El fuego que encendieron nuestros antepasados no era solo calor: era imaginación. Alrededor de una hoguera se contaban historias, se tomaban decisiones y se inventaba el futuro.
La metacognición es ese mismo fuego, pero dentro de la mente. Una chispa que ilumina lo que ocurre cuando piensas, una llama que permite ver tus propios caminos. No apaga las sombras, pero te da la claridad suficiente para avanzar.
No basta con resistir los días difíciles ni con sobrevivir al ruido. El verdadero reto es usar el fuego interior para crear: para inventar rutas donde antes había muros, para cambiar tu relación con los pensamientos, para dar forma a una vida más consciente.
Pensar sobre cómo piensas no es un lujo intelectual, es un arte vital. Cada chispa de conciencia es también una chispa de libertad. Y la libertad, como el fuego, se comparte: ilumina más cuando se enciende en compañía.
El manual termina aquí, pero tu mapa no. Ahora cierra este libro y abre el tuyo propio. El fuego ya está encendido: lo que hagas con él depende de ti.