Mango.

7.

Nick.

 

Todo fue tan rápido. No estaba razonando, el momento en que decidí hacer aquello ni si quiera estaba pensando correctamente, estoy perdido, si tan sólo yo no hubiera probado ese fruto prohibido, si tan sólo no hubiera besado a Sean y mierda, si tan solo no me lo hubiera correspondido todo sería diferente, pero las cosas no fueron así, no puedo permanecer a su lado, no a pesar de repensarlo, no ahora que todo se está yendo a la mierda conmigo.

 

No ahora que siento hechos trizas los que alguna vez sólo fueron trozos de cerámica.

 

No ahora...

 

Quería culparme pero sólo lloraba mi alma de tristeza, si ese día no hubiera llegado...

 

Basta, era inevitable.

 

Me recrimine, sabía que podía pasar y no lo evité, me cansé de evitar sentir cosas por él, el amor no se puede meter en caja de Pandora ni ignorar como mera metáfora.

 

Mi mente estaba perdida, quería dejar de pensar pero al mismo tiempo ver sus ojos, tal vez yo no soy lo que busca tal vez ni si quiera me ame como yo a él...

 

Odio la opresión en mi pecho, quiero llorar, gritar, huir, cualquier cosa, pero no podía, no cuando la intravenosa me ataba a esa cama, no cuando mis signos vitales son monitoreados por una máquina, no cuando mi cuerpo duele tanto, no cuando lo extraño tanto, no cuando siento cosas tan fuertes por él.

 

Pero...

 

...Yo...

 

...No puedo arrastrarlo a este ciclón que yace en mi, no ahora, apagué mi celular y lo deje dentro del cajón de la fría y blanca habitación en donde sólo el monitor con mis signos se escuchaba.

 

—Lo siento tanto, Sean. Perdóname.

 

 

Horas atrás.

 

Luces neón por todos lados, es lo único que veía y aún así, Sean bajo ellas lucía la persona más jodidamente hermosa de este mundo, volteaba a ver alrededor viendo como todos perdían la razón en un vaso de alcohol, como otros bailaban y reían, otros solo se sentaban a observar el show y otros tantos lloraban abrazados a una botella de whisky que tal vez, vomitarian en unas horas mientras que otros tenían la fortuna de estar abrazados o compartiendo algún beso con la persona que amaban.

 

La persona que aman...Sean.

 

Inevitablemente lo volteé a ver ¿Gustar? Suena muy poco. ¿Amar? Muy seguramente.

 

—No sé si me emociona esto.—volteó a verme, si lo veíamos en retrospectiva era una fiesta absurda y bastante improvisada pero aún así siguió hablando.—No me molestan las fiestas, simplemente no las entiendo porque siento que no es mi ambiente.— admitió.

 

Yo, supongo que me daban igual, al final es alcohol gratis y un poco de olvido, una anestesia y un dolor latente; Sean volteó a verme y sonrió.

 

—Quiero alcohol.—sentenció.

 

—No, si tomas tendrás un dolor de cabeza que ni Arleen es capaz de provocar ni quitar, así que no te daré alcohol, prometí cuidarte.—reí.

 

Señor responsable, te llaman.—refunfuñó.

 

Siempre cariño, siempre.—guiñé hacía él y me miró en desaprobación.—Aún así no quiero que tomes hoy, no estás listo para estar tan ebrio, al menos hazlo en otro momento, no sé, con Arleen o sus amigos, pero hoy deja que las cosas fluyan sin este de por medio.

 

Porque egoístamente quiero que mañana recuerdes estar a mi lado, armar memorias conmigo y si mañana amaneces con resaca, no querrás recordar el día de hoy y con él yo me esconderé en tus recuerdos que luego serán olvidados. 

 

No quiero olvidarte, al menos yo no puedo, ¿Cómo hacerlo? Cuando tus lentes caen y al estar concentrado los sube cerca de dos veces al mismo tiempo y luego pasas tu mano por tu cabello y es tan tierno como eres tú, siendo tú. 

 

¿Sean, tú, me olvidarías? 

 

Un día, escuché de alguien que no podía decir que su pareja era perfecta puesto que nunca ha conocido la perfección en persona, si bien, no lo hacía, se atrevía a llamarla a ella como su definición de perfección, una que era perfectamente imperfecta y una belleza que portaba en mente.

 

Sean, era eso para mi, un amor perfectamente imperfecto, porque sería perfecto si sus sentimientos fueran correspondidos pero era tan perfecto que tal vez no podría estar a su lado y compartir risas, llantos, emociones a flor de piel porque ese espacio no era para mi, no cuando sólo tengo demonios tristes que compartir a su lado.




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