El cumpleaños de mi hermano debería haber sido solo una excusa para desconectarme del hospital y relajarme un poco. Pero no… tenía que aparecer Jaden. El mejor amigo de mi hermano, mi dolor de cabeza en la adolescencia, el tipo con el que juré que nunca podría llevarme bien.
Mientras yo pasaba años entre libros, guardias y cirugías, él abrió su ferretería y perfeccionó esa sonrisa descarada que tanto me irritaba. Yo prioricé mi carrera y nunca tuve tiempo para citas, mucho menos para enredos… y ahora resulta que la vida me pone frente al único hombre capaz de sacarme de quicio y, para mi desgracia, hacerme reír al mismo tiempo.
¿Será que el destino tiene un sentido del humor cruel, o simplemente sabe algo que yo aún no quiero aceptar?
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Editado: 18.09.2025