Manual De Como Olvidar A Tu Ex

Capítulo Diez: Regla #5: No Stalkear Al Ex (Fallida)

La noche había sido sorprendentemente cómoda, aunque no podía creerlo del todo. El motel, con sus paredes desconchadas y pintura amarillenta que dejaba ver el moho debajo, tenía un aire decadente que se colaba por cada rincón. El ventilador del techo giraba con un chirrido constante, y el colchón crujía con cada movimiento, recordándome que ningún mantenimiento se había realizado en años. Las sábanas eran ásperas y olían ligeramente a humedad, y las cortinas raídas dejaban pasar la luz amarillenta de la farola de la calle, proyectando sombras que hacían que todo pareciera más viejo y sombrío de lo que ya era. Incluso la alfombra, pegajosa en algunas partes, parecía protestar con cada paso que daba, como si el lugar entero estuviera cansado de existir.

En algún momento me había quedado dormida, y desperté acomodada contra su pecho, con sus brazos fuertes rodeándome la cintura y mi cabeza apoyada sobre su brazo. Estaba encogida contra él como si, entre sueños, mi subconsciente hubiera decidido que el lugar más seguro del mundo era entre sus brazos.

Agradecí a todos los dioses que conocía que él siguiera durmiendo. Me separé de su lado con sumo cuidado, intentando no hacer ruido, pero mi pie resbaló en la alfombra húmeda y gastada, y terminé cayendo de espaldas al suelo. Golpeé la mesa de noche desvencijada, que se tambaleó, provocando que la lámpara inservible cayera al suelo y se hiciera añicos con un estrépito que retumbó en toda la habitación.

Lucas saltó de la cama de golpe, buscándome con la mirada, los ojos llenos de alarma.

—¡Adhara! —se quejó al verme tumbada en el suelo, su voz mezclando preocupación y reproche.

Suspiré apenas, tragándome un quejido de dolor mientras intentaba incorporarme.

—Estoy bien… —murmuré, intentando sonar firme, aunque doliera cada parte de mi espalda.

Lucas corrió hacia mí, sus pasos resonando contra el suelo viejo y pegajoso de la habitación. Me acomode un poco, intentando incorporarme, pero el dolor en la espalda me recordó lo inestable que era todo: la alfombra deshilachada, los muebles gastados, la pintura desconchada en la pared detrás de nosotros.

—¡Pastelito! —dijo de nuevo, extendiendo sus manos con rapidez, pero sin tocarme todavía—. ¿Estás segura de que estás bien?

—Sí… sí, solo fue un pequeño golpe —murmuré, tratando de sonar confiada mientras me encogía de hombros.

Él se arrodilló frente a mí, sus manos fuertes temblando apenas por el esfuerzo de equilibrarse sobre el suelo resbaladizo. Su mirada me atravesaba, mezcla de preocupación, enfado ligero y algo que no supe definir de inmediato. Sentí cómo mi corazón se aceleraba solo con estar tan cerca.

—No parece “solo un golpe” —dijo, bajando la voz, más serio ahora—. Ven, déjame ayudarte.

Intenté incorporarme, pero antes de que pudiera hacerlo, Lucas se inclinó y me sostuvo con firmeza, levantándome del suelo con cuidado. Su contacto era cálido y seguro, y por un instante todo el motel feo, húmedo y ruidoso desapareció.

—Tranquila, pastelito —susurró al oído mientras me ajustaba para que quedara de pie.

No pude evitar soltar un leve suspiro, apoyando la cabeza un momento en su hombro, intentando calmar el dolor. Su perfume, esa mezcla de café y madera, era reconfortante de alguna forma .

—Gracias… —dije apenas audible, con un hilo de sonrisa, mientras él me miraba, consciente de cada pequeño movimiento que hacía—. Realmente… gracias por todo...

Lucas solo asintió, con esa mezcla de paciencia y diversión que siempre tenía, mientras me guiaba de nuevo hacia la cama pequeña y raída, la única disponible, donde ambos terminaríamos compartiendo espacio sin querer. La habitación era un desastre estético.

Me acomodé finalmente, todavía temblando ligeramente, mientras él ajustaba las mantas y las almohadas con cuidado, asegurándose de que quedáramos lo más cómodos posible en este motel viejo, húmedo y olvidado por el tiempo. Y aunque el lugar fuera un desastre, no podía negar que, por primera vez en horas, sentí que estaba en un lugar seguro.

—Hoy mismo nos vamos a un hotel —se quejó, mirándome preocupado. Solté una ligera risa burlesca.

—Dirás tú —respondí entre un gruñido—, mis ahorros se fueron en esa reservación que jamás existió. Mi tarjeta está a punto de declararse en huelga… o suicidio, no sé cuál suena peor.

Lucas rodó los ojos, aunque su expresión no pudo ocultar la preocupación.

—No te dejaré aquí sola, pastelito. No tienes que preocuparte por la cuenta, en serio —dijo, con ese tono que siempre me hacía sentir protegida, incluso cuando me molestaba—. Yo me encargo.

Suspiré apenas, dejando escapar un hilo de resignación. Asentí lentamente, sin poder negarme. La verdad era que no quería quedarme sola en ese motel viejo, húmedo y sospechosamente incómodo.

—Está bien… —murmuré finalmente, aceptando su ayuda, aunque con un dejo de sarcasmo—. Pero te advierto, Arévalo, que esta deuda moral no se va a olvidar tan fácilmente.

Él sonrió de lado, con esa seguridad que me irritaba y fascinaba al mismo tiempo.

—Te prometo que sobreviviremos, pastelito. Hoy mismo nos vamos a un hotel de verdad. —Su voz tenía una firmeza que me hizo suspirar. Asentí agradecida.

—También tienes que buscar algún cambio de ropa… realmente temo que te enfermes —me quejé, estirándome un poco para aliviar el dolor del golpe.

—Aaaw, ¿te preocupas por mí? —se burló, arqueando una ceja. Rodé los ojos.

—Pues claro, si no después quién paga la cuenta —exageré, chasqueando la lengua. Eso le arrancó una risa ronca que retumbó en la habitación.

Se puso de pie con un movimiento ágil.

—Anda, deberíamos salir ya de aquí y buscar un buen lugar —dijo sin más, acercándose a la silla donde había dejado mi maleta la noche anterior. Asentí apenas, poniéndome de pie con una ligera maldición entre dientes. Él tomó la maleta con facilidad, y después mi mano, sin decir nada. Salimos juntos de la habitación mientras yo llevaba mi mano libre apoyada en la espalda, aún adolorida por la caída.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.