La música era suave, nada del reggaetón que solía bailar en las fiestas universitarias. Esto era... elegante. Sofisticado. Completamente fuera de mi zona de confort.
Archie puso una mano en mi cintura y tomó la otra con firmeza pero sin brusquedad.
—Relájate —murmuró—. Pareces un palo de escoba.
—Es que no sé bailar... esto.
—Solo sígueme.
Y así, empezamos a movernos. Al principio fue torpe, pisé sus zapatos al menos dos veces.
—Auch.
—Perdona.
—¿Siempre eres tan desastrosa?
—Solo cuando me obligan a hacer cosas que no quiero hacer —respondí con sequedad.
—Nadie te obligó. Viniste por voluntad propia.
—Vine porque Maddie me obligó. Hay una diferencia.
—Claro, porque eres completamente incapaz de tomar tus propias decisiones.
Lo miré con el ceño fruncido.
—¿Disculpa?
—Nada —giró conmigo, pero esta vez con menos suavidad—. Solo que parece que siempre tienes una excusa para todo.
—¿Y tú qué sabrás? Llevas conociéndome dos días.
—Suficiente para darme cuenta.
Pisé su pie con más fuerza de la necesaria.
—Ups.
—Muy madura.
—Aprendí del mejor.
La canción, gracias a Dios, terminó. Me separé de él inmediatamente.
—Voy al baño.
No esperé respuesta. Simplemente me alejé, esquivando a la gente, hasta encontrar el baño. Me encerré en uno de los cubículos y me quedé mirando la puerta.
¿Por qué había aceptado venir? Esto era ridículo. Archie era un imbécil arrogante que no podía dejar de hacer comentarios condescendientes cada cinco minutos.
Escuché la puerta del baño abrirse y voces de mujeres entrando.
—¿Viste a Archie? Vino con una chica.
—Sí, la vi. No es su tipo.
—Para nada. Demasiado... ordinaria.
—Probablemente es solo alguien que conoció. Ya sabes cómo es Archie, siempre siendo "caritativo" con gente random.
—Clarissa está que echa humo.
—¿Otra vez? Pensé que ya lo había superado.
—Nunca lo superó. Sigue creyendo que volverán. Y entre tú y yo, probablemente lo hagan. Siempre vuelven.
—Esos dos son un desastre juntos, pero se ven tan bien.
Rieron y salieron.
Rodé los ojos. Genial. No solo estaba en una fiesta donde claramente no encajaba, sino que ahora era el chisme del baño.
Salí y me miré en el espejo. El maquillaje seguía perfecto, el vestido se veía bien. Pero me sentía como una impostora.
Esto no era lo mío.
Cuando salí del baño, una mujer alta, vestida con un vestido rojo carísimo, me bloqueó el paso.
—Tú debes ser Sofía.
—¿Y tú eres...?
—Clarissa —sonrió, pero no llegó a sus ojos—. La ex de Archie.
—Ah. Qué... agradable.
—Mira, voy a ser directa contigo porque no tengo tiempo para juegos. No sé qué te dijo Archie para traerte aquí, pero no te confundas. Él hace esto a veces. Trae a chicas "normales" para sentirse... qué sé yo, conectado con la realidad o algo así. Pero nunca dura.
—¿Sabes qué? Ni siquiera me cae bien —dije con total honestidad—. Así que puedes estar tranquila. No estoy aquí para conquistarlo ni nada por el estilo.
Clarissa parpadeó, claramente no esperando esa respuesta.
—Oh. Bueno... entonces, ¿por qué viniste?
—Porque mi amiga es fan y quería conocer a Keanu Reeves. Archie fue amable al invitarnos. Eso es todo.
—¿Amable? —soltó una risa—. Archie nunca es solo amable.
—Pues conmigo sí. Aunque más que amable, diría que es un insoportable que no puede pasar cinco minutos sin hacer un comentario sarcástico.
Por primera vez, Clarissa me miró con algo parecido al respeto.
—Bueno, al menos eres honesta.
—Siempre lo soy.
Se encogió de hombros y se alejó, dejándome ahí plantada.
Encontré a Maddie junto a la piscina, prácticamente brillando de felicidad.
—¡Sofi! ¿Dónde estabas? Tienes que conocer a Marcus, es productor y dice que...
—Mads, ¿podemos irnos?
—¿Qué? ¿Ya? Pero si apenas llevamos...
—Por favor.
Maddie me miró más de cerca y debió ver algo en mi expresión porque asintió.
—Vale. Déjame despedirme.
Mientras esperaba, Archie apareció con dos copas de champán.
—¿Ya te vas?
—Sí.
—La fiesta apenas empieza.
—Para ti, quizás. Para mí ya duró suficiente.
Me tendió una copa.
—¿Tan mal la estás pasando?
—No es eso. Solo... no es lo mío. Toda esta gente, las conversaciones superficiales, tú siendo condescendiente cada dos minutos...
—¿Yo? ¿Condescendiente?
—"¿Siempre eres tan desastrosa?" —imité su voz—. "Parece que siempre tienes una excusa para todo."
Archie frunció el ceño.
—Estaba bromeando.
—Pues no fue gracioso.
—Dios, eres demasiado sensible.
—Y tú eres demasiado idiota —le devolví la copa sin haberla probado—. Gracias por la invitación, pero definitivamente no volveré a aceptar una.
—Como quieras.
—Perfecto.
—Perfecto.
Maddie apareció en ese momento, ajena a la tensión.
—Lista. ¿Nos vamos?
—¿Cómo van a volver? —preguntó Archie con tono neutro.
—Uber —respondí rápidamente.
—No seas ridícula. Yo las traje, yo las llevo.
—No hace falta que...
—Sofía —me cortó—. No voy a dejarlas pedir un Uber a estas horas. Suban al coche.
No era una sugerencia. Era una orden.
Y aunque me molestaba admitirlo, tenía razón. Era tarde y no conocíamos bien la zona.
—Bien.
El trayecto fue incómodo. Maddie intentó llenar el silencio hablando sin parar sobre todas las personas que conoció, pero yo solo miraba por la ventana.
Cuando llegamos al edificio, Maddie se bajó rápidamente.
—Gracias por todo, Archie. De verdad, ha sido increíble. Sofi, te llamo mañana.
Y desapareció, dejándonos solos.
—¿Vas a bajar o necesitas que te abra la puerta? —preguntó Archie con sarcasmo.
—Estoy bajando.
Abrí la puerta pero antes de salir, me giré hacia él.