—Cariño.—llamó mi atención mi madre haciendo que despegará mi vista del libro en mis manos.—Deberías invitar a Nick a cenar hoy, tu padre va a hacer su pizza casera y ya son tres semanas de que lo conoces, anda, tráelo a casa, quiero conocerlo.—dijo mamá mientras tomaba mi café.
—Espero que no tenga planes hoy, le diré y te aviso. Por cierto ¿Van a venir tus hijos adoptivos?—pregunté haciendo referencia a los dos mejores amigos de mi hermana.
—Pues claro cariño.—sonrió.—Nadie se pierde la pizza de papá.—guiñó el ojo y reímos.
—Amor.—llamó mi papá desde la cocina.—Dile a tu hijo que si viene su amigo me avise, para sacar la escopeta.—Por alguna razón yo seguía siendo el bebé de la casa. ¡Soy once meses mayor!
—¡Mamá! Es solo un amigo, defiende a tu bebé. — hice un puchero y mamá rió. Bueno, esos once meses podrían no importar, al final, el tiempo es relativo.
—¿De qué hablan?—dijo Ar, tomando una manzana del frutero para lavarla y luego comerla.
—De Nick.—soltó mamá risueña.
—Entonces es justo y necesario.—albortó mi pelo y se sentó a mi lado, exactamente, lo mismo de siempre ¿En serio soy el mayor?
—¿Mamá me juras que no soy adoptado?—pregunté en mi ensoñación y comenzó a reír.
—Mamá te dije que era muy obvio.—susurró cómplice Arleen.
—¡Papá!—giré mi silla a la cocina.
—Es la verdad hijo.—apoyo a ese dueto de maldad, llamado mamá y hermana.
—Ya no los quiero, voy a irme de esta casa.—fingí enojo.
—Adelante.—mordió su manzana mi hermana y volteó a ver a mamá.—¿Puedo rentar su habitación?— y todos rieron, evidentemente, menos yo.
—Me voy, voy tarde a la universidad.— tomé cosas para subir a cepillar mis dientes y escuché como reían y yo sonreí, me gustaba escucharlos reír y pasar tiempo con ellos, aún así en un futuro debo considerar mudarme, no porque no los quiera, amo a mi familia pero también necesito comenzar a ver por mi mismo, pero esperaré un poco, necesito conseguir unos ingresos extras.
Lavé mis dientes, puse alguna canción y solo me puse a ver mi reflejo, es como esas veces que te quedas viendo a la nada y se te olvida todo.
—Narciso, ya vas tarde a la escuela.—se asomó Arleen por la puerta y me despabilé inmediatamente y solo tome mi mochila, mi celular y un gorrito porque ya ni si quiera entendía el clima, hace tres semanas estaba soledado, hoy hace un frío del demonios, gracias vida, eh, re lindo, no me gusta ni el calor en exceso ni el frío en exceso.
—Muy graciosa microbio, me saludas a mis hermanos postizos.—grité bajando las escaleras y escuché que gritaba algo pero ya era tarde para prestar atención.
Tomé el mismo camino de siempre y aún así no me molestó, me gusta ir viendo la calle, es raro, sí, puede que me atropellen, también pero no sé me siento libre de poder encerrarme en mi burbuja pequeña, pongo un audífono en mi oreja izquierda y dejó la derecha libre para así poder caminar a gusto, giró en la esquina y veo que a lo lejos se ve la universidad, saludo a una señora que vende flores, una abuelita muy linda, de cachetes rechonchos y una actitud hermosa, le compré flores a mamá hace dos semanas y ella me ayudó a escogerlas, es un amor.
—Adiós, cuídese ¿Segura no quiere que venga por usted? Sabe que no es ninguna molestia.—escuchó una voz bastante familiar dentro de la tienda.
—No mi pequeño Nicky, mi hijo vendrá hoy amor mío, no te preocupes, cuídate y sal a divertirte, eres joven cariño, por cierto no olvides la pomada de árnica que te puse, cuídate mi niño, te veo mañana.— aquel chico besó la mejilla de la hermosa señora y salió totalmente de la tienda guardando un botecito en su mochila.
Cuando ví que era Nick no pude evitar acercarme más a él.—¿La conoces?—pregunté de golpe y aún así no se sorprendió, solo sonrió, cómo siempre.
—Es mi vecina.—soltó y sonrió aún más, el mundo es un pañuelo lleno de microbios, oh, cierto, nosotros somos los microbios, bueno ese es otro tema.
—¿En serio? Ella es muy linda, es una señora muy amable.—admití y sonreí.
—Lo es.— susurró con un tono que no pude identificar, es como, no sé, cuando haz tenido un buen momento y aún así hay algo que te ponga triste pero igual y solo era mi imaginación y dicho mucho.—Amorcito, no me saludas como es debido.—pasó su brazo por mi cuello y me juntó a él, sí, ahí estaba Nick de nuevo.