Manual de una mamá para no rendirse

Capítulo 9.3 – El favor que no me hicieron

“A veces te duele más lo que no te dicen que lo que sí”

Era una tarde caliente, espesa. Jimena había salido del colegio con fiebre baja y cara de papel arrugado. El termómetro marcaba 38.1 y yo ya sabía cómo terminaba esa historia: mocos, llanto y noches sin dormir.

Revise el monedero. Alcanzaba para el paracetamol o para la recarga del teléfono. No para las dos.

Entonces pensé en Mariana. Habíamos trabajado juntas en la agencia de publicidad hacía un par de años. Compartimos auriculares, galletas vencidas y llantos de oficina. Cuando me separé, me mandó un mensaje largo y sentido. "Lo que necesitas, en serio. Estoy."

Pensé que si alguien iba a entender, era ella.

Busque su contacto. Estaba archivado, como se archivan las cosas que una no quiere borrar, pero tampoco mirar de frente.

Le escribí:

"Hola, Marian. Perdón la hora y el atrevimiento. Estoy complicada con la nena y necesito una recarga para poder llamar al pediatra. ¿Me podrías hacer el favor? Te la devuelvo el viernes".

Esperé. El doble check azul apareció rápidamente. Más rápido que el corazón.

Y después de unos minutos, la respuesta:

"Ay Fer, justo estoy saliendo para una reunión y sin datos. ¿Todo bien con tu nena? Me encantaría ayudarte, pero ahora estoy a mil. Te abrazo fuerte".

Eso fue todo.

Cortés. Cálido. Inútil.

Sin contestación. Me quedé mirando el mensaje un rato largo. Me lo sé de memoria: "justo" , "reunión" , "sin datos" , "me encantaría" , "a mil" . Cinco excusas envueltas en papel celofán.

"No todas las puertas cerradas son una negativa. A veces son señales para buscar otra entrada"

Fui a la farmacia. Compre el paracetamol. Jimena mejoró con paños fríos y mimos. No fue grave. Pero no se me olvidó.

No por rencor. Por lección.

A veces, la ayuda no llega. Y no siempre porque no puedan. A veces, simplemente no quieren que les recuerden que alguna vez también fueron frágiles.

Manual de Mamá para no Rendirse

Hoy aprendí que no todos los "cuenta conmigo" son verdaderos. Y que hay favores que, al negarse, no duelen por lo que pierdes, sino por lo que revelan.

No insistes donde ya no te miran con ternura. Guarda tu necesidad para quien te vea con respeto, no con lástima apresurada.




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