No esperaba recibir esa llamada. Su cuerpo quedo helado. Como podía ser esto posible. Justo hoy le había visto. Había comprobado que no era más que un vegetal. ¿Cuál era la explicación lógica para esto?
Elliot notó que algo andaba mal, podía verlo en el rostro de Ann. Se acercó hacia ella buscando su mirada para tener una explicación. Ann lentamente deslizo su dedo hacia el botón de altavoz.
Hubo silencio por un momento, Elliot no tenía idea de que se trataba esto, sin embargo, no esperaba escuchar aquellas palabras. —hija, ¿estás ahí? —El conocía a la madrastra de Ann y no sonaba como esta mujer.
Rápidamente recordó las palabras que Ann menciono el día de ayer. “tuviste algo que ver con la llamada de mi madre”. En efecto se refería a esa persona. A juzgar por la reacción de Ann tenía que ser su tono de voz, de lo contrario no estaría asustada, sino molesta de que alguien intentara pasarse de listo.
Titubeando y atropellando sus palabras esta logro responder. —¿Mamá? —Elliot quedó petrificado con esa palabra.
La voz al otro lado de la línea no tardó en responder. —Realmente te has convertido en toda una mujer, tu cabello esta largo, y ya no esta tan enredado como cuando eras una niña. —La mano que sostenía el teléfono comenzó a temblar.
—¿Quién eres? —Preguntó Ann con un nudo en la garganta.
—Como que quien soy. Soy tu madre Annie. —Uso aquel apodo que le puso a los seis años. Como esta mujer podía atreverse a hacerse pasar por su madre, y como es que sabía de su apariencia física. Se preguntó a sí misma “¿A caso me estará observando en este momento?”
Tomo valor, su mano libre se acercó buscando la de Elliot y cuando la encontró se aferró con fuerza sin entrelazar sus dedos. Elliot instintivamente miró a su alrededor, pero la calle se veía desierta, no había una sola alma en vista. —Yo vi a mi madre, mi madre está enferma, es incapaz de hablar, ¡así que corta el acto y dime quien mierda eres! y ¿qué es lo que quieres?
—Como puedes decirme esto Annette, acaso bebiste demás, no será que algún chico te esté influenciando a faltarme el respeto de esta manera. —Un murmullo se le escapó a Ann. La voz al otro lado podía saborear el terror. —¿Acaso este chico está contigo en este momento?
Elliot sintió un escalofrío recorrer su espalda. —Te hice una pregunta. —Ann había conseguido el coraje suficiente para ponerle un alto a todo este delirio.
—Creo que aun sigues un poco alterada después de lo que viste, que al cabo no cada día vez como alguien se suicida frente a tus ojos y no puedes hacer nada para impedirlo.
Ann dejó caer el teléfono. Elliot reaccionó de forma rápida soltando su mano para tratar de atrapar el dispositivo, tuvo suerte de atraparlo entre sus dedos justo antes de tocar el suelo.
En el altavoz comenzó a escucharse un sonido de clic. Clic. Clic. Clic. —bueno, me encantaría quedarme charlando, pero mira la hora. —Clic. Clic. Clic. —Sabes que tu hermana y yo te deseamos lo peor, porque no hay un día en el que no queramos arrastrarte hasta este agujero.
La llamada se colgó.
Elliot miró a Ann, pero esta tenía la mirada perdida, con los ojos nublados, pudo notar que cada vello en su cuerpo estaba erizado. Los músculos en sus brazos temblaban y se contraían como si esta estuviese sufriendo un corto circuito.
Clic. Clic. Clic.
Un parpadeo y lo veía. Aquel gato negro con sus ojos encima de ello. Tenía que actuar con rapidez. Al gato no le gustaba que saliera del sótano sin el permiso de su madre. Tenían una conexión sobrenatural esos dos.
Quedó paralizada viendo al reloj. Sintió un par de pasos pesados tras ella y esta voz que le llamaba. —¡Ann! ¡Ann! ¡Ann!
Sacudida de vuelta a la realidad vio a Elliot tomándole por los brazos. Se le notaba asustado repitiendo las palabras. —¡Ann! ¡Ann! Despierta.
—¿Qué acaba de ocurrir? —Respondió desorientada.