Manual para seducir a un ángel

Capítulo 1

Disclaimer: ¿Para cuando un manual para seducir escritores de éxito como Neil Gaiman o Terry Pratchett?

Advertencias: El caso es que una vez escribimos una historia súper larga de un millón de palabras que a la gente le da miedo leer, así que vamos a ir partiéndola a ver si así te convences.

Manual para seducir a un ángel

Fine —Aziraphale le mira con el ceño tremendamente fruncido y se va, TAN enfadado, hacia la puerta del departamento del demonio.

Fine! —le grita Crowley de regreso igual de violentamente, sin moverse de donde está, frente al sofá oscuro en mitad de la sala.

Te preguntarás como hemos llegado aquí. OTRA VEZ.

El sexo había sido maravilloso. De verdad, brutal. Les había abierto la mente.

La pelea de después, no tanto.

Podríamos contar como ha pasado esto, como hemos llegado aquí y porque han peleado en esta ocasión pero es irrelevante, preferimos que sepas lo que pasó después, porque ya hay bastantes historias sobre el antes.

El ángel aprieta los ojos al cerrar la puerta a su espalda porque... porque odia pelearse con él así... ejem. Pica el elevador con furia, histérico, pensando además que quería su baño y dormir.

Quería dormir con Crowley, aunque evidentemente, con lo que se movía, no iba a dormir un solo minuto.

Era el colmo que le dejara ir así a casa, en medio de la lluvia, ¡después de hacerle todo eso que había hecho hasta que le temblaran las piernas! Haría eso con todos, quizás. Aprieta los puños, se mete al elevador y chasquea los dedos.

Crowley se pasa una mano por el pelo sin poder creer que tenga tan bloody MAL GUSTO con las parejas. Ni siquiera sabe porque lo dice en plural como si tuviera doscientas de ellas. O sea, venía aquí, le invitaba a cenar, le hacía todo eso que había hecho y el tipo encima se largaba a su casa como si nada en pleno ataque de celos.

Ugh, esperaba poder sacar bastante material para hacer reportes para Belcebú para el resto de la eternidad solo de esto porque no pensaba volver a verle NUNCA ¡y que se olvidara de sus manos mágicas!

Se va a Twitter y le manda a Michael Sheen un corazón roto. Pero como ahora mismo no es su turno con la neurona que comparten entre todos, en realidad se lo manda a una fanpage de un adolescente australiano que a estas horas está durmiendo.

Así que decide aterrorizar a las plantas un rato por las buenas y sin que haya motivos de nada, pero un arranque de ira aleatorio de tanto en tanto siempre ayudaba a que... se esforzaran al máximo.

Cuando las puertas del elevador se abren, Aziraphale trae ropa limpia y recién planchada, incluso huele a agua de azahar como suele hacer. Trae un paraguas en mano, que se dispone a abrir al salir del lobby del edificio y el temple tranquilo y sereno que suele tener.

Hasta aquí todo lo relacionado con Crowley, había sido lindo... hermoso quizás y era un desliz. Quizás podría convencer al cielo de que no iba a matarle, pero no iba a volverle a ver.

En mitad del arranque de ira, el demonio sale corriendo al balcón y grita al cielo nublado de Londres "¡Y QUE SEPAS QUE LO QUE HAS HECHO ES PECADO!"

Joder, quizás hasta le escuche. La cosa es que... Aziraphale sale del edificio, abre el paraguas y antes de que pueda o no escucharle gritar eso, alguien le pone una bolsa negra y apestosa en la cabeza, dándole un golpe en la nuca.

Oh, vaya.

Aunque a Crowley en este momento no le importe dado que no pretende volverle a ver.

Lo que pasa es que Crowley en este momento no se va a enterar, desde luego.

Sí, lo imaginamos. Ya lo notarás.

Tras gritarles a las plantas se va a ir a ver Sounds of Music (sí, otra vez) y a llorar como si no hubiera un mañana mientras canta Edelweiss a todo pulmón, que ni siquiera es una buena canción para bloody desahogarse y a beberse hasta el agua de los floreros (sí, eso enseñará a las plantas a respetarlo. Sí, otra vez) y luego a quedarse dormido en el sofá por una década.

¿¡Una DÉCADA?! ¡JODER! Van a ser diez años largos en tu vida, Aziraphale.

Nah, seguro algún electrodoméstico pitará tarde o temprano. Maldita sea con eso.

A las tres de la tarde del día siguiente porque seguimos sin creer en las mañanas, es que se va a despertar, habiendo acabado durmiendo sobre la tele. Colgando los pies por un lado y la cabeza por el otro. No nos preguntéis como.

El caso es que se baja de ahí y cruje toda la espalda en un movimiento serpenteante como si no tuviera huesos.

Mira la estúpida cara de la estúpida Julia Andrews en el estúpido menú de entrada de la estúpida película. Los restos de la estúpida cena en la mesa, las como cuatro botellas de vino que fueron yendo de un lado a otro por toda la casa y la solitaria y estúpida tumbona del balcón en la que había pasado todo lo interesante.

Todo tan decadente.

Y casi se pone a llorar otra vez, la verdad. Pero no. No. Lo que va a hacer es no dejar que ese estúpido ESTÚPIDO ángel se crea que tiene algún poder sobre él.

Así que visto que Michael Sheen debe estar leyéndose otro fanfiction que no es este y por eso no le ha contestado... David Tennant no tiene redes sociales y la verdad, Neil Gaiman le da un poco de miedo. Pues va a tomar las riendas de esto él mismo.

Y para que vea que TAN cool es y que TAN poquito le importa. Se va a vestir con su mejor look de mujer sexy despechada/recién divorciada y a ir a comprar un estúpido Kamasutra a la estúpida librería. Eso es.

Así que se ducha y se viste y se peina y se maquilla y se perfuma y si luego resulta que lo que hace es acabar pidiéndole disculpas y suplicándole pues... ¡caerá sobre la conciencia del ángel!

Gracias por los ánimos con Killer queen, Bentley. Ahora sí era el momento. Aparca frente a la tienda, tan digna y se baja del coche intentando no meter los zapatos de tacón en un charco.



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En el texto hay: aziracrow, ineffablehusbands, good omens

Editado: 18.06.2024

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