Bong-Cha se despertó al día siguiente. Hacía mucho frío, más que el día anterior. Al asomarse por la ventana se percató de que estaba nevando. Pero también se dio cuenta de otra cosa, Asdis no estaba, lo cual le pareció extraño, ya que esta se mostraba bastante tímida con cualquiera que no fuera ella. Después de cambiarse de ropa, Bong-Cha tomó sus cosas y salió de la habitación. Le sorprendió que los demás aún no se habían levantado, así que fue hacia la habitación de Orvyn y tocó la puerta.
—¡Hora de levantarse! —exclamó.
Orvyn, aún recostado entre las cobijas se llevó la mano a la cabeza.
—¡Dame un minuto! —le dijo adormilado.
—¡Corre tiempo! —contestó ella.
Pasó poco tiempo antes de que el Comandante abriera la puerta para encontrarse con ella.
—No creí que me ganarías a la hora de levantarnos —señaló.
—A veces puedo ser muy impredecible —respondió Bong-Cha —Por cierto, no encuentro a Asdis, no la has visto ¿cierto?
—No, no he salido de aquí y tampoco he escuchado ruido afuera —Orvyn negó con la cabeza.
—Hmm —Bong-Cha frunció el ceño —Iré a buscarla.
A continuación, bajó y salió del establecimiento. El viento y la nieve generaban un frío demasiado intenso. Bong-Cha se puso la bufanda y la capucha y buscó a Asdis, quien no aparecía por ningún lado. Se acercó a Bjorn y le preguntó al respecto.
—Disculpa, ¿has visto a una mujer joven pelirroja pasar por aquí?
—Mujer joven pelirroja... creo que sí, fue al astillero si no me equivoco —dijo Bjorn.
Bong-Cha asintió y fue en dirección al astillero, que se encontraba cerca del puerto. Un hombre mayor con el cabello castaño y algunas canas, la saludó y le dio la bienvenida. Se veía amable y agradable.
—¿En qué puedo ayudarle, señorita? —preguntó este con cordialidad.
—Estoy buscando a una chica joven con cabello pelirrojo. Me dicen que vino aquí —informó Bong-Cha.
—Ah si, vino aquí temprano y se llevó un barco. No dijo a donde iba o que planeaba hacer. Se ve que tiene dinero —explicó el señor.
—¿Se fue así nada más?
—Mjm.
—¿Y no vio más o menos hacia dónde?
—Lo poco que alcance a ver fue que se dirigió al sureste, probablemente a la Isla del Atardecer o a las Peñas Altas, pero tal vez cambió su rumbo más adelante.
—Ok, gracias por la información.
Bong-Cha se retiró preguntándose porque se había ido si le había dicho que le ayudaría a resolver el misterio de Ravnensland. En el camino de vuelta se encontró con Orvyn.
—¿La encontraste?
—No, me dicen que tomó un barco y se fue al sureste. Me parece extraño...
—Bueno... supongo que quería seguir su camino sola. Nosotros debemos volver ahora a Bronzeshore.
—Si... —la voz de Bong-Cha sonó distante.
—¿Qué pasa? —preguntó Orvyn al notarlo.
—No lo sé... es solo que... quería averiguar qué es lo que estaba pasando en Ravnensland...
—Todos los reinos tienes problemas, ninguno está totalmente limpio. Y Bong-Cha, no puedes siempre resolver todo.
—Yo no tengo familia, Orvyn, ella sí, y se la arrebataron. Hay algo extraño que está pasando en ese lugar. No puedo simplemente ignorarlo.
—Ansías tener una historia, Bong-Cha, lo entiendo, pero, ¿qué puedes hacer? No tienes un barco para llegar allá, y necesitamos volver a Bronzeshore.
-Lo sé... supongo que perder la memoria me hace perder el juicio a veces.
Orvyn la tomó de los hombros y clavó su mirada en ella.
—Escucha, si tanto quieres saber que está pasando en Ravnensland, puedo ayudarte, pero solo si antes regresamos a Bronzeshore con nuestra misión cumplida, ¿sí?
—Está bien -Bong-Cha asintió.
—Bien, iré por los demás para subir al barco.
Orvyn entró de nuevo en el mesón mientras Bong-Cha se dirigía al barco para esperar. Recargó la cabeza sobre las manos en la orilla del barco y pensó. Sabía que Orvyn tenía razón, no podía resolver cualquier problema del que se enterara, había cosas que no estaban en sus manos, y Ravnensland era probablemente una de ellas. El día anterior ni siquiera tenía noción de que existía, o al menos no lo recordaba. Tenía la extraña necesidad de investigar a fondo cualquier situación fuera de lo normal, pero lo más seguro es que no lograría nada persiguiendo un deseo que ni ella misma sabía de dónde venía.
Los demás tripulantes llegaron pronto. El Teniente Howard por su parte, abordó su propio barco en el que había llegado meses atrás. Los dos barcos salieron a la mar. Tomaron una ruta un poco diferente dado la dirección en la que soplaba el viento para que les favoreciera. Bong-Cha, quien no apartaba la vista de las aguas del mar, reparó en una formación de rocas como una montaña muy alta. No lograba ver donde terminaba. Más adelante pasaron cerca de una isla de mediano tamaño con varios árboles en ella. Pero había algo más cerca de ahí, algo que llamó mucho la atención de Bong-Cha. Esta fue directo al Comandante.
—¡Orvyn! ¿Qué es eso? —le preguntó señalando un enorme barco con velas azules.
—Es una nave de la Marina. No sé qué está haciendo aquí, parece estar en posición de ataque —respondió él extrañado.
En cuando avanzaron un poco más, se percataron de la presencia de otro barco. Bong-Cha lo reconoció, era el barco pirata que había estado en Frostwake el día anterior.
—Ay no... —el Comandante se preocupó —Hay que alejarnos de aquí. ¡Rodeen la isla! —ordenó a sus hombres.
Su compañero que estaba a cargo del timón giró el barco para no toparse con las otras naves. Cuando pensaron que estaban fuera de peligro, algo debajo del agua hizo que el barco se tambaleara demasiado. Los tripulantes se aferraron a los mástiles para no caer al agua.
—Bombas debajo del agua -dijo Orvyn —Esto no es bueno.
En eso, otra bomba explotó y a continuación, el barco pirata embistió a la nave de la Marina, rompiendo una buena parte de esta. Una parte del barco del Comandante también quedó un poco destruida. De la nada, el mar también empezó a moverse mucho a causa de una intensa corriente de aire que nadie podía identificar de dónde venía. Varios hombres de todos los barcos cayeron al agua al no poder mantener el equilibrio. El barco pirata empezó a atacar con cañones a la Marina.
Editado: 30.12.2024