Manipulada Por Mi Jefe

INTRODUCCIÓN

16 de Julio 2013

Aunque no lo creas, intento vivir

Odio la manera en que sus ojos se apagan lentamente, perdiendo aquel brillo tanto distinto al mío, donde la diferencia entre ambas era tan notoria que no había alguien que siempre lo mencionara las pocas veces que pasamos juntas en la calle.

Pero lo hacía, y hoy está a mi lado, dejando de respirar lentamente, mientras mis pulmones tratan de recoger aire de mi entorno, absorbiendo la mezcla del tabaco que se apaga cerca de mis ojos me pica con temor.

Por primera vez en 16 años estamos cerca a menos de un metro, sus labios entreabiertos intentando llamar a Alex me hace saber que ya no puede. Pienso en lo que tal vez podría decirme, disculparse tal vez o solo mierdearme como último suspiro.

Mi cabeza palpita por el dolor y mis brazos se mueven, apenas mis dedos pueden intentar mover la colilla que me podría quemar la ceja derecha por su cercanía. Con la garganta seca de gritar intento hablar, pero hasta mis cuerdas bucales saben que es inútil.

Se que es inútil, porque muere por los milisegundos que no puedo pedir ayuda a su nombre, pero esta bien, supe que se iba cuando apenas soltaba el palo y se movió solo unos metros luego que golpearme y dejarme con frio tendida en el suelo, cuando su mano fue a su pecho y apenas volvió a verme y caer junto a mí.

El odio puro se instala en lo mas sano de mi corazón, mientras el alivio interno de que esto acabo me llega a calar en la mente, donde parte de mis músculos adoloridos sienten el alivio del fin de los golpes y azotes.

La sangre se le acerca, mi sangre en un riachuelito pequeño se acerca a su boca entre abierto, sus ojos apenas parpadean al verlo antes de que la profundidad de la vida se pierda, ahora mismo queda un cuerpo frio e inerte que ni siquiera un abrazo me tendió.

— ¿Ámbar? — escuchar mi nombre me obliga a moverme un poco, mis piernas arden por la brutalidad de hace unos minutos, creí que tendría que dormir al menos unas horas en la tierra para recuperar un poco de la movilidad, al menos hasta que ella despertara nuevamente, huir para que me deje sola por unas horas.

No despertará más.

El alivio hace que ignore el escozor y pueda moverme, me alejo del cuerpo como una plaga asustadiza.

Ella tiene que morir sola.

— Sal — mi voz apenas sale un poco fuerte mientras mis manos en la tierra hacen de apoyo para levantar mi torso con mis brazos que tiemblan sin poder soportarme, apenas lo hace. La luz de la casa me deja ver como estos tienen manchas verdes por toda parte, la debilidad de ellos apenas me llega a sostener a que me siente en la suciedad. La mezcla de mi sangre con tierra en mi polera celeste quede mugre. — Sal… — El cerrojo de la habitación es apenas movido con rapidez cuando vuelvo a afirmar la señal que es seguro. Las voces de las pequeñas acompañan al gruñido que Alex les lanza como amenaza — Niñas adentro — apenas puedo soltar las palabras cuando estos escuecen mi garganta y suenan roncas. Apoyo mis brazos a mis costados, pero no puedo pararme, mis piernas solo se mueven con la mugre que se acumula por mi sangre derramada.

Mis ojos se cierran ante el sonido y los gritos de mis hermanas siendo encerradas, la palpitación de un lado de mi cerebro me hace que pierda la fuerza que apenas tengo para mantenerme sentada.

— ¡Ámbar! — unas manos comienzan a tocar mi rostro desesperadamente mientras me levanta, parpadeo repetidas veces viendo como apenas soy recargada en su cuerpo a mi lado, mi cabeza queda en su pecho, el olor a manzanilla que nos hacia usar me da arcadas al solo recordarlo, como ella emana ese olor cuando me acercaba para callarme. Las manos me limpian los brazos, el temblor repetido de sus dedos pasando por mis mejillas y mis ojos, me hacen levantar la mirada para verlo.

Me limpia mientras mira por momentos el cuerpo de quien está a mi lado.

De la que no respira inerte con el vacío de su alma, ya que esta tan cerca nuestro, su temblor es tanto que no nota que lo miro, que sus lágrimas comienzan a salir de las comisuras de sus ojos mirándola tocando suavemente mis dedos llenos de tierra.

Hasta que me vuelve la vista y nos miramos, parte de mi pelo se interpone en verle toda la cara, pero reconozco las facciones que se me deja notar.

Alivio

Miedo

Felicidad

Un niño, mi hermano me acerca a su cuerpo mismo y comparte su calor mientras me habla, veo sus labios moverse diciendo algo, pero un zumbido no me deja escuchar, muevo mi cabeza en su pecho intentando moverme para escuchar, mis piernas de un costado apenas sienten el movimiento, arden fuertemente, abro la boca para quejarme por el dolor, pero no oigo lo que digo.

Dejo de ver a mi hermano cerrando los ojos al verlos borroso

¿Estoy llorando?

Intento moverme, pero no siento mi cuerpo, todo es pesado y me mueven suave

— Duele — se que suelto esa palabra, pero no la escucho.

El movimiento es mas fuerte, pero no escucha

Duele

Solo siento la humedad que cae por mis mejillas, algunas de las gotas llegan a mi boca y siento apenas lo salado de ello, son lagrimas que caen fuertes y salen de mis ojos.

Estoy llorando sin ver más, sin sentir mi cuerpo y solo escuchando mis pensamientos que se apagan.

La imagen de mi madre vuelve de los medios día aparece malhumorada y con los ojos cansados y malhumorados, y el golpe de la realidad bota a aquella imagen mostrando a la mujer que yace muerta cerca nuestro, comparto los sentimientos de mi hermanito, donde la mezcla del alivio es demasiado reconfortante, el miedo al que pasara en unos minutos es confuso y la felicidad del fin es muy intrigante con todo aquí.

Podría decir que por fin dejaré de sentir miedo al abrir los ojos nuevamente.




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