Manual para olvidar a mi ex (y fracasar en el intento)

Capítulo 7: Regla #7: La Sustitución Digital

​El dolor en mis pies era un recordatorio constante y pulsante del fracaso en el Cerro "Teta Pelada". Las ampollas eran del tamaño de uvas pasas y cada paso era una punzada que me decía que la Regla #6, al igual que las anteriores, había resultado en una humillación física y una visión que no deseaba borrar de mi mente: el voyeur Zen de los dreadlocks y las Nike.

​Estaba exhausto. No solo físicamente, sino también del manual, de las reglas, de la búsqueda incansable de la "curación". Seis intentos, seis fracasos espectaculares. Había gastado una fortuna en charlatanes, había acumulado deudas que ni siquiera me atrevía a sumar, y mi vida era una espiral descendente de esperanzas rotas y cuentas bancarias vacías.

​Mis problemas económicos eran más que evidentes. Después del Maestro Zeno, el Dr. Darío y la absurda idea de que la alfarería me sacaría de la miseria, mi cuenta estaba en números rojos permanentes. Las tarjetas de crédito eran una extensión de mi desesperación. Era hora de un alto. Necesitaba parar el sangrado financiero antes de intentar cualquier otra regla.

​Pasé los siguientes meses trabajando como un demente. Tomé turnos extra, acepté proyectos mal pagados, y me hice un experto en comer sopas instantáneas. Poco a poco, con un esfuerzo sobrehumano, logré raspar lo suficiente para pagar las deudas más urgentes y tener un colchón mínimo que me permitiera respirar. No era rico, pero al menos el banco no me llamaba a diario con amenazas a mi salario.

​Un domingo por la tarde, mientras organizaba un cajón lleno de papeles viejos y recibos, mi mano tropezó con un pequeño marco de fotos. La curiosidad me picó y lo saqué. Era ella. Sofía. En una foto, sonriendo despreocupadamente en un picnic, con el sol brillando en su cabello y un par de jeans que realzaban... bueno, ya sabes.

​La vi y la imagen me golpeó como un rayo. Todas las defensas que había construido con mis seis reglas desastrosas se desmoronaron. Las deudas, el sudor de la montaña, los palazos de Zeno, el King Kong, el hombre del charral, el voyeur Zen... todo se hizo insignificante. La extrañaba. Extrañaba su risa, sus manías, incluso sus platos sucios. Me senté en el suelo del apartamento y lloré. Lloré a mares. Lloré por la pérdida, por el fracaso de mi manual, y por la desesperante certeza de que, a pesar de todo, ella seguía ahí, en cada rincón de mi memoria.

​Al día siguiente, en el trabajo, mi compañero de cubículo, Marco, me miró con preocupación. Marco era un tipo práctico, amante de los datos y la tecnología.

​—Hombre, te ves fatal —me dijo, su voz grave—. ¿Noche dura? ¿Otra salida con la Tómbola?

​Le conté lo de la foto, lo del llanto. Todo. Marco, sorprendentemente, escuchó con paciencia, sin reírse de mis desventuras.

​—Mira, compañero —dijo Marco, apoyándose en su silla giratoria—. El problema es que estás buscando la solución con métodos del siglo pasado. Necesitas compañía, pero no la vas a encontrar gritándole a una montaña.

​Sacó su teléfono y abrió una aplicación.

​—Hay una aplicación de citas nueva, se llama "SoulMatch". No es como las demás. Usa inteligencia artificial. Se enfoca en emparejarte por aficiones, por gustos, por la compatibilidad de personalidad, no tanto por el físico. Es más profunda, ¿sabes? Menos superficial. De hecho, no usa fotografías de perfil.

​Me miró a los ojos.

​—Te lo juro. Mi primo conoció a su esposa ahí. No es como esas otras apps donde solo miras fotos. La IA hace todo el trabajo. Quizás es lo que necesitas. Una conexión real.

​Miré el logo de la aplicación en su teléfono: un cerebro estilizado con un corazón en el centro. La idea de que una inteligencia artificial pudiera descifrar el misterio de mi corazón, después de todos mis fracasos, era ridícula. Pero también, extrañamente, esperanzadora. ¿Qué podría salir mal si un algoritmo lo hacía por mí?

​Empecé a llenar los campos del formulario de preguntas. Mi nombre era Francisco, pero algunos de mis amigos me conocían por Francis. Así que en "Conocido como" puse Francis.

​Llené todos los demás datos. En preferencia de edad de match escogí un rango entre 20 y 40 años. Al terminar de poner todos mis atributos, personalidad y mis aventuras (o al menos la versión editada para sonar a "superación personal"), reí un poco, sabiendo todo lo que he pasado y aún estaba aquí con vida. Al mismo tiempo, pensé en el porqué, siendo como soy, Sofía se había ido de mi vida, por lo que me sentí algo melancólico. Fui a la cocina y saqué un buen etiqueta negra que tenía guardado de la Navidad pasada y simplemente me tomé mis penas.

​Cuando me sentí más mareado que la vez que me subí a ese juego mecánico llamado "Surf 2000". Ese endemoniado juego parecía un pequeño carrusel, pero con jaulas. Cuando me monté, solo giraba y dije: "Esto está fácil". Pero como si la máquina cobrara vida y estuviera poseída, empezó a elevarse del suelo. Era un brazo mecánico que subió tanto que se podía ver a San Pedro. Casi me sentí en un tour a la Luna. Y para peores, el carrusel ahora cambió de posición y giró de forma que quedó como una sierra girando. Giraba tan rápido que las luces se mezclaban unas con otras. Pensé que estaba siendo entrenado para una misión de la NASA. Cuando bajé de ahí, todo seguía girando, pero ahora en mi cabeza. Y con este etiqueta negra me sentía similar.

​Al querer irme a la cama, oí una advertencia en la computadora. Era un match. Sin saber qué decía, le di aceptar y me fui a dormir.

​A la mañana siguiente, con resaca, vi que había aceptado una cita. Decía: "Nos vemos en el café Los Higuerones, a las 8 p. m. Att. Kaisy."

​Pasé mi día comiendo algo liviano y tomando sopitas con algunos analgésicos para controlar "la cruda". Al fin salí del trabajo, me alisté, me puse una ropa algo formal y me fui a mi cita con un pequeño ramo de flores. Estaba algo nervioso por saber a quién conocería. ¿Cómo sería la chica? Era un tanto abrumador no saber cómo era físicamente, pero me dije: "Tal vez de verdad necesito valorar más lo de adentro, porque por eso mismo una mujer como Sofía no está conmigo en este momento."




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