Manual de una mamá para no rendirse

Capítulo 12.5: La lista que no se escribe sola

"A veces, el control no está en lo que quieres cambiar. Está en lo que decide hacer hoy"

María Fernanda se sentó en la mesa de la cocina a las 5:47 de la mañana, con una taza de café instantáneo que sabía más a cartón que a consuelo. El apartamento estaba en silencio, salvo por el zumbido del refrigerador y el ocasional ladrido de Kafka, el perro salchicha de Juan Carlos, al otro lado de la pared. Frente a ella, el cuaderno rojo, abierto en una página en blanco. Había escrito tantas veces en él, pero hoy las palabras no salían. No era falta de ideas; era exceso de todo lo demás: facturas, la amenaza del desalojo, la mirada de Jimena cuando preguntó si los patos podían tener negocios.

—No puedo seguir así —murmuró, mirando el techo como si las respuestas estuvieran escondidas en las grietas.

Sacó un lápiz mordido (probablemente por Jimena, pensando que era un chicle) y decidió hacer algo que nunca había hecho: una lista de lo que sí podía controlar. No las deudas, no las ventas de la tienda de cosméticos, no el humor de Mireya. Sino lo pequeño, lo inmediato.

"No necesitas resolverlo todo. Solo darle forma al día"

Lista de lo que SÍ puedo hacer hoy:

  • Llevar a Jimena al colegio con una sonrisa, aunque tenga que pegarmela con cinta adhesiva.

  • Llamar a Yolanda y preguntarle cómo organiza su ropa usada para venderla mejor.

  • Busque una receta de galletas que pueda hacer con lo que hay en la despensa ( harina, azúcar morena, y esa mantequilla que está a punto de vencer ).

  • Escribir una idea loca para el café, aunque suene imposible. Algo como "Tardes de cuentos con abuelas".

No era una lista épica. No resolvía el desalojo ni pagaba la luz. Pero era un mapa. Cada artículo, una piedrita en el camino que le recordaba que no estaba parada en el mismo lugar.

"La esperanza no siempre llega con alas. A veces viene en forma de lista escrita a mano"

Cerró el cuaderno y sintió algo nuevo: no era esperanza, era dirección. Una forma de moverse sin perder el rumbo. Y eso, en medio de tanto peso, fue suficiente.

Paso para no rendirse hoy:

Escribe una lista de tres cosas que puedes hacer, aunque sean pequeñas. No las que debes. No las que te aplastarán. Las que te hacen sentir que el día no te ganó.




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