Esa charla con Alex ha funcionado, no nos hemos peleado entre los tres en meses y todo va según lo planeado, solo salgo a lugares poco concurridos para pasar el rato y Richard mata a ladrones de poca monta y a uno que otro secuestrador y abusador, ya casi ha pasado un año de toda esta locura, podría decir que ya me he acostumbrado, incluso me dejé convencer por Alex de comer una que otra vez, no se siente absolutamente nada, pero aun así la emoción de hacerlo hace que sea mejor de lo que aparenta. Alex y yo nos estamos cepillando los dientes antes de salir a un puesto de tacos poco conocidos, los pocos que los conocen dicen que causan malestar estomacal por más buenos que sean, un asunto de condimento en exceso y carne en mal estado bien cocinada para ocultarlo, iremos a ese lugar porque no nos afectaría, además, no hay casi nadie, pocos son los que se atreven a consumir esos tacos.
Al escupir sale una sustancia negra en vez de saliva, una parte es la sangre coagulada y otra la comida de hace meses en nuestro interior, si no lo veo no me afecta demasiado, de todos modos, me da asco verlo y cierro los ojos. La ventaja de esto es evitar tener dientes podridos como Richard, si masticara algo sus dientes se harían pedazos, nosotros nos cepillamos tan a menudo que están blancos y no hay nada de plástico en ellos, con el tiempo se despegó de los dientes de tanto cepillarnos.
— Dirás que me gusta la tortura o algo así, pero quisiera decirle a Richard que cambie otra vez mi cabello, odio tener el cabello corto por no poder hacer nada con él.
— Tienes suerte, tener el cabello largo no es de lo mejor, debo dormir con el cabello atado y me llega a cubrir el rostro. Además, te queda bien el color negro, a mí me hacía lucir como un vampiro.
— No parecías un vampiro, tal vez un chico gótico. El color sí lo quiero conservar, me queda excelente —sabía que mi cabello negro le quedaba mejor a Alex, sabe lucirlo mejor.
— ¿Y crees que lo acepte? Tendría que robar más de lo usual, ya le es difícil ocultar que usamos el internet del vecino y aprovechamos las cosas que los pandilleros dejaron aquí —quedamos en un acuerdo de no robar de más, solo robamos pasta de dientes, ropa y uno que otra cosa para limpiarnos, tendría que robar una peluca y derretirte el cuero cabelludo para reemplazar el cabello.
— ¿Quedar más irreconocible de lo usual? Le encantará la idea, estará dispuesto.
El resto del día fue bueno, fuimos a esos tacos y después Richard le insertó cabello más largo, no sin antes preguntarme a mí si también quería un nuevo corte, a lo que me negué rotundamente, me agrada este cabello. Lo único preocupante del día es ver más de un cartel de “desaparecido” en el centro, es normal ver uno o dos, pero me encontré con seis seguidos, la mitad de los desaparecidos eran parte del equipo de béisbol, los reconocí inmediatamente, eran sus fotos que usan en los promocionales de los partidos. Quiero pensar que ellos sí fueron al bosque y no han sido víctimas de un asesino en serie, este pueblo ha sido un desastre desde mi muerte, la policía vigila todo el tiempo el pueblo y he oído que muchos ya están haciendo justicia por cuenta propia, leí en internet que golpearon a un chico parecido a como yo era antes pensando que era mi venganza, el chico sigue internado de gravedad; jamás me di cuenta de esto de no haber ido a ese puesto de tacos. No puedo conciliar el sueño, Alex ya está roncando a todo volumen cuando ya no tiene laringe o pulmones para respirar, y yo no puedo cerrar los ojos sin que quiera abrirlos. Tal vez sea porque al moverme escucho el sonido de esos tacos moviéndose en mi interior o porque no me he sumergido en sangre en casi un mes, la última vez lo hice días antes por hacerme un enorme rasgón en el brazo y la sangre debía taparlo, mi mano ya está casi inmóvil, apenas se puede mover, debería sumergirme ahora antes de amanecer como una estatua, no he hecho un registro para eso y en cambio solo lo hago cuando me muevo como un muñeco de mala calidad.
— A Max no le gustan los baños antes de secarse —suelta Alex entre sueños, antes de dormir ya me estaba reclamando, dijo que en ese puesto de tacos casi no me movía.
— Ya iré a sumergirme, sigue durmiendo —le susurro volviéndolo a dormir con solo las palabras.
No duro tanto en la bañera, solo es sumergirme y estirarme hasta moverme con más facilidad, es como bañarse con sangre, no cambia tanto a lo que estarán pensando, ahora que lo pienso, con que así se sentía la condesa sangrienta, la que mataba sin control a montones de chicas muertas para ser joven con su sangre, tal vez a ella no le funcionaba, no estaba maldita o era un zombi, solo lo hacía por mera vanidad, a muchos les atrae la belleza eterna y juventud, ojala fuera a los 25 y no a los 19 como nosotros, tendría que explicar mi joven apariencia con la excusa más usada para conseguir un buen trago, soy más joven de lo que aparento, no sería una mentira, no me alarmo porque tengo 20 años actualmente, lo sería en veinte años cuando aún siga pareciendo un chico de 19 años tratando de fugarse a un buen club.
Han de ser las tres de la mañana al salir de la bañera y cambiarme, puedo escuchar a los mismos gatos de siempre maullar a todo pulmón y algunos peleándose en el techo. Por mera curiosidad veo por la puerta entreabierta de la habitación de Richard, jamás la ha cerrado, su cama está vacía con las cobijas cayendo al suelo, sigue aquí adentro, no escuché en ningún instante el sonido de la puerta abrirse o de las ventanas, abrirlas ya es difícil por su mal estado.
Si no conociera a Richard diría que no está ocultando un secreto, ese tipo siempre se guarda lo que le conviene para él. Exploro los pasillos de esta pequeña casa en busca de su paradero, si se le puede llamar así por el estado tan deplorable, no parece haber nada, la casa solo consiste en dos habitaciones (una que yo y Alex compartimos), la sala, el comedor, el salón de las bañeras, como le digo, y un baño que nadie usa. Tal vez esté ahí el baño aprovechando lo inútil que es para los tres.