Bong-Cha se despertó. Los rayos del Sol de la mañana entraban por la ventana, atenuados por las cortinas. Se incorporó. Ya se sentía más repuesta y fuerte que el día anterior. Se levantó para cambiarse. Se puso un atuendo negro, un pantalón flojo, unas botas negras con hebillas, y una chaqueta negra. Bajó al primer piso y se encontró con Astrid.
—Ya estás despierta. ¿Cómo te sientes? —se adelantó ésta a preguntar.
—Mejor. Gracias a ti —contestó Bong-Cha.
—Me alegro. Te prepararé algo de desayunar.
Astrid se retiró a la cocina. Bong-Cha se sentó en una silla alta frente a la mesa donde servían licores. Volvió a ver el símbolo en su cuchillo y lo tocó. Estaba perfectamente bien tallado a mano. Al cabo de un corto rato, Astrid regresó con un plato de pescado y frutas y un vaso de agua. La chica le hizo un gesto de agradecimiento y empezó a comer. Pasados unos minutos, un grupo de dos niñas y tres niños entraron en el lugar. Tenían alrededor de unos trece años. Todos juntos se acercaron a Bong-Cha.
—¿Eres tú quien derrotó a los piratas bandidos? —preguntó un niño de cabello güero y ojos grises.
—Ah... si —ella se sorprendió.
—¿Tú sola? —habló otro niño de cabello negro y ojos azules.
Bong-Cha asintió.
—Wow —los cinco dijeron a la vez.
—Ok, niños, no deben estar aquí. Vayan afuera a jugar —intervino Astrid instando a los niños a irse —Lo siento, las noticias corren rápido en un pueblo tan pequeño —añadió cuando éstos hicieron caso.
Bong-Cha simplemente hizo una ligera sonrisa. En eso, alguien más abrió la puerta de golpe y entró.
—¡Agatha! —exclamó Astrid al verla.
Era una joven de la edad de Bong-Cha con un lindo cabello color caoba ondulado que le llegaba hasta la cadera y unos grandes ojos café claro.
—¡Tía! Ya llegué, pensé que me tardaría más. He venido a pasar aquí una temporada —dijo la chica entrando enérgica.
Astrid la abrazó con cariño.
—Mi sobrina querida, es un gusto verte, has crecido.
Agatha sonrió, se veía muy alegre y optimista.
—Por cierto, Agatha. Ella es Bong-Cha, salvó al pueblo de los bandidos. Bong-Cha, ella es Agatha, mi sobrina. Creo que estará encantada de mostrarte el pueblo como se debe —Astrid aprovechó para presentarlas.
—Oh, sí. Será genial —Agatha se mostró emocionada.
Un rato después, ambas se encontraban saliendo de la taberna a las calles empedradas de Bronzeshore. De día, las construcciones se veían de un peculiar color marrón bronce.
—De ahí viene su nombre —mencionó Agatha como si le leyera la mente -Estoy segura de que te encantará el pueblo, es hermoso y las personas son tan amistosas.
Bong-Cha caminó a la par que su compañera, quien no paraba de hablarle sobre la historia del pueblo y como había cambiado a través del tiempo.
—Bronzeshore ha existido desde hace tantos años. Dicen que fue fundado por unos piratas retirados. Me sorprende como todos han formado algo más que una comunidad, una familia...
—¿Quién es ella? —Bong-Cha la interrumpió al ver una estatua de una mujer pirata.
—Ah, sí. La Capitana Hisako, coreano japonesa. Amada por unos y temida por otros. Dominaba todos los mares, una heroína y una villana. Era valiente, osada, determinada y salvaje, nada podía detenerla —explicó
Agatha —Nadie sabe nada de ella ahora. Desapareció en los mares hace meses junto con su tripulación. Algunos creen que llegó al Mar Oscuro, otros dicen que la asesinaron. Como puedes ver, aquí la querían, para nosotros ella era la Emperatriz de los Mares, trajo gloria y riqueza a Bronzeshore. De hecho, tal vez provengas de su dinastía, te parece mucho a ella.
—¿Enserio? -Bong-Cha se sorprendió al escuchar lo último.
—Si, no es broma. Extrañamente tienes un gran parecido —Agatha afirmó —Ah... lo que hubiera dado por estar en su tripulación. Siempre fue mi sueño vivir aventuras con ella y su barco... en fin, vamos, te mostraré todo el pueblo.
Las dos continuaron caminando. Agatha le mostró a su compañera el mercado, la herrería, la tienda de ropa, la tienda de municiones, y los mejores lugares para pescar, ya que a ella le encantaba y era su pasatiempo favorito.
—¿Qué es el Mar Oscuro? —Bong-Cha preguntó de la nada.
—Está pasando el límite de lo conocido. Dicen que está lleno de demonios, monstruos, magia desconocida y desastres inigualables. Nadie que haya llegado hasta allá ha regresado, ni siquiera se han encontrado restos de barcos. Ese lugar está maldito -aclaró Agatha.
Bong-Cha asintió mostrando que había entendido.
—Y bien... ¿Piensas quedarte aquí? —la pregunta de Agatha la tomó por sorpresa.
—Ah... no lo sé... es lindo el pueblo y todo... pero, debo buscar de dónde vengo y encontrar mi destino.
—Los mares te llaman.
—Si... eso creo. Tal vez consiga un barco y los recorra hasta que encuentre lo que busco... aunque no sepa que es.
—Es muy peligroso. ¿Estás segura de que quieres hacerlo? Nadie está a salvo.
—Siento que no sería la primera vez que estaría allá, siento que es parte de mí. No me preocupa lo que sea que encuentre, estoy preparada para lo que sea.
—Pero Bong-Cha, esos mares están infestados de ladrones, piratas y asesinos... ni hablar del Colmillo Escarlata.
—¿El Colmillo Escarlata? -Bong-Cha la detuvo un momento y clavó su mirada en ella.
—¿No has oído hablar del Colmillo Escarlata? ¿Enserio? —Agatha la tomó de los hombros.
Bong-Cha negó con la cabeza.
—Es el criminal más buscado de todo el océano. Ese hombre no tiene alma, es un demonio, un ladrón, un asesino. Cualquiera que ponga un dedo en su camino, muere. Ha manchado las aguas con la sangre de sus víctimas.
—No creo que sea tanto problema. Si me lo encuentro, le contaré el cuello.
Agatha abrió la boca para contestar, pero antes de que pudiera hacerlo, un hombre alto y fuerte de cabello negro semi largo y ojos azules con una armadura se acercó a las dos chicas.
Editado: 30.12.2024