Manual de una mamá para no rendirse

Capítulo 18: "Empieza sin saber cómo. El cómo vendrá mientras caminas."

"Los miércoles no siempre son aburridos. A veces son el día que decide comenzar"

Decidí hacerlo un miércoles. ¿Por qué un miércoles? No lo sé. Tal vez porque los lunes son demasiado ambiciosos y los viernes demasiado optimistas.

Algunas mujeres empiezan su día repitiendo una rutina de ejercicio en la televisión. Yo empecé el mío con Google, con tres ventanas abiertas y una frase que escribí en mi programa de notas:

"Hoy tengo que aprender sobre 'proyección de ingresos'."
No significa "esperanza con cálculos" . Pero debería.

Una de mis ventanas de Google tenía: "Cómo abrir una cafetería sin tener ni idea de contabilidad".

No tenía ni idea de cómo funcionaban los impuestos, las licencias municipales o por qué había que pagarle a alguien llamado “contador” antes de siquiera haber vendido un solo capuchino. Pero lo que sí sabía era que llevaba años soñando con un lugar donde las madres podían sentarse, respirar, tomar un café decente y sentirse humanas otra vez.

Un espacio donde el ruido fuera risas infantiles, no gritos desesperados. Donde pudiéramos llorar sin disimularlo. Donde nos abrazarán sin preguntarnos por qué lo necesitamos tanto.

Y aunque no tenía dinero, ni experiencia, ni un solo cliente seguro… me sentí, por primera vez, como alguien que estaba construyendo algo real. Con ayuda inesperada.

"A veces, el mejor plan es no tener uno claro. Solo tener entusiasmo y una amiga con espresso"

Carla llegó cargada de entusiasmo, dos tazas de espresso y una carpeta con el título:

"PLAN BÁSICO PARA MARÍA FERNANDA Y SU SUEÑO CAÓTICAMENTE FEMENINO"

—Mira esto —me dijo, abriendo su portátil—. He estado investigando modelos de negocio. — ¿Y? —Bueno… hay algo llamado "proyección de ingresos" . Yo le puse "esperanza con cálculos" .

Mi hija Jimena, desde el sofá, levantó la mirada de sus marcadores: —¿Significa que vamos a tener un lugar con juguetes y galletas gratis?

—Exactamente —dijo Carla—. Ese es nuestro público objetivo. —Entonces ¡ya somos socias!

Aprendí que empezar algo propio es como criar a un niño: tienes que alimentarlo, cuidarlo, darle cariño, ya veces gritarle internamente cuando no hace lo que debería. Pero también te enamoras de cada pequeño progreso.

Fuera, el sol se metía entre las nubes como si estuviera evaluando si merecía ver este momento. Adentro, algo nuevo comenzaba.

“Las muñecas quemadas también tienen derecho a ser testigos de nuevas historias”

Jimena, mi hermosa niña, la dejó sobre la mesa, con un nuevo dibujo en la cara: un corazón y una sonrisa torcida hecha con marcador rosa.

—Lola va a ser nuestra muñeca oficial —anunció—. Porque ella sabe lo que es estar rota pero seguir adelante.

Miré a esa muñeca quemada, parchada y recompuesta. Si. Ella entendía bien de eso.

"El primer paso no necesita perfección. Solo coraje"

El primer plan real

Entre café y galletas rotas, trazamos los primeros pasos:

  • Una manta.

  • Una mesita.

  • Una idea: ese sería nuestro primer local en la placita del barrio.

  • Una jornada de prueba: café, cuentos, juegos y charlas de mamás.

  • Invitar a quienes ya habían dicho que querían ese espacio.

  • Usar redes sociales, pero sin presionar demasiado.

  • No prometer peras al olmo, pero tampoco asustarse si alguien viene.

—Crees que funciona? —pregunté. —Claro que sí —respondió Carla—. Solo necesitas empezar. —Pero no tengo experiencia. —Nadie tiene experiencia al principio. Tienes algo mejor. —¿Qué? —Corazón. Y ganas de hacer algo diferente. —También tengo marcadores. —Eso también cuenta.

Esta noche, mientras Jimena dormía abrazada a Lola (ahora con tatuajes de unicornio en la cara) , abrió un grupo nuevo en WhatsApp: “Café y Tribu”

Y escribí:

"Chicas. Sé que estamos cansadas. Sé que algunas no pueden más. Pero también sé que merecemos un lugar para respirar. Así que voy a organizar una jornada de prueba de mi cafetería en la placita del barrio. Traigo café, galletas, cuentos, una manta y una caja llena de tazas. ¿Quién viene?"

En menos de 3 minutos, cinco mamás dijeron que sí. Una ofrecida bizcochuelo. Otra trajo café de verdad, no el instantáneo de supervivencia.

Y sentí algo nuevo. Algo que parecía peligrosamente a la esperanza.

"La esperanza no espera a que estés lista. La esperanza sirve para dar un paso"

Tal vez no sea suficiente. Tal vez mañana todo se caerá. Pero hoy, cariño… Hoy dimos el primer paso. Demos nuestros primeros pasos como niños que caen… y se ríen. Y vuelvo a intentarlo.

Manual de Mamá para no Rendirse

Hoy aprendí que no necesitas tenerlo todo resuelto para comenzar. Que la verdadera experiencia no se acumula en un currículum, sino en el corazón que arriesga y en las ganas de hacer algo diferente.

No te detengas por la falta de un plan perfecto o de dinero. Empieza con lo que tienes: una idea, una manta, una caja de tazas y la fe en que, al dar el primer paso, el camino se irá revelando.

Porque los sueños no se construyen solo con cálculos, sino con esperanza, valentía y la certeza de que, como niños que caen y se ríen, siempre puedes volver a intentarlo.

Paso para no rendirse hoy:

Identifica un pequeño sueño que tienes guardado. No pienses en el "cómo" completo, solo en el "primer paso" más simple. Y da ese paso. Hoy. Aunque te falten los marcadores, o el café.




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