“A veces, lo que necesitas no es un consejo, sino una mirada que diga: 'Te entiendo'”
A veces, lo que necesitas no es un consejo, sino una mujer que te mire y te diga: "Te entiendo" . Sin juzgarte. Sin soluciones apresuradas. Conexión en solitario.
María Fernanda estaba sentada en la mesa del café, mirando su taza como si fuera un oráculo. El humo subía en espiral, pero no le decía nada que ya no supiera.
—Y bien? —dijo Carla, entrando con dos platos de galletas recién horneadas—. ¿Vas a seguir mirando tu té como si te hubiera hecho algo malo o me vas a contar qué pasa?
María Fernanda emocionada, aunque sin ganas.
—Es solo que... hoy Jimena me dijo algo que me partió un poco el alma.
Carla se sentó frente a ella, sin prisa. Como quien sabe que está ante un momento importante.
—¿Qué te dijo?
—Me preguntó si yo alguna vez digo cosas feas sin querer. Y luego me dijo: "Porque yo también lo hago. A veces digo cosas que aprendí de vos".
"Somos espejos de nuestras hijas. Y a veces, vemos reflejados nuestros propios miedos"
Se quedaron calladas un momento. Fuera, se escuchaba el murmullo de algunas mamás que llegaban temprano. Niñas corriendo. Risas infantiles. Una vida que seguía.
—Soy una madre sola, Carla. No tengo a nadie que me diga: "Tranquila, todo va a estar bien" . Tengo que ser fuerte todo el tiempo.
—Pero no tienes que serlo sola —respondió Carla—. Esa es la gracia de esto. De tener un lugar para nosotras. No somos solo madres cansadas con café en la mano. Somos mujeres que nos sostenemos mutuamente. Que nos damos permiso para fallar. Para dudar. Para volver a empezar.
María Fernanda bajó la vista al plato.
—A veces siento que estoy fracasando. Que no soy suficiente.
"La verdadera fuerza no viene de adentro. Viene de quienes te sostienen"
—Lo eres —dijo Carla—. Porque estás aquí. Porque sigues intentándolo. Porque cada día que despiertas y le das un beso a Jimena, estás eligiendo no rendirte. Y eso es valiente.
Se inclina hacia adelante.
—No tienes que tener todas las respuestas. Solo tienes que seguir buscándolas. Con honestidad. Con amor. Y con nosotras.
Fuera, Jimena apareció corriendo, con Lola en brazos y una risa contagiosa.
-¡Mamá! ¡Vamos a hacer galletas con forma de corazón!
—Entonces date prisa —dijo Carla—. Yo ya me llevo dos. Uno para mí, otro para mi niña interior.
María Fernanda se río. Fue una risa pequeña, pero real.
Manual de Mamá para no Rendirse
Cuando las mujeres hablan, se escuchan entre ellas. No siempre necesitamos consejos. A veces solo necesitamos saber que alguien entiende. Que no estamos solas. Que hay otras que también han fallado, dudado, gritado en silencio.
Y que, a pesar de todo, siguen adelante.
Porque la verdadera fuerza viene de la comunidad. No nacimos para ser islas. Nos venden el individualismo (que somos autosuficientes en todo) ¿y qué hemos logrado? Inflar nuestros egos y alejar a buenas personas.
Editado: 09.07.2025