Mantra

El cartón de leche

Ann se había disociado viendo la alerta Amber en su teléfono. Un pensamiento le había llevado a otro y ahora estaba atrapada en una cadena interminable, un bucle de ansiedades y terrores. No estaba acostumbrada a recibir este tipo de mensajes, no obstante, en las últimas semanas se había vuelto una práctica muy común en Glassdrop.

En el texto se describía a un tal Taylor Wright, 17 años, blanco, probablemente 1.70m de estatura, visto por última vez el 24 de marzo del año presente en Glassdrop, se encontraba camino a casa luego de una práctica de soccer.

Estaba cansada de todo esto, si este mismo mensaje hubiese llegado hace dos días su hermana estaría a salvo, estaría en casa, bebiendo leche chocolatada en alguno de los sillones del a casa, mientras veía uno de esos realitys absurdos que tanto le gustaban.

Levanto la otra mano recordando que tenía una cantidad innumerable de panfletos para repartir a la entrada del super. Estos con la cara de otra persona desaparecida. Una chica negra de 16 años, 1.65m de estatura, cabello afro recogido con una liga, vista por última vez de camino a practicar soccer en el parque Higgins utilizando ropa deportiva negra. Allison Smith.

Mierda.

Devolvió el teléfono a su bolso y continúo vagando por los pasillos del abandonado QuikMart a las 11:50pm. Llevaba aquí horas, los gerentes fueron muy amables al recibirle varios panfletos, para pegar en la pizarra, y le dieron permiso de abordar clientes para preguntar por su hermana.

Cada que alguien pasaba a su lado ella extendía un “buenas noches, disculpe que lo moleste, ¿ha visto a mi hermana?” todos ellos tomando el panfleto, algunos de ellos no siendo lo suficientemente humanos como para esperar a estar fuera de vista para deshacerse de ese pedazo de papel.

Escucho el caminar de alguien a sus espaldas, estaba tratando de entrar en compostura, tomó una gran bocanada de aire, puso una mueca neutra y dijo. —Buenas noches, disculpe que lo moleste, ¿ha visto a…? —Sé quedo a medias cuando encaró a aquel chico perdido en sus ojos azules, aquel cabello revuelto que no creyó volver a ver.

—¿Annette? —Respondió Elliot, realmente sorprendido.

Ann bajó la mirada, todo lo que había construido rápidamente se desmorono. Extendió el panfleto y dijo. —¿has visto a mi hermana?

Elliot no supo cómo reaccionar, tomó el pedazo de papel y sus ojos no podían creer lo que veían. ¿Realmente estaba pasando otra vez? —¿Allison esta desaparecida?

Ann le miró sin saber que esperar, realmente no veía a este chico desde que justamente era un chico, y ahora estaba aquí frente a ella, con una complexión más corpulenta, los brazos tonificadas, la cara magullada, pero vaya que se había convertido en un hombre. Se preguntó si podía confiar en él.

—Desapareció el día de ayer sin dejar rastro. Tengo miedo de que algo le haya pasado, en especial con todo lo que ha sido reportado últimamente. —Ann recordó el encabezado de hace un par de semanas “disminuyen los asesinatos, pero las desapariciones están a la alza”, con tanto en la cabeza tardo un poco en darse cuenta de que Elliot seguía frente a ella, un hombre al que no había visto en 8 años, la última vez que le vio fue porque decidió que no abandonaría su vida para ir con él. —Perdón, El’, pero ¿qué mierda haces aquí? —En su tono se escuchaba el cansancio y la frustración de un largo día de trabajo.

Respondió sin tapujos. —Mi padre fue arrollado con su propio auto la noche de ayer, al parecer sigo siendo su contacto de emergencia. Sobre qué es lo que hago aquí específicamente, bueno eso continúo preguntándome. —Era muy pronto como para revelarle la verdad sobre sus problemas financieros y que la mafia lo quería muerto.

Ann cerró los ojos y se cubrió la cara con las manos para contener un grito tirando los panfletos en el proceso. —Fascinante historia, no sé porque sigo pensando que está llena de mierda. —Miró su reloj y pudo ver que ya eran las doce, debería ir a la casa, intentar descansar, mañana tenía un día mucho peor que el anterior, sus padres habían sido de mucha ayuda, pero sabía que si quería encontrarla debía hacer todo lo que estuviese a su alcance.

Se agachó a recoger los papeles, forzó una sonrisa y dijo. —En serio, un placer, que gusto volver a verte, por favor no me llames, estoy muy ocupada como para jugar a lo que creas que esto… —Hizo un gesto señalándose a ella y luego a él repetidas veces. —vaya a despertar. —Le encaró con una mirada seria en un rostro lleno de ojeras. —Hablo en serio El’.

Elliot quien había estado callado la mayor parte del tiempo, no hizo más que suspirar decepcionado. —Nos vemos Ann, espero encuentres a Allison. —dobló con cuidado el panfleto y lo guardo en el bolsillo interno de su chamarra.

•••

Ann estaba conduciendo su viejo corolla de camino a casa cuando recibió una llamada en su teléfono. Golpeo el volante haciendo que sonara el claxon pensando que se trataba de un intento desesperado para follar de Elliot, quedó extrañada cuando se dio cuenta que era un numero desconocido. —Se apresuró a contestar, cruzando los dedos e implorando al cielo y las deidades en las que no creía que fueran noticias buenas sobre su hermana.

Lo primero que escucho al responder fue: —Tienes una llamada por cobrar del instituto psiquiátrico de Saint Fátima de parte de: Jannette Howard. Para aceptar la llamada marque uno. —Se le helo la sangre. Hacia una eternidad que no escuchaba la voz de su madre, nunca había recibido una llamada del instituto psiquiátrico en la que el estado la había internado, Ann pensaba que para estas alturas su madre ya se estaría pudriendo en algún callejón, siendo problema de la sociedad moderna.



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En el texto hay: crimen, monstruos, horror

Editado: 25.09.2025

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