Manual de una mamá para no rendirse

Capítulo 14.5: "Un taller. Una charla. Un germen de esperanza"

"A veces, la ayuda no llega con glamour. Llega con una llamada inesperada y una psicóloga que ya te entiende"

El teléfono sonó cerca del mediodía. Jimena dormía en el sofá, Lola apretada contra su pecho, y Kafka roncaba bajo la mesa, como si también hubiera tenido unos días difíciles.

Mire la pantalla. Era Clara, la psicóloga del colegio de Jimena. No solíamos hablar fuera de temas escolares, así que contesté algo inquieta.

—Hola, María Fernanda —dijo, sin prisas—. ¿Tienes unos minutos?

—Si no los tengo, me los inventó —respondí, saliendo al balcón para no despertar a mi hija.

—Bien. Porque hoy recibimos información de un taller comunitario que va a ser clave para muchas madres. Se llama: "Emprender desde lo pequeño: cómo generar ingresos múltiples siendo madre soltera". Hice una pausa. El nombre ya me estaba agotando. —Y eso ¿qué es? —Es una capacitación gratuita sobre emprendimientos pequeños, manejables, replicables. Va dirigida a mujeres en situación de vulnerabilidad económica, pero con ganas de construir algo propio. Y hay cupo. Uno. Y te lo guardé.

No dije nada. Solo respira hondo. —María Fernanda, sé que esas capacitaciones no son magia. Pero a veces, la verdadera magia no brilla. Trabaja en la realidad.

—Está bien —contesté—. Ira.

"Emprender no es escapar. Es construir donde estás, con lo que tienes"

Capacitación: María Fernanda entra en otro mundo

La sala era pequeña. Las mesas, improvisadas. El proyector, viejo. Pero había energía. Y no era de lujo. Era de urgencia. De necesidad. De quienes saben que no pueden depender de un solo camino.

Clara tenía razón: no era glamour. Pero sí era útil.

La facilitadora hablaba rápido, con voz firme y mirada limpia. Llevaba un cuaderno desgastado por las esquinas, como el mío. Y empezó con una frase que me caló:

"No hace falta tener mucho para comenzar. Solo hacerlo usando redes entre amigos."

Durante tres horas, escuché historias de mujeres que no tenían empleo, ni plan B, ni marido rico. Pero sí tenían esas redes, proyectos pequeños, habilidades que podían compartir. Hablaron de:

  • Cómo usar el espacio de la casa para crear un negocio.

  • Cómo vender en grupo para reducir costos.

  • Cómo reinventarse sin perder a tu hijo en el intento.

Yo anoté todo. Aunque no entendiera todo. Anoté nombres. Anoté ideas. Anoté frases que me hicieron sentir incómodo, pero necesario.

Al final, nos dieron un libro pequeño, con tapas grises y título claro: "Cómo construir ingresos desde casa. Guía práctica para mujeres que necesitan redes para soñar".

Lo tomé como si fuera una carta de amor. Estaba a punto de enamorarme de esas ideas.

"Leer puede no cambiar tu vida. Pero sí puede cambiar tu forma de verla"

Reflexión nocturna: Dos pilas de libros

Esa noche, después de preparar la cena, limpiar el piso (otra vez) , y asegurarme de que Jimena durmiera tranquila, me senté en la cocina con dos pilas de libros frente a mí.

Una pila era alta, colorida, llena de portadas con hombres musculosos y mujeres con vestidos caros que nunca habían vivido en barrios pobres. La otra pila era pequeña, seria:

  • Finanzas personales para mamás ocupadas

  • Inteligencia emocional aplicada a la crianza

  • Emprender desde cero

  • manual de supervivencia laboral femenina

Y encima de esa pila, el libro que me habían dado en el taller.

Lo abrí por la página señalada. Decía:

"Emprender no es huir. Es construir algo que te sostenga.
No es cambiar de vida. Es reconstruirla desde donde la tengas."

Me quedé allí, en la luz amarilla de la cocina, con el café tibio y la mente más despierta que en días.

Jimena entró descalza, medio dormida. —Lees antes de dormir? —Sí —dije—. Pero hoy voy a probar algo nuevo.

Ella se acercó, curiosa. Miró ambos montones. —Y esos de ahí? —señaló los libros románticos y de romance oscuro. —Son historias donde todo se resuelve con drama, un anillo o un billete de lotería. —Ah —dijo ella—. Como mis cuentos de hadas. —Más o menos —sonreí—. Pero hoy quiero leer algo que me ayude a resolver problemas reales.

Manual de Mamá para no Rendirse

Solía devorar historias donde una mujer pobre se casaba con un hombre rico y olvidaba sus problemas. Donde el amor era pura trama para enganchar al lector.

Hoy aprendí que esos libros siguen estando bien. Me entretienen. Me hacen vivir una montaña rusa de emociones. Pero también hay otros libros. Que no prometen castillos. Prometen herramientas.

Ya no quiero soñar con otro mundo que no sea construir el mío. Paso a paso. Libro a libro.

Cambio en María Fernanda

Antes, yo pensaba que el éxito era tener un trabajo fijo, un hombre constante, un techo seguro. Pensaba que la felicidad llegaba cuando alguien viniera a salvarme. Cuando me dieran dinero. Cuando alguien me dijo:

"Tomá. Yo me ocupa de todo. Tú descansa."

Pero hoy entendí que no. Que nadie vendrá a salvarme de manera individual, pero sí en grupo, por medio de una red de apoyo y solidaridad.

Porque ya estoy aquí. Y ya estoy lista. Y ya estoy dispuesta. Aunque sea poco. Aunque sea lento. Aunque no tenga glamour.




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