Manual ( No autorizado) Para evitar el amor

1. Manual De Supervivencia

Cuando Emma Moore tenía diecinueve años, juró solemnemente que nunca volvería a caer en el mismo error que la había dejado llorando en una parada de autobús con una pizza fría en las manos y los ojos tan hinchados que parecía una versión humana del pez globo. Desde ese día, decidió que el amor no era para ella. Y no, no fue una de esas resoluciones pasajeras que se olvidan al mes siguiente, como inscribirse en el gimnasio o jurar no volver a escribirle al ex. Emma lo tomó tan en serio que abrió una carpeta en su computadora y la tituló con letras mayúsculas.

"MANUAL PERSONAL DE SUPERVIVENCIA PARA EVITAR EL AMOR."

Al principio eran solo tres reglas garabateadas en un documento de Word, pero con el tiempo, las experiencias, las citas desastrosas y los consejos mal dados por amigas borrachas, el manual creció hasta convertirse en un compendio respetable de casi veinte páginas.

Regla número uno. Nunca confíes en un hombre que sabe bailar demasiado bien.
Regla número dos. Si dice que “no busca nada serio”, créelo. Y huye.
Regla número tres. No respondas mensajes después de las once de la noche. Nunca, jamás. Ni aunque diga que su gato se enfermó.

Emma había probado la efectividad de su manual durante siete años consecutivos y, a su manera, funcionaba. Claro, había tenido encuentros, algún que otro romance fugaz y más de una salida a cenar que terminó en historias dignas de contar entre amigas, pero nada que la hiciera desestabilizarse. Y eso era exactamente lo que ella buscaba, estabilidad, control y cero dramas.

Esa mañana de lunes, mientras el café burbujeaba en la cafetera y su hermano mayor, Martín, golpeaba la puerta de su apartamento para recordarle que estaba atrasada, Emma repasaba mentalmente su manual como quien repite un mantra.

—Control, Emma. Control —se dijo a sí misma, acomodándose las gafas de pasta y recogiendo su cabello en un moño desprolijo.

El manual era su escudo. Y ella estaba convencida de que sin él, ya estaría repitiendo errores pasados, enamorarse de alguien que no estaba disponible, darlo todo por una relación que no la llevaría a ninguna parte o, peor, terminar de nuevo en una parada de autobús con pizza fría.

—¿Piensas abrirme la puerta o hablo con los vecinos? —gritó Martín desde el pasillo.

Emma suspiró, agarró su bolso y abrió, encontrándose con el eterno ceño fruncido de su hermano.

—Llegas tarde.
—Buenos días para ti también —replicó ella con sarcasmo.

Martín era tres años mayor, trabajaba como ingeniero y tenía la molesta costumbre de actuar como su segundo padre desde que sus padres decidieron mudarse al sur a “disfrutar la vida de jubilados”. Según él, Emma no podía sobrevivir sin supervisión. Según ella, Martín no podía sobrevivir sin meterse en la vida ajena.

—¿Otra vez con esa cara de “me peleé con el mundo”? —preguntó él, siguiéndola hasta el ascensor.
—Se llama cara de “es lunes”. Todos la tenemos.

Mientras bajaban, Emma repasó en su mente otra regla importante del manual. No hablar de hombres con tu familia. Nunca. Jamás. Bajo ninguna circunstancia. Su hermano era capaz de organizarle un interrogatorio peor que el FBI.

Ya en la calle, Emma se despidió con un gesto rápido y caminó hasta la estación de metro. Mientras avanzaba entre la multitud, su teléfono vibró con mensajes de su grupo de amigas.

—Nueva semana, nueva oportunidad de conocer al amor de tu vida 😏✨ —escribió Clara.
—Emma, te juro que este chico sí vale la pena. Es doctor, toca la guitarra y tiene un perro —Sofia tambien escribió.
—Regla número cinco, si alguien parece demasiado perfecto, probablemente lo es. Paso. —dijo Emma.
—Tu manual va a dejarte sola para siempre — contestó Clara.
—Mejor sola que mal acompañada — alegó nuevamente Emma.
Emma sonrió satisfecha y guardó el móvil.
Su oficina quedaba en un edificio moderno, con paredes de cristal y una cafetería que servía capuchinos carísimos. Trabajaba en el área de marketing digital de una empresa que vendía desde electrodomésticos hasta artículos de oficina, lo cual no era emocionante, pero pagaba las cuentas y le permitía actualizar cada cierto tiempo su colección de libros y plantas de interior.

Apenas llegó, Marta, su jefa, la interceptó. Marta era el tipo de mujer que parecía haber nacido con un tacón en cada pie y un plan de cinco años debajo del brazo. Siempre impecable, siempre con una sonrisa que podía derretir o congelar según el caso.

—Moore, necesito que organices la presentación para el nuevo proyecto. Tenemos consultor externo.
—Claro, no hay problema —contestó Emma, aunque en su mente hizo una mueca. Los consultores externos eran su pesadilla, hombres trajeados que creían saber más que todos y que, en la práctica, dejaban más caos que soluciones.

Mientras abría su portátil y revisaba los pendientes, pensó en incluir una nueva regla en su manual. Desconfiar de cualquier persona que llegue a la oficina con la palabra “consultor” en su tarjeta de presentación.

Emma estaba convencida de que la vida se podía resumir en esas reglas simples, casi como ecuaciones matemáticas, aplicabas la fórmula correcta y te evitabas desastres. El problema era que, a veces, la vida tenía la mala costumbre de no respetar manuales.
Al mediodía, sus amigas insistieron en arrastrarla a almorzar. Terminaron en un restaurante lleno de oficinistas, donde Sofía y Clara aprovecharon para hacer su deporte favorito, cuestionar el manual de Emma.

—Te estás perdiendo de la mejor parte de la vida —dijo Sofía, mientras revolvía su ensalada.
—Exacto —añadió Clara —¿Qué clase de historia contarás a tus nietos si lo único que haces es trabajar y leer PDFs?
—Les diré que sobreviví al apocalipsis romántico gracias a mi manual —replicó Emma, mordiendo su sándwich con dramatismo.

Las tres rieron, pero Clara no tardó en contraatacar.

—Emma, lo tuyo ya roza lo clínico. Es como si tuvieras fobia al amor.
—No es fobia, es prevención. Como usar cinturón de seguridad.
—Excepto que el cinturón no evita que disfrutes el viaje —dijo Sofía, arqueando una ceja.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.