Manual para sobrevivir a un vecino imposible

OCHO

Me desperté con un dolor de cabeza que no tenía nada que ver con el alcohol —apenas probé el champán— y todo que ver con cierto vecino insoportable.

Miré el reloj. Las 8:30 AM.

Genial. Otra maravillosa mañana en el paraíso.

Me levanté, me puse lo primero que encontré y salí de la habitación. Margaret ya se había ido y Jackson estaba en la cocina, sentado en la mesa con un tazón de cereales.

—Buenos días —murmuré, dirigiéndome a la cafetera.

—¿Cómo estuvo la fiesta?

—Bien.

—¿Conociste a Keanu Reeves?

—Ajá.

—¿Le pediste el autógrafo?

Cerré los ojos. Mierda.

—Eh...

Jackson dejó la cuchara en el tazón y me miró con los ojos entrecerrados.

—Me prometiste un autógrafo.

—Lo sé, pero...

—Y una foto.

—Jackson...

—Hicimos un trato.

—Lo sé, pero salimos temprano y...

—Me mentiste.

—¡No te mentí! Solo... lo olvidé.

Jackson se cruzó de brazos.

—¿Sabes qué significa esto?

—¿Qué soy una olvidadiza?

—Que rompiste nuestro acuerdo. Lo cual significa que el trato se cancela.

—¿Qué?

—Voy a decirle a mis padres que fuiste a una fiesta y me dejaste con una niñera desconocida.

—¡Margaret no es desconocida! Archie la recomendó.

—A mí me parece bastante desconocida.

—Jackson, por favor...

—Nop. Un trato es un trato. Y tú lo rompiste.

Me dejé caer en la silla frente a él, masajeándome las sienes.

—¿Qué quieres?

—Mi autógrafo.

—No puedo conseguírtelo. Ya te dije que...

—Archie puede.

—No voy a pedirle nada a Archie.

—¿Por qué no?

—Porque no.

—¿Pelearon?

—No.

—Mentirosa. Los escuché anoche gritando en el pasillo.

Este niño era demasiado listo para su propio bien.

—Mira, Jackson, no voy a pedirle nada a Archie. Pero puedo... no sé, ¿comprarte algo? ¿Llevarte a otro lado?

—Ya me prometiste el parque de atracciones. Y eso sigue siendo por lo del niño en el parque.

—Entonces, ¿qué quieres?

Jackson lo pensó por un momento.

—Quiero que le pidas el autógrafo a Archie.

—No.

—Entonces le diré a mis padres.

—Eres un...

—¿Un qué? —sonrió con suficiencia.

—Un manipulador de siete años.

—Gracias.

Solté un gruñido y me levanté.

—Bien. Se lo pediré. Pero me debes una.

—No. Tú me debes a mí. Por eso vas a pedírselo.

Dios, dame paciencia.

Salí del apartamento y me quedé frente a la puerta de Archie, mirándola como si fuera a morderme.

Esto era humillante.

Toqué el timbre antes de arrepentirme.

Silencio.

Toqué de nuevo.

Nada.

Bien. Al menos lo intenté. Podía decirle a Jackson que...

La puerta se abrió de golpe.

Archie apareció con el pelo revuelto, sin camisa, y con cara de acabarse de despertar.

Y por supuesto, lucía ridículamente bien así.

—¿Qué? —preguntó con voz ronca.

—Yo... necesito pedirte un favor.

—No.

E intentó cerrar la puerta.

Puse el pie para bloquearlo.

—Espera.

—Dijimos que mantendríamos distancia.

—Lo sé, pero...

—Pero nada. Vete.

—¡Es por Jackson!

Archie se detuvo y me miró con el ceño fruncido.

—¿Qué pasa con Jackson?

—Le prometí un autógrafo de Keanu Reeves y... lo olvidé pedírselo. Ahora está amenazando con contarles a sus padres que salí anoche.

—Ese niño es un genio.

—Archie, por favor.

—¿Por favor? ¿Después de cómo me hablaste anoche?

—Tú me hablaste mal primero.

—Claro, culpame a mí.

—¡Archie!

—¿Qué?

—¿Me vas a ayudar o no?

Me miró por un largo momento, claramente disfrutando mi incomodidad.

—Dame una buena razón.

—Porque... porque te lo estoy pidiendo amablemente.

—Eso no es una buena razón.

—¿Qué quieres que haga? ¿Que me arrodille?

—No estaría mal.

Lo miré con incredulidad.

—Eres un...

—¿Un qué, vecinita?

—Un egocéntrico insoportable con un complejo de dios que...

Archie sonrió.

—Sigue, esto se pone interesante.

Apreté los puños.

—¿Sabes qué? Olvídalo. Ya me las arreglaré sola.

Me giré para irme pero su voz me detuvo.

—Está bien.

—¿Qué?

—Le pediré el autógrafo a Keanu. Tengo que verlo hoy de todos modos.

—¿En serio?

—Sí, pero con una condición.

Por supuesto. Siempre había una condición.

—¿Cuál?

—Admite que anoche no fue tan terrible.

—¿Qué?

—Admite que, a pesar de todo, no lo pasaste tan mal. Al menos hasta que decidiste ponerte dramática.

—Yo no fui dramática. Tú fuiste un idiota.

—Discutible. Pero esa es mi condición. Admítelo o no hay autógrafo.

Lo miré, evaluando mis opciones. Podía negarme, mantener mi orgullo intacto, y dejar que Jackson me delatara. O podía tragarme el orgullo por dos segundos y conseguir el maldito autógrafo.

—Bien —dije entre dientes—. La fiesta no fue... completamente terrible.

—¿Ves? No te dolió tanto.

—Sí me dolió. Me dolió muchísimo.

Archie rio.

—Le diré a Keanu que envíe el autógrafo. Dame tu número, te aviso cuando lo tenga.

—¿Mi número?

—A menos que prefieras que vaya a tocarte la puerta a medianoche.

—Definitivamente no.

Saqué mi teléfono y se lo tendí. Archie agregó su contacto y me llamó para tener el mío.

—Listo —dijo, devolviéndome el teléfono—. Te escribo cuando lo consiga.

—Gracias.

Me giré de nuevo pero, otra vez, su voz me detuvo.

—Oye, Sofía.

—¿Qué?

—Anoche... quizás me pasé con algunos comentarios.

Parpadeé, sorprendida. ¿Era eso... una disculpa?

—Oh. Bueno... yo también dije algunas cosas.

—Sí, me llamaste idiota como cinco veces.

—Y tú me llamaste dramática y cobarde.

—Touché.

Nos quedamos ahí, mirándonos con algo que podría interpretarse como una tregua frágil.




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