Mango.

12.

Las discusiones se habían vuelto constantes en nuestra rutina pero eso no quería decir que nos dejáramos de amar, eran tan absurdas que nos mantenían hablando durante todo el día y una sonrisa pintada en el rostro, en definitiva Nick era luz en mi vida.

 

—Amor, ya te dije que es mejor la segunda toalla, combina más con el baño.—regañé a Nick que ponía un rojo encendido en el lugar.—Además no me gusta ese color.

 

—Manguito, nadie lo va a ver, no afecta en nada, es una toalla.—dijo Nick terminando de ponerse su jean.

 

—No amor, mira, no combina, yo lo veo.—señalé.

 

—Pero está bien bonita, mírala además es suave.—se acercó a mi para frotarla entre sus dedos.

 

—Amor, basta ya hablamos de esto.—reí divertido y el pelinegro puso una nueva cara de duda en su rostro tratando de analizar las toallas.

 

—Bien, tal vez tengas razón.— murmuró continuando con su labor.

 

—Usemos esa en nuestra habitación.— sonreí al ver su emoción.— Dejemos la otra en el baño principal.

 

—Eres el mejor.— dejó un beso en mi mejilla haciendo ruido para ir rápidamente a colocar la toalla y regresar.

 

—Por cierto, hoy termina el caso de mi abuela, se dictaminará lo necesario ¿Quieres acompañarme?—dije yendo a la sala de estar seguido de Nick quien escuchaba atento.

 

—Todo lo que te involucra, me involucra.—me abrazó por detrás y depositó un beso en mi clavícula.—¿A qué hora nos vamos?— dijo Nick, sonreí para darme la vuelta y abrazarlo. Los brazos de Nick no sólo eran mi refugio, eran ese impulso de fuerza total y a la vez un cálido beso en la frente diciéndote que todo estará bien, el soñar despierto y el vivir entre amores.

 

No pasó mucho tiempo cuando ya estábamos encaminados al lugar en donde mis padres habían especificado, por otra lado, la mudanza de mi abuela había llegado días atrás. Había recibido la llamada de Arleen el día que fui con Nick a ver a su padre, mi abuela se mudaría con ellos y las cosas estaban saliendo a su favor, me alegré por aquello sin embargo, no puedo imaginar la fortaleza con la que ella ha de enfrentar aquello, la persona que ella crió y vió crecer ahora se había consumido tanto en egoísmo que le importaba poco la familia que una vez veló por él.

 

—¿Sucede algo?— preguntó Nick a mi lado en el auto.

 

—Pensaba en todo esto, no sé.— dejé la idea al aire, eran tantos pensamientos que no podía organizar cada uno de ellos.

 

—Todo saldrá bien, vamos, no te angusties de más.— vi como en un alto puso su mano sobre la mía dando un pequeño apretón para regresar su vista a la carretera.—Dime qué es lo que sucede.

 

—Pensé que las personas cambiaban, pero creo que es como dice Arleen, las personas siempre han sido así, pero ver a mi pasado y recordar las veces en las que mi tío era amable, ahora se siente irreal, Ar siempre peleó con él cuando las cosas no iban bien por algún detalle que detonaba eso, pero al final sabía que éramos una familia.— dije, y ese éramos resonó fuertemente en mi mente, ahora sabía amargo el recuerdo, dolía el sólo pensarlo.

 

—Me duele tanto que por más que en estos años quisieramos ayudar a mi abuela, no podíamos porque ella no se dejaba ayudar y no hay peor sentimiento que el querer hacer algo por alguien y que este lo rechace como si tuviera la razón de todo.— suspiré.

 

—A veces...— comenzó Nick a hablar dejando al aire la idea unos momentos.— A veces, nos ciega el sentir, el hecho de que pensamos que los sentimientos van a hacer cambiar a alguien, pero, aún si le das todo tu amor a las personas, no van a cambiar, por más que aguantes sus golpes, sus insultos, no es amor, no van a cambiar, no van a despertar al día siguiente y dirán ¡"Hijo, me equivoqué tanto, te amo, vamos a iniciar de nuevo!"— comilló en un alto con sus manos y regresó las manos al volante, sabía que aquello le dolía pero que comenzaba a sanarlo después de todo lo que ha pasado, lo está logrando, perdonarse por culparse, perdonar su pasado y a su padre. 

 

—Las personas nunca van a cambiar si ellos no quieren hacerlo, pero las personas tampoco tienen aguante de hierro, evidentemente; si te hace daño psicológico, físico y/o emocional no debes permanecer ahí, porque esa persona primero debe comenzar a amarse a sí misma.— supiró.— Y sí, sé que es un tema algo— buscó las palabras adecuadas— ya sabes, trillado, usado, pero, vamos, no lo sería si no fuera real; vemos pasar, una, dos, diez, cien, personas durante nuestro día, unos portan un bonito maquillaje, otros no, algunos portan su ropa más bonita, otros se han levantado tan rápido que les ha costado si quiera darse una ducha y otros se han levantado tan tristes que estar ahí es un verdadero martirio. Todas, absolutamente todas las personas llevan una batalla interna, así por pequeña que las persona externas la vean, ahí está. Y está bien porque aún siguen de pie, porque aunque busquen rendirse, ellos están ahí, siendo fuertes.




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