Manual para seducir a un ángel

Capítulo 2

—De hecho, podrías quedarte aquí y explicarme bien qué haces exactamente con tu ángel. ¿Cómo lo conseguiste la primera vez? ¿Le atacaste?

—¿Q-Qué? —suelta en un hilito de voz y se le congela la sonrisa.

—Explícame con detalle.

—D-De... talle —repite con horror.

—Sí, quiero saber cómo —ella le mira sin ninguna piedad.

—Ehm... c-cómo —repite y es que el sudor frío.

—Haces con él lo qué haces. Y qué haces. Vamos...

—Bueno lo m-mejor. O sea,peor. Lo más malo, que es... Claro, lo bueno. El caso es que... —empieza a hacerse un lío moviendo las manos.

—¿Cómo le convenciste la primera vez? —inclina la cabeza.

—Pues no es... No son muy... O-O sea, fue difícil. Muy difícil. Todo el asunto de lo asqueroso y prohibido y todo eso, no fue fácil convencerle.

—¿Y cómo lo hiciste? —insiste, mirándole.

—A lo mejor podría hacer una p-presentación —propone intentando ganar tiempo para pensar en algo qué decirle.

—No. Prefiero que me lo cuentes a mí —se revuelve un poco en su asiento.

—Bueno la clave es no pensárselo demasiado —sonríe forzadamente porque, claro, Crowley, justo eso hiciste tú.

—¿Pero cómo sabías que te iba a decir que sí? Es decir, para él debía ser asqueroso.

—Bueno, él en concreto es un caso específico porque ya lleva muchos años con los humanos, observándoles e intentando mimetizarse y tener una naturaleza un poco diferente hace que esto sea... más receptivo —aclara.

—Hmm... —cara de desagrado—. ¿Quieres decir que él había hecho esto con humanos ya? Ugh.

—N-Naaaah, no lo creo—arruga la nariz negando con la cabeza.

—Aún me parece muy complejo que un demonio pueda besar a un ángel y que le guste. ¿Qué hiciste entonces? —Quiere instrucciones, querida—. ¿Físicamente no lo pensaste solo atacaste?

—Eh... No, sí lo pensé un poco. De hecho tuve que obligarle. También ayudó que él esté... Bueno, todo el mundo lo sabe. Además en el caso de un beso por ejemplo —¿Ahora? ¿Ahora te toca el puto turno de la neurona?—. A él le gusta mucho los dulces, así que comer algo dulce y que me supiera la boca a ello...

—O-Obligarle, dulces... hmmm... Ehm... ¿y a qué sabía la suya? —se lo piensa.

—¿Su boca? —pregunta in poco incrédula, porque preguntas que nunca pensó que tuviera que contestarle al príncipe del infierno.

—Sí.

—A té... y a dulces también. Crêppes de fresa. Llevaba toda la tarde comiéndolas como si se fuera a acabar el mundo, me parece —Intenta recordarlo, rascándose la cabeza.

Aziraphale no sabe cómo es que estás diciendo estas cosas sin morir de vergüenza. Bueeeeno, uno aprende un par de cosas en el infierno. O más bien, si uno es un buen demonio, se las enseñan y si no lo es... se las enseñan también pero por el modo rápido.

—No es como que tenga otro modo de comerlas igualmente —añade. Belcebú arruga la nariz con toda esa descripción

—¿Crepes?

—Es como una torta fina hecha de harina y leche, en realidad es una cosa muy idiota y... o sea, creo. Yo nunca las he hecho. Ni comido. Ni... bueno. O sea, no tengo ni idea.

—Y él las comía. Y luego sabía a eso... ¿y si no hubiera comido nada?

—Es... difícil describirlo sin hacer referencia a comida. Ehm... pero no son venenosos. Wahoo! —susurra con una media sonrisa un poco forzada.

—¿Los besos?

—Sí. La saliva y todo lo demás —por el amor de Dios. No te está preguntando esto, no le cuentes esto.

—Ni tú para él.

—Eh... después de una ardua investigación de campo... no. Parece que no—otra sonrisa incomoda.

—¿Y qué hay de lo demás? Ehm... ¿reacciona como un humano?

—Ah... sí, claro. A todo —claro, hasta a las cosas que no has hecho.

—Y tú no necesitas... ¿reaccionar para que lo crea? —entrecierra los ojos.

A Crowley se le abre la boca otra vez.

—Aaaaah... S-Seh, claro, pero... —se encoge de hombros balanceándose—. Es... fácil de fingir y todo eso, solo hace falta... cambiar un poco las cosas de sitio y... En la humedad está la clave.

—¿Eh? ¿¡Humedad?! —parpadea.

—S-Sí. Humedad —asegura como si supiera absolutamente de lo que habla.

—¿¡Humedad dónde?! ¿En el... aire? ¿Necesitas que haya agua? —no sé qué se está imaginando Belcebú pero probablemente tiene que ver con trajes de buzo.

—Eh... no. No agua. Es como... es como la saliva, pero... en... —como maldita sea dijo, ¿el pequeño aparato reproductor? ¿Su cosa especial?—. La zona sexual.

—¿Le escupes en la zona sexual? —levanta las cejas. Crowley aguarda unos instantes de silencio.

—Sí, claro. A veces sí.

—¿Y él en las tuyas? ¿Y eso ayuda? —arruga la nariz.

—Extremadamente. De hecho algunos humanos lo hacen con la boca —vale, se te cancela la tele de pago, jovencita. E internet con control parental a partir de ahora, si esto fueran los noventa, sería el canal plus y no me digas que es con fines de investigación.

—Los humanos son raros —arruga un poco la nariz pero en realidad no le parece tan escandalizante—. ¿Y le muerdes?

—¡Eso fue un accidente! —se defiende de la acusación que nadie ha hecho.

What?! ¿Le mordiste las partes sexosas? —levanta las cejas, porque aunque sabe que Crowley es un poco menos bestia que el resto, el nivel no está muy alto.

—¡N-No! ¡Le mordí el labio! —le muestra el suyo de abajo para explicarlo.

—Ohh...

—Bueno, no fue tan accidental —añade ahora, porque le parece que todo esto está sonando demasiado a como fue: completamente improvisado y prácticamente fortuito.

—¿Cómo? —Belcebú inclina la cabeza.

—Me refiero a que fue parte de la misión.

—¡Oh! ¿E intentaste morderle ahí? Que... vaya —asegura algo sorprendida.

—Sí. Exacto.

—No funcionó, supongo. ¿¡Y aun así quiso hacerlo otra vez?!

—Sí.



#728 en Fanfic
#2615 en Otros
#586 en Humor

En el texto hay: aziracrow, ineffablehusbands, good omens

Editado: 18.06.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.