Mango.

Final.

Los viroteos se extendían por todo el lugar siendo adornado por bonitas flores, lleno de colores y de vida, dando rienda a que el festejo siguiera, algunas flores por acá y otros por allá.

 

Sean sonreía a la cámara mientras sotenía la mano de Nick y en la otra un hermoso ramo de flores  cortesía del pelinegro y elección de la señora Ofelia.

 

—¡Chicos, sonrían acá!— gritaba Arleen en el momento en que Nick y Sean se volteaban a ver perdiéndose en su propio universo, tan suyo. Ambos chicos voltearon tomando su mano y agarrando su birrete, todo el lugar estaba lleno de chicos graduándose, con sus túnicas y lanzando el característico birrete marcando una nueva etapa en su vida, extrañarían los pasillos de aquel lugar, los auditorios e inclusos las malas exposiciones con letra pequeña que dejarían ciega hasta el águila con mejor vista pero aún así no podían evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas, recordando todo lo que ese lugar ha visto, todos esos recuerdos. ¿Haz pensando en lo que contarían sus paredes, sus lugares, si pudieran compartir esas memorias? Seguramente la nostalgia atañaría a cualquiera y no perdonaría las lágrimas de nadie.

 

El ruido de un flash se escuchó proveniente de la hermana del pelicafé, quien sonreí al ver a su hermanito—que aunque fuera el mayor, ella siempre lo procuraba—tomó unas fotos más al ver como Nick sonreí viendo a un distraído Sean hablando con sus amigos, Thomas reía mientras que sostenía la mano de Nerea atrayendo la mirada de los presentes.

 

—Ya se habían tardado, me preguntaba de donde salía tanta tensión cuando ustedes dos estaban juntos.— molestó un divertido Nick haciendo sonrojar a ambos chicos frente a el.

 

—Lo mismo dije yo.— abogó Ar llegando al lugar de sus amigos.

 

—¿De qué lado estás?— molestó Thomas.

 

—Bueno yo sólo digo hechos, amigos míos.— todos rieron y voltearon a ver la nueva joven pareja que se tornaba tímida pero sin dejar el amor de lado.

 

—No me esperaba esto en mi defensa.— dijo Sean con una sonrisa.

 

—¿En serio?— preguntó incrédulo su novio.

 

—Bueno, no pasaba mucho tiempo con ellos últimamente, apenas si aparecían en mi casa y estaban con Arleen, no conmigo; después de eso nos mudamos si te lo recuerdo.—hizo un puchero.

 

—Se tardaron chicos.—mencionó el pelinegro pasando su brazo por los hombros de Sean quien entrelazó sus manos.

 

—Bueno...— rascó su nuca Thomas.

 

—¡Oh! Pequeños granujas, díganles, díganles.—insistió Arleen con voz molesta achicando los ojos.—Ya me acordé porque estoy molesta.—cruzó sus manos.

 

—¿Qué sucedió? No entiendo.— volteó el chico de lentes totalmente confundido, quería reírse por la inusual situación pero no la entendía totalmente así que aguantó su sonrisa y esperó a una respuesta viendo que los mejores amigos de su hermana no decían nada.

 

—Ellos dos.— señaló Arleen alternando su dedo entre cada uno.—Llevan saliendo casi un año ¿Pueden creerlo? Lo hicieron oficial hace casi un año y antes de eso, ya se besaban como si no hubiera mañ...

 

—¡Arleen!— interrumpió avergonzado Thomas cubriendo su rostro con su mano libre y la risa de Nerea surgió al ver sonrojado hasta las orejas a su novio.

 

—Oh.— se limitó a decir Sean.—Espera ¿Cómo lo descubriste?—volteó a ver a su hermana quien le respondió con una mirada extraña que sólo ellos entendieron.

 

—Se estaban besando cuando los encontré.—hizo una mueca de asco y sus dos amigos se sonrojaron.

 

—Esperen, ¿Qué...?— Sean iba a decir algo más hasta que se vió interrumpido por alguien más.

 

—¡Ahí están mis chicos favoritos!— se escuchó la voz de la madre de Sean haciéndolos sonreír en el trayecto.—Sean, Nick ¡Felicidades, chicos!— se detuvo a abrazarlos.—Los llevo buscando un buen rato desde que los vimos en el auditorio pero me sigo perdiendo entre tantos pasillos y lugares, en fin.— suspiró viendo hacia todos con duda.—¿Por qué esas caras?

 

—Oh, madre, es una larga historia.—abrazó Arleen a su madre y Sean asintió.

 

 

—¿Qué se siente ser un recién gradudo, hermanito?—preguntó Arleen mientras dejaba su cubierto en su plato para enfocar toda su atención a los chicos frente a ella.

 

—Ser adulto apesta.—dijo el pelicafé soltando aire moelsto,

 

—Concuerdo.— señaló el papá de Sean atrayendo las risas de todos en la mesa y una mirada de regaño de su esposa.

 




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