Mango.

Epílogo.

—Manguito.— llamó el pelinegro, haciéndome voltear hacia él que estaba en la sala.— ¿Puedes venir?— escuché a lo lejos, terminé de acomodar mi cabello y fui hacia donde provenía su voz.

 

—¿Sucede algo?— pregunté al verlo caminar detrás mío.—¿Qué hay en la caja?—la señalé.

 

—Te he hablado para que la abras pero antes de eso, Sean, dime que no eres alérgico a nada.— dijo Nick abrazándome por detrás hundiendo su rostro en mi cuello.

 

—No, Nick, no lo soy, vamos déjame abrir la caja.—persuadí el hecho de que hubiera una caja en medio de la sala, no tan grande como para llamar la atención de muchos pero dejándome con la duda de querer saber que había escondido ahí.

 

—Me aseguraba solamente que no fueras alérgico al fruto de nuestro amor o bueno de ¿La adopción de nuestro fruto de nustro amor? bueno no lo sé, ahora que lo digo en voz alta suena realmente absurdo.—rió. Realmente no sé cómo definirlo pero ya lo verás.—siguió abrazándome mientras yo intentaba voltear a verlo.

 

—¿Pero qué dices?—reí ante sus palabras.

 

—Ábrelo.— señaló la caja y me picó la curiosidad saber que es lo que se encontraba debajo, tomé ambos lados del listón dándome cuenta que no estaba amarrado con fuerza, dejé que el listón se deslizara por un lado, encontrándome una pequeña nota pidiéndome que cerrara los ojos.

 

—Nick...

 

—Ciérralos.— pidió y obedecí mientras escuchaba a la distancia que tropezaba con ciertas cosas para después dejar de escuchar ruido alguno, queriendo abrir así los ojos sentí una pequeña respiración en mi mano haciéndo que me alejara de inmediato.

 

—Nick, vamos...

 

—Bien, ábrelos.— hice caso encontrándome un gatito en sus manos, un pequeño gato en sus manos, gris con algunas franjas más oscuras.

 

—Tenía que asegurarme que no fueras alérgico a nuestro hijo.— señaló y lo abracé con cuidado de no aplastar al minino en sus manos.

 

—¿De dónde salió?— acaricié su cabecita mientras veía a Nick a los ojos, sus bonitos ojos azules.

 

—Bueno, la semana que estuviste buscando empleo, una señora entró a la florería pidiendo un pequeño arreglo y terminó contándole a la señora Ofelia que se encargaba de un refugio de animales, fuí y me encontré que este pequeño había sido abandonado con su madre y su camada, los demás fueron adoptados, incluso su madre y él quedó; y bueno, no lo dudé y ahora está aquí, con nosotros.— mis ojos se llenaron de lágrimas y un pequeño maullido se escuchó llamando la atención de ambos con sus ojos azul gris expectantes a lo que sucedía.

 

—¡Oh!— dijo alargando dicha vocal.—Eres muy precioso.— dije acariciándo su pequeña cabeza de nuevo, haciéndolo ronronear.—¿Le haz puesto nombre?—inquirí mientras me daba cosquillas los bigotes del pequeño.

 

—No, esperaba que le pusiéramos uno juntos.— ensanchó su sonrisa.

 

—¿Tienes algo en mente?— bajó su sonrisa con duda, al darse cuenta que no había buscado opciones.

 

—Bueno, no realmente.—volteó a verme mientras alzaba sus hombros y comenzó a reír.—Me emocioné tanto comprando lo que iba a necesitar para vivir, e incluso lo revisé con René y dijo que el acredor no tenía problema, digo, Jare tiene a su perro pero no quería ser descortés, comenzó a reír aún más y lo abracé, pasé mis brazos por su cuello y seguí su risa.

 

—Eres increíble.— mofé y besé sus labios mientras dirigía su mano a los ojos del gatito.

 

—¿Qué haces?— me alejé viendo aquella escena.

 

—Está chiquito.—dijo tan tiernamente que comencé a reír, mi corazón latía conmovido y él simplemente se dedicó a verme.

 

—Claro, ahora no te besaré en dos semanas.— sentencié con seriedad.

 

—Ya se enojó tu papá.— molestó Nick acariciando al pequeño mínino.— Dile cuanto lo amas.— reí.

 

—Déjalo, está quedándose dormido.— fue a ponerlo en una camita que sacó de la habitación que era especialmente para mascotas y el gatito se quedó tranquilamente ahí sobre el sofá.

 

—Hay que ponerle Gato al gato.— propuso Nick, ganándose una mala mirada de mi parte.

 

—No vas a escoger el nombre tú.— reí.

 

—¿Qué piensas de Plutón?—preguntó seriamente.

 

—Me niego rotundamente, además, no es negro el de Poe lo era, pero mi pequeño es gris con franjas por si no lo haz notado.— insinué regañándolo.




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