días de mi vida.

—Yo, Angélica Escandón te acepto a ti Ji-Min Park como mi esposo y prometo serte fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad y amarte y respetarte todos los días de mi vida.

—Angélica, ¿Quieres ser mi esposa?

—Sí, quiero.

—Ji, ¿Quieres ser mi esposo?

—Sí, quiero.

A éstos consentimientos mutuos siguieron otros que respondíamos amorosamente con las miradas perdidas en un océano de amor profundo... Hasta que llegamos al final con ésta bella oración emotiva.

—El señor confirme con su bondad éste consentimiento vuestro que habéis manifestado ante la iglesia y os otorgue su copiosa bendición.

Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre... Pueden ir en paz.

Sellamos nuestro amor con un profundo beso como si estuviéramos sumergidos en el fondo del mar sin necesidad de respirar por medio de un tanque de buceo, con un abrazo mágico de luz con el cual ambos sentíamos la conexión de nuestras almas amándose igual en el más allá, festejando nuestro triunfante reencuentro en la Tierra como por la eternidad. Nos reconocimos, ambos despertamos de nuestro letargo sueño para reconocernos y entregarnos el uno al otro a nuestro eterno amor declarado.

Los invitados dichosos se acercaron para abrazarnos y felicitarnos, deseándonos que nuestra bendita felicidad perdure por siempre al igual que nuestro amor, entre ellos se acercó Gabriel a darme un emotivo abrazo y con lágrimas en sus ojos desearme infinita dicha, Ji, ya no sentía celos de Gabriel, ahora era como su hermano, un amigo entrañable y el futuro padrino de su hijo Dong.

Pasamos al festejo en nuestro grandioso jardín que decoramos con una gran pérgola en madera cubierta completamente del techo con follaje verde natural y plantas colgantes verdes a los lados simulando paredes pero de follaje típico de las montañas. Con espléndidas esferas de luz colgantes alrededor y al centro para crear luz artificial abundante durante la noche, en las esquinas se colocaron grandes ramos con flores naturales en colores  rosa, azul, amarillo y morado. Así mismo bases de luz multicolores en el piso que hacían contrastar los de las flores naturales. 

Las mesas para los invitados eran de madera cubiertas con finos manteles en forma de rosas en color blanco con una elegante línea dorada a la orilla de cada rosa, así mismo las sillas con un cojín dorado para hacer más cómoda la estancia de los invitados. Al centro de la mesa tres canastas de mimbre con flores naturales en rosa, rojo y blanco acompañados alrededor de velas aromáticas en blanco con dorado en tres diferentes medidas. Una selecta vajilla blanca con una línea dorada y al centro del plato la servilleta de tela con una tarjeta dorada con el centro en blanco para hacer resaltar nuestras iniciales doradas "A y J"  y debajo escrito el nombre de cada invitado a esa mesa con una cordial bienvenida. Los cubiertos completamente dorados hacían resaltar lo blanco de los platos y la transparencia de las copas. Cada mesa esperaba hermosamente reluciente a nuestros invitados allegados. 

La mesa a desnivel para los novios era muy enternecedor, formaron una gran pared con siete mil rosas naturales en color blanco y rosa pálido a nuestras espaldas, veintiún candelabros con velas grandes al frente y de lado en diferentes tamaños que daban el toque cálido, el pastel cuadrado de cinco pisos a la derecha sobre una mesa de la cual colgaba un bello mantel como el resto con rosas blancas. Colocaron luces en tonos lilas, blancas y rosas para resaltar la pared de rosas naturales y debajo de nuestra gran mesa por toda la orilla que enmarcaba el desnivel. Esas luces fueron parte fundamental de la decoración al llegar la noche.

En el centro de la pérgola abrimos el baile con nuestras iniciales sobre el piso de madera formados con las luces y un gran corazón. Bailamos abrazados mirándonos a los ojos mientras nuestras almas danzaban en el cielo acompañadas por el brillo de las estrellas y la complicidad de la luna.

Se fueron uniendo al baile las parejas enamoradas como nosotros que fueron seducidas por la excelente música coreana. Entre ellos Cristina quien lucía un vestido entallado en color rosa palo, es una mujer bella y radiante con el amor de Gabriel a su lado y quien sonreía todo el tiempo al tener de repente una hermosa compañera e hijos, Cristina ya no podía concebir más hijos pero a Gabriel no le importó educar y amar a los de ella como de suyos.

   

Después de la deliciosa cena mexicana y coreana con kimchi que preparó mi suegro, Ji me tenía preparada una sorpresa. Le dio la bienvenida a ocho hermosas bailarinas procedentes de Corea del Sur con un tradicional baile llamado "Buchaechum" (danza de abanicos) durante el baile trazan figuras en forma de flor con los abanicos abiertos, luciendo espectaculares vestidos en tonos llamativos y sincronizadas en sus movimientos a la perfección, con rostros angelicales. Al finalizar el "Buchaechum" continuaron con un bello baile espiritual de purificación llamado "salpurichum" fue una bellísima sorpresa aprender un poco más de la bellísima cultura coreana, pero no solo yo estaba maravillada con tanta belleza y cultura, mi suegro fue cautivado e hipnotizado por la bella maestra de las bailarinas, quien en unos meses se retiraría de su trabajo para dejar que la juventud innovara en el arte de la danza, éste es su último viaje con su grupo de alumnas, nos platicaba entristecida. 



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En el texto hay: amor, muerte y esperanza, kimchi

Editado: 13.11.2020

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