Manual ( No autorizado) Para evitar el amor

4. Rumores, apuestas y primeras pruebas

Emma lo recuperó de inmediato.
—¡Borra eso ahora mismo!

—Ni lo sueñes —respondió Lucas, guardándose la foto en su móvil también —Este es material de oro.

Emma estaba a punto de responder cuando escucharon un murmullo creciente en el pasillo. Varias cabezas se asomaban con sonrisas contenidas.

—¿Qué pasa? —preguntó Emma, desconfiada.

Clara, con el teléfono en la mano, mostró la pantalla.
—Ehm… creo que tu foto ya está en la intranet de la empresa.

Emma sintió que se le helaba la sangre. Allí, en la página principal del portal interno, aparecía su imagen junto a Lucas, ambos sonriendo como si fueran los protagonistas de una comedia romántica en horario estelar. El pie de foto decía.

“Nuestros representantes para La pareja del año. ¿No son adorables?”

Lucas se llevó una mano al corazón, fingiendo emoción.
—¡Ya somos virales!

Emma, horrorizada, solo alcanzó a murmurar.
—Trágame tierra.
El lunes siguiente, Emma entró a la oficina convencida de que el mundo conspiraba en su contra. No había avanzado ni cinco pasos hacia su escritorio cuando escuchó el primero de los comentarios.

—¡Buenos días, señora Alvarado! —canturreó un compañero de finanzas, saludándola con un exagerado movimiento de sombrero invisible.

Emma sintió cómo se le helaba la sangre. Fingió no escucharlo y apuró el paso. Pero apenas giró la esquina hacia el área de marketing, otra voz la alcanzó.

—¡Cuidado, que viene la mitad de la pareja del año!

Las carcajadas estallaron a su alrededor. Emma apretó los dientes, manteniendo el mentón alto, como si no le importara. La verdad era que sí, le importaba demasiado. Y lo peor: Lucas caminaba unos pasos detrás de ella, disfrutando cada segundo.

—Parecemos celebridades —murmuró él, acercándose a su oído.

—Pareces insoportable —contestó Emma sin mirarlo.

Pero Lucas no se inmutó. Levantó la mano y saludó a un grupo de chicas que aplaudían como si fueran fans en un concierto.

—¡Buenos días, equipo! ¿Ya votaron por nosotros?

Emma quiso hundirse bajo tierra.
Los rumores se multiplicaban como conejos. En la intranet de la empresa habían abierto un foro anónimo titulado “¿Romance verdadero o montaje?”. Las encuestas mostraban una división hilarante, un 52% creía que Emma y Lucas eran realmente novios en secreto; el 48% restante apostaba a que era puro show.

Las bromas también crecían. En la cafetera alguien había pegado un cartel, “Reservado para la pareja del año”. En recursos humanos apareció una hoja de apuestas clandestina ¿cuánto tardarían en besarse? ¿Quién cedería primero? El premio acumulado eran dos cajas de donuts.

Emma estaba al borde de un colapso nervioso.

—Esto es humillante —le susurró a Clara en el pasillo.

—Esto es publicidad gratuita —corrigió Marta, que apareció de la nada como si hubiera estado acechando. Llevaba en la mano un dossier con las cifras de interacción en la intranet.

—¿Publicidad? —repitió Emma, incrédula.

—Claro —dijo la jefa con entusiasmo —Desde que se publicó esa foto, el tráfico en la intranet aumentó un 75%. La moral del equipo está por las nubes. ¡La gente tiene un motivo para reír y comentar! Ustedes dos son la pareja perfecta para representar el espíritu de la empresa.

Emma abrió la boca para protestar, pero Lucas la interrumpió con su sonrisa de comercial de pasta dental.
—Estamos felices de aportar a la motivación del equipo, ¿verdad, cariño?

Emma lo fulminó con la mirada.
—Sí… felices —gruñó.
La tormenta de rumores alcanzó un nuevo nivel cuando Marta convocó a toda la oficina para el anuncio oficial.

—¡Atención, todos! —dijo con voz triunfal, golpeando una copa con una cucharilla —Esta semana arranca la primera prueba del concurso La pareja del año. Y adivinen qué… ¡Emma y Lucas representarán a nuestra empresa!

Los aplausos y vítores estallaron como fuegos artificiales. Emma sintió que el corazón se le iba a salir por la boca.

—La dinámica será simple —continuó Marta —Tendrán que presentar un “reto de compatibilidad” en video. El tema de esta semana es ¿Cuánto se conocen realmente como pareja?

Emma se llevó las manos a la cara.
—No, no, no…

Lucas, en cambio, parecía un niño en Navidad.
—Perfecto. ¿Qué podría salir mal?

Esa tarde, Emma y Lucas se reunieron en una sala de reuniones para planificar el dichoso video. La dinámica consistía en responder preguntas rápidas sobre el otro, estilo concurso de televisión.

—Esto es ridículo —dijo Emma, revisando el cuestionario que les habían enviado —“¿Cuál es su comida favorita?” “¿Qué canción los hace pensar el uno en el otro?” ¡Ni siquiera sé si tienes perro!

—Tengo un gato. Se llama Thor —respondió Lucas con naturalidad —Y tu comida favorita es la lasaña, porque tu amiga Sofía lo dijo en el grupo el otro día.

Emma lo miró con desconfianza.
—¿Estás espiando mis conversaciones?

—Digamos que soy un consultor muy eficiente —respondió con una sonrisa.

Emma suspiró, consciente de que necesitaba ayuda urgente si quería sobrevivir al reto. Y entonces tuvo una idea peligrosa.

Esa noche, en el restaurante de siempre, Emma llegó acompañada por un invitado inesperado, Lucas.

Clara y Sofía casi se atragantaron con sus bebidas al verlo entrar detrás de ella.

—¡No puede ser! —dijo Sofía, riéndose a carcajadas —¡Trajiste al enemigo a nuestra mesa!

—No es el enemigo —replicó Emma, aunque lo dijo con más resignación que convicción —Es… parte del problema.

Lucas saludó con la seguridad de quien se siente cómodo en cualquier terreno.
—Buenas noches, señoritas. Encantado de finalmente conocer al comité organizador de este complot.

—El placer es nuestro —contestó Clara, divertida —Siéntate, que tenemos mucho que interrogarte.

Emma rodó los ojos.
—No lo traje para que lo torturen. Lo traje para… ensayar.




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