Mango.

3.

El fin de semestre estaba cerca, después de tanto ambos chicos se habían pasado varias madrugadas en vela tratando de terminar sus proyectos impidiendo así que pudieran coordinar mucho fuera de las clases, sin duda mientras podían trabajar en equipo, ambos se buscaban entre miradas involuntarias y acordaban trabajar juntos, suponiendo que solo era porque se habían conocido primero pero tal vez, no era del todo cierto.

 

En todo ese tiempo apenas y habían podido interactuar, una estación se acababa y el otoño comenzaba su segundo mes, que a pesar de esperar días bastantes fríos, extrañamente había días calurosos y un tanto cálidos aunque por la tarde el frío fuera un poco más fuerte.

 

—¡Nick! ¿Lo puedes creer? ¡Pasamos!—gritó Sean emocionado mientras inconscientemente abrazaba al mencionado.—Juraba que este semestre sería un dolor de cabeza y con ese profesor jamás íbamos a pasar.—Nick rió y regresó el abrazo.

 

—¿No crees que merece ser celebrado?—preguntó Nick dando golpecitos en su mejilla esperando el beso de su actual amigo.

 

—Olvídalo, ya te habías tardado.—Sean se separó avergonzado porque no había notado que era feliz abrazando al mayor, despejó sus pensamientos y volvió a reír con Nick que lo veía divertido por perderse en sus pensamientos.

 

—¿Qué sientes?—preguntó Nick descolocando a Sean.

 

—¿Cómo?—le interrogó con curiosidad.

 

—Sí, ya sabes, para saber qué piensas, no puedo preguntarte qué piensas si no lo entiendo desde tus sentimientos primero, si no entiendo lo que piensas, entenderé como te sientes y supongo que eso es mejor.—Sean volteó quedándose mirando a Nick, detallo cada facción de su rostro desde algunos mechones rebeldes de su cabello.caer en su frente, sus ojos, sus pequeños rasgos en la mejilla cuando sonríe hasta quedar en sus labios y volvió a subir la mirada, jamás dejaría de sorprenderle, arregló sus lentes y siguió con los labios entre abiertos, fascinado por lo que escuchaba.

 

—Felicidad.— dijo sin más.

 

—Entonces eso es bueno, dime qué piensas.—Sean se quedó pensando, no quería admitir que la felicidad venía de estar a su lado, llevaban seis meses de conocerse y aún así sentía que era mejor lastimar su corazón ocultando lo que sentía a ser lastimado por todas esas palabras bonitas pensando que no eran más que una broma.

 

—En que pasamos.— dijo ocultando su sentir.—Vamos, creíamos que no lo lograríamos, no puedes negar que es muy increíble, además...— fue una de nuestras primeras clases, ya sabes, en ese auditorio.

 

—Además...—el de ojos aguamarina le invitó a proseguir pero Sean calló de repente, recomponiendose en unos momentos.

 

—Es viernes y todos los viernes son divertidos.—volvió a sonreír Sean y Nick le creyó.

 

Pero no todos los viernes son divertidos o felices y Nick lo sabía, no cuando sabía que durante dos días no vería a Sean y por raro que esto le pareciera, quería pasar con el chico lo más que pudiera, era un poco de su elixir antes de llegar a casa.

 

—Sean.—Nick llamó su atención.—Salgamos hoy, anda.—tomó el brazo del menor y comenzó a agitarlo como un niño pequeño.—Anda ¿Sí?—siguió agitando su brazo mientras que una señora pasaba con su hijo reía por ver tal escena, viendo como el más alto parecía un niño pequeño y tierno mientras que Sean también estaba a punto de reírse viendo directamente los bonitos ojos azules de Nick.

 

—De acuerdo, vayamos a algún lugar.—terminó Sean por soltar una pequeña risa.—¿A dónde quieres ir?— volteó a ver y Nick se llevó su mano pensativo, era una buena pregunta, no lo había pensado a fondo por dos razones, la primera, es que probablemente Sean se negara, la segunda es porque no quería un plan para pasar el rato con él, quería que lo espontáneo naciera y fuera increíble.

 

—Vayamos por algo frío primero.—Señaló y Sean saltó feliz acomdando sus lentes, amaba el helado pero ¿Quién no?

 

—Jamás estuve tan de acuerdo contigo, vayamos al de siempre.—sonrió el menor y el ojiazul sonrió de igual manera viéndolo mientras caminaban al establecimiento con decoración retro.—Sabes.—Sean río viendo al frente.—Un día, Arleen y yo solíamos frecuentar está heladería, éramos unos niños y eran momentos agradables, no digo que contigo no lo sean, no, son bastante agradables, sólo que no sé, ves en retrospectiva y...

 

—Ves que todo ha cambiado—complementó Nick interrumpiendo al de lentes.—que el tiempo se nos ha ido entre las manos, tanto, que hay veces que quisiéramos vivir un día más como los niños que éramos, tal vez éramos más felices y quién sabe, más soñadores, quién diría que al crecer nos volvemos temerosos ante la vida.—soltó un suspiro de melancolía y sonrió.—No podemos evitarlo, mi madre solía decir que, siempre vamos a tener preocupaciones y cosas por las cuales llorar pero también existirán días y personas que nos hagan saltar de alegría y así, la vida valía la pena disfrutarse.




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