Mandala

II

No hay nadie más a quien quiera dedicar mis mañanas, he de admitir. Como tampoco existen las raíces ahí subversivas ante el ojo grande de tu piel, a nadie más quiero escribir. A ninguna otra persona quisiera presentar con una casi adultez mi amor por completo: es pesado… casi siniestro ante las manos que lo abrazan. El calor… la gloria de esta enfría a los males que se presentan; esos que nadie desea con inmediatez, fuerza y dolor. Sin embargo, el fuego siempre se vocifera ahí en las raíces de las plantas, en los prados, en los arboles altos y en las trincheras. El fuego siempre es silencioso, pero a todo quema. No solo al mundo físico, ¿sabes?, sino a los ocasos de la locura misma. Y constituye ser aún más un problema el no poder escuchar, ni ver, ni tocar, ni querer hacer nada de lo que se debe hacer para gritar y observar. Lo que pasa, te lo digo así de a secas, es que mi amor ya ha sido tomado por ti. Es inevitable ser otro sin tu cariño que me pega como sol de arena. El mundo ahora tiene color gracias a eso. Los humanos me agradecen, yo los detesto, pues a ti te quiero como se quieren los helados, el olor a orquídea y a los ojos café, iguales a los que tienes.



#13331 en Novela romántica

En el texto hay: destino, desamor, antinovela

Editado: 31.07.2022

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