Manuela

Capítulo 2

—Shhhh no hables —¿hablar? Con el miedo que me cargaba ni pio diría, tenía los ojos apretados, estaba temblando de miedo. Escuchaba a la gente llorar, mientras oía como los ladrones gritaban amenazas — ¿Estás bien?

Abrí un ojo y hasta ese momento miré al hombre que estaba encimo mío, su mirada recorría mi rostro... era guapo y alguien que no había visto en el pueblo.

—Es una pregunta tonta, me has tumbado, me duele la espalda del golpe, tengo el corazón a punto de estallar de los nervios.

—Lo siento, pero cuando los vi entrar armados busque a protegerte.

Lo miré por que no estaba segura de haber escuchado bien, era muy probable que no por que hablábamos en susurros.

—Soy Román — rodé los ojos, estábamos en un asalto y él me hablaba de lo más natural como si en la playa estuviéramos.

—Soy... — cerré los ojos cuando los oí gritar que nos hiciéramos en una esquina.

—Vamos —cuando Román se levantó, extendió su mano y me ayudó a ponerme de pie. Caminamos hacia un rincón y me senté apoyando mi espalda en la pared, me abracé a mi misma y recorrí con la mirada el lugar, eran hombres con pasa montañas en su rostro.

—No los veas — giré el rostro para mirar a Roman.

—¿Quién eres? —él hizo una mueca para que guardará silencio. Suspiré y recosté mi cabeza en la pared, si salía con bien de está, haría un viaje, comería canjegro... no eso no, me daba asco... si salía con bien de este asalto sería una mejor persona, mejor hermana, mejor tía.

—Parece que la policía les dará lo que piden si nos dejan ir —no abrí los ojos, esperaba que fuera verdad.

—¡Debí suponer que cuando tú entrarás algo malo iba a pasar! —abrí los ojos de la sorpresa y miré a la señora con nariz de bruja, solo le faltaba la verruga para serlo.

—¿De qué habla? —susurré.

—Tú eres la mala suerte personificada...

— Callese señora, no atraiga la atención de los ladrones.

-—Que se lleven a esta mujer que es un ave de mal agüero...

—Callese —Román le susurró molesto, bajé la cabeza y dejé que una lágrima rodará, sentí que alguien me sujetó y mi mejilla se estrelló contra algo duro y sólido —No permitas que ella gané, tiro su veneno y si te ve llorando le darás la victoria.

Levanté el rostro y lo miré a los ojos, quizás cuando Román escuchará mi historia, también saldría huyendo o temeria a mi mala suerte.

— ¿Quieres morir muchacho?  —me aparte de Román, pasé un mechón detrás de mi oreja y miré a la bruja.

—No sé como se llama, no la conozco, usted no tiene derecho de opinar en mi vida o hablar de mi, le recuerdo que la puedo demandar por injurias y calumnias.

—¿Calumnias? Todo el pueblo de San Patricio sabe tu historia, tú asesinaste a tus dos esposos —las palabras quedaron en el aire cuando escuchamos disparos, la señora bruja abrió más los ojos que parecía que iban a saltar de sus cuencas.

Abrió la boca en una perfecta O y se desplomó a mis pies.

La miré aterrada y solté un jadeó que no fue audible, cuando tenía miedo me paralizaba, la lengua se me dormía y no emitía palabra alguna.

Otra persona que no supe quien era, reviso si respiraba, levantó su mirada y la clavó en mi.

—Está muerta, ¿Qué hiciste?

Iba a replicar cuando uno de los ladrones se acercó y la volteó con la punta de su bota.

— ¡Ven! —uno de los rehenes salió de las esquinas, resoplé al ver que era el médico del pueblo, lo sujetaron del frente de su bata pulcra y bien planchada —¡Revisala!

El médico se dedicó a examinarla, después de un rato que me pareció eterno la señora no se movía y el médico estaba dando su dictamen.

—Parece que fue un infarto —bajé la mirada a mis manos.

—Está mujer además de loca y viuda negra, es asesina, la señora Perez sólo le bastó intercambiar unas palabras con ella y aquí está el resultado.

—Si cree eso, yo de usted no hablaría más en su contra, por que la está acusando de provocar un infarto, entonces puede caerle un rayo y partirla en dos — declaró mordaz Román.

El delicuente se levantó y gracias a Dios me ignoró.

—Es un perfecto idiota, todo lo que está cerca de está mujer muere.

—Entonces prepárese por que usted es la próxima —la mujer se puso pálida y se apartó de nosotros dejando a la señora bruja ahí tirada.

—¿No fue un disparo? —Román negó.

—Mala suerte que justo cuando se oyeron los disparos, a ella le dio el infarto. Parece que fueron afuera los disparos, alguna seña por que ninguno de los ladrones se inmutó o demostró miedo.

—¿Mala suerte?— Román sonrió.

—Una manera de decirlo, este pueblo esta plagado de superticiones por lo que veo —suspiró —Tratemos de descansar un momento, según lo que escuché están negociando con la policía, no nos harán daño si les ceden todo lo que han pedido.

— ¿Crees que la policía lo haga?

—Quizás somos como 30 personas en este super... — miró a la señora bruja —29 personas, una vez salgamos de aquí lo que pase con ellos no será de nuestra incumbencia.

— ¿Y si el pueblo tiene razón? El médico me miró con reproche como si yo cause el infarto.

—No les des poder sobre tu vida — Román sonrió —No me has dicho tu nombre.

—Soy Manuela —Román borró su sonrisa y me miró.

—¿Eres Manuela Blanco? — fruncí el ceño por que sabía mi nombre.

—¿Quién eres? — pregunté.

—El hermano de Fernando —negué.

—Él me dijo que su hermano lo habían dado por muerto...

—No lo estaba, vine a buscarte por que quiero respuestas de lo que le pasó a mi hermano.

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Holisssss esperó les gusté el capitulo de hoy. 
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