Manual para sobrevivir a un vecino imposible

NUEVE

El lunes por la tarde estaba ayudando a Jackson con su proyecto del sistema solar cuando sonó mi teléfono.

Mamá.

Dudé en contestar, pero sabía que si no lo hacía, seguiría llamando hasta que cediera.

—Hola, mamá.

—¡Calabacita! ¿Cómo estás? ¿Cómo te fue con Tyler?

Por supuesto que iba directo al grano.

—Bien. Se fue.

—¿Se fue? ¿Ya? Pero si acaba de llegar...

—Apareció el sábado sin avisar, mamá. Y le dejé muy claro que no quería verlo.

—Ay, Sofía. Ese muchacho vino desde Boston solo para verte.

—Ese muchacho me engañó. No me importa de dónde haya venido.

—Todos cometemos errores...

—Mamá, no voy a tener esta conversación otra vez.

Hubo un silencio al otro lado.

—Está bien —dijo finalmente—. Pero... tu padre me contó que vives al lado de Archie Garland.

—Sí.

—¿Y?

—¿Y qué?

—¿Es simpático? ¿Te invitó a salir?

—Mamá, es mi vecino. Nada más.

—Pero podrías...

—No voy a intentar nada con Archie Garland. Es una celebridad. Yo soy su niñera vecina. Vivimos en mundos completamente diferentes.

—No seas tan negativa, calabacita.

—No soy negativa. Soy realista.

—Bueno... tu padre dice que es muy guapo.

—Mamá...

—¿Lo es?

Rodé los ojos.

—Tengo que colgar. Jackson me necesita.

—Está bien, está bien. Pero llámame más seguido, ¿sí?

—Lo haré. Te quiero.

—Yo también te quiero, calabacita.

Colgué justo cuando Jackson me miraba con una ceja arqueada.

—¿Archie es guapo?

—Cállate y sigue pintando tu Júpiter.

Esa noche, cuando los Walker llegaron, traían visita.

Un hombre alto, de unos cincuenta años, con traje caro y una sonrisa que parecía ensayada.

—Sofía, él es Richard Hampton —presentó Sam—. Socio de la firma. Richard, ella es Sofía, nuestra niñera.

—Un placer —dijo Richard, estrechándome la mano con demasiada fuerza.

—Igualmente.

—Richard va a quedarse a cenar —explicó Agatha—. ¿Podrías quedarte con Jackson un poco más? Solo hasta que terminemos.

—Claro, no hay problema.

Me fui a la habitación con Jackson, quien inmediatamente se quejó.

—Odio cuando tienen visitas. Siempre tengo que quedarme encerrado.

—No estás encerrado. Estás en tu habitación.

—Es lo mismo.

—No lo es.

—Sí lo es.

Decidí no discutir. En vez de eso, puse una película y nos acomodamos en su cama.

A la media hora, escuché voces elevadas en el comedor. No gritos, pero sí un tono que claramente indicaba tensión.

Jackson lo notó también.

—Están discutiendo.

—No están discutiendo. Solo... hablando fuerte.

—Es lo mismo.

Otra vez con eso.

Las voces subieron de volumen. No podía distinguir las palabras, pero definitivamente no era una conversación amigable.

Y entonces, claramente, escuché el nombre de Archie.

Me acerqué a la puerta, intentando escuchar mejor.

—...Garland es un problema —decía Richard—. No puedes tener a alguien así viviendo al lado. Desprestigia el edificio.

—Lo sé —respondió Sam—. Créeme, lo sé. He intentado hablar con la administración, pero...

—¿Has intentado? Sam, necesitas presionar más. Gente como él no debería estar aquí.

—¿Gente como él? —la voz de Agatha sonaba tensa—. Richard, es un actor. No un criminal.

—Es lo mismo. Fiestas, ruido, mujeres entrando y saliendo. ¿Eso es lo que quieres para Jackson?

Me quedé helada.

—Por supuesto que no —dijo Sam—. Pero no puedo simplemente echarlo del edificio.

—Podrías hacer una petición. Reunir firmas de los otros vecinos. Presionar a la junta.

—No sé si...

—Sam, piensa en tu familia. Piensa en tu hijo. ¿Quieres que crezca viendo ese tipo de comportamiento?

Apreté los puños. ¿Ese tipo de comportamiento? Archie había sido nada más que amable con Jackson. Más amable que muchos otros adultos.

—Lo pensaré —dijo Sam finalmente.

No pude escuchar más. Volví con Jackson, quien me miraba con curiosidad.

—¿Qué dijeron?

—Nada importante.

—Mentirosa.

—Jackson...

—Estaban hablando de Archie, ¿verdad? Lo escuché.

—Sí.

—¿Van a hacer que se vaya?

—No lo sé.

Jackson frunció el ceño.

—Eso es estúpido. Archie es genial.

—Lo sé.

—¿Vas a hacer algo?

—¿Yo? ¿Qué voy a hacer yo?

—No sé. Pero deberías. Porque es tu amigo.

—No es mi amigo, Jackson. Es mi vecino.

—Es lo mismo.

—No... —me detuve—. Sabes qué, da igual.

Media hora después, Richard finalmente se fue. Agatha vino a buscarme.

—Gracias por quedarte, Sofía. Sé que fue más tiempo del planeado.

—No hay problema.

Me pagó y me fui a mi habitación. Pero no podía dejar de pensar en la conversación que había escuchado.

¿Sam realmente iba a intentar echar a Archie del edificio?

Y más importante... ¿por qué me molestaba tanto?

No era asunto mío. Archie podía cuidarse solo.

Pero...

Agarré mi teléfono antes de pensarlo demasiado.

Yo: ¿Estás despierto?

Archie: Sí. ¿Todo bien?

Yo: Necesito hablar contigo. ¿Puedo ir?

Archie: ¿Ahora?

Yo: Sí.

Archie: Claro. Te abro.

Salí al pasillo lo más silenciosamente posible y toqué su puerta. Archie abrió casi inmediatamente, con pants y una camiseta arrugada.

—¿Qué pasó?

—¿Podemos hablar adentro?

Me dejó pasar. Su apartamento era... normal. Esperaba algo más ostentoso, pero era simplemente un espacio acogedor con muebles cómodos y paredes llenas de pósters de películas.

—¿Quieres algo de tomar?

—No, gracias.

—Sofía, me estás asustando. ¿Qué pasó?

—Escuché una conversación. Entre Sam y un socio suyo.

—¿Sobre?

—Sobre ti. Quieren echarte del edificio.

Archie parpadeó.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.